Manuel Soto Ferreiro : un alcalde inteligente que supo rectificar a tiempo...
El tiempo va pasando, los años se suceden y los personajes públicos que fueron de nuestro tiempo, en no pocos casos, van desapareciendo. Han pasado ya tres años de la muerte del que fue alcalde de Vigo, Manuel Soto Ferreiro. Más de 3 años ya... cabe hoy recordar lo que de Soto Ferreiro escribimos en aquellos dias de su fallecimiento.
Publicado en diciembre de 2019)
Su lucha de los últimos años contra un cáncer no dio para más. Hoy nos llega la noticia de la muerte de Manuel Soto Ferreiro, "o compañeiro Soto" -como a el gustaba le dijesen en sus primeros tiempos de la Política-. El velatorio por quien fue alcalde de Vigo tendrá lugar esta tarde, a partir de las 18.00 horas, en el tanatorio de Pereiró. El funeral se oficiará mañana, a las 19.00 horas en la iglesia de La Soledad. Manoel Soto fue alcalde de Vigo bajo las siglas del PSdeG-PSOE durante 12 años, entre 1979 y 1991, siendo sucedido entonces por Carlos Príncipe. Tras darse de baja en el partido Socialista en 1988, impulsó una nueva formación, Progresistas Vigueses, con la que consiguió uno y dos concejales en las elecciones municipales de 1999 y 2003, respectivamente.
En razón a mi ejercicio profesional conocí muy bien a Manuel Soto, al Manuel Soto político con el que hube de lidiar -perdóneseme la expresión- especialmente en mi etapa como jefe de la sección de Local del Faro de Vigo, también después como redactor-jefe en la SER. En aquellos sus primeros años de alcalde, nuestras relaciones fueron más bien tensas. Era la época de un alcalde que creía que se iba a comer el Mundo, que se instalaba en excentricidades notorias que me niego a detallar ahora porque sería injusto juzgarle precisamente por eso, cuando en lo muy positivo de Soto Ferreiro está la sincera evolución que con el paso de los años vino a tener...
En efecto : tras unos primeros tiempos en la Alcaldía de Vigo en los que Soto -desde mi humilde punto de vista- erró, abonándose incluso a la peligrosa filosofía del o están conmigo o están contra mi, Manuel Soto -que era indivíduo muy inteligente- abandonó progresivamente posiciones de confrontación y protagonizó a partir de ahí una acción política más basada en la entente, en el diálogo, la proximidad, la cercanía, el respeto por el rival... lo contrario de lo que habían sido sus primeros años como alcalde. Desde mi modesta opinión -que vale lo que vale- Soto pasó de ser un alcalde cualquiera a ser un buen alcalde, por momentos un gran alcalde para Vigo.
Leo esta mañana palabras del actual alcalde Caballero glorificando a quien acaba de fallecer, deseando homenajearle como dice merecer... El mejor homenaje que podría hacerle al alcalde Soto Ferreiro sería dejar los monumentos que aportó a la ciudad (el Sireno, los Caballos de plaza de España y, singularmente, los marineros rederos del arranque de Gran Vía) justamente donde están : en el sitio donde están. Ese sería el mejor homenaje si se quiere perpetuar el legado, o recuerdo que nos deja a los vigueses Manuel Soto. Medite sobre ello un poco don Abel y de paso observe la trayectoria de aquel hombre que supo evolucionar a tiempo y convertirse en el apreciado alcalde que finalmente fue.
Dejó obras importantes Manuel Soto en Vigo, no solo los grupos escultóricos que acabaron siendo emblemáticos de la ciudad, como aquel alcalde dijo pretender cuando los promovió. Fueron los de Soto años en los que con más o menos acierto, la ciudad accedió a obras, infraestructuras, instituciones con las que no contaba y que con el paso del tiempo se han convertido en fundamentales para su desarrollo. Fueron también los siete u ocho años finales de su mandato al frente de la ciudad, un ejercicio constante de cercanía, de diálogo, de tender puentes, de acercar posiciones con quienes eran rivales que no enemigos políticos. Mejoró, como los buenos vinos, con los años, aquel alcalde. Y es de toda justicia así reconocérselo en esta hora, si bien a el personalmente tuve ocasión de referírselo en una conversación franca y muy cordial que tuvimos hace muchos años atrás.
Me produce enorme tristeza la muerte -y el sufrimiento físico de este último tiempo- de Manuel Soto Ferreiro. Tras aquellos primeros años de tensiones obvias entre periodista y alcalde, luego, mediante un diálogo franco y sincero, tuvimos una buena relación, muy cordial, muy de dejar atrás errores y tensiones personales, muy de pensar en Vigo y en los vigueses y en las responsabilidades de cada uno. Pude así acercarme a la realidad de un hombre al que algunos pretendían cobrar la factura de los errores de sus primeros tiempos como alcalde, sin pararse a observar la evolución notoria que día a día mostraba en su desempeño como hombre público. Era injusto, entendí, no abrir los ojos ante aquella realidad y no colaborar con todas aquellas iniciativas municipales -y no pocas hubo- que fuesen buenas para Vigo y para los vigueses.
La proximidad final a aquel alcalde me permitió también descubrir valores indudables en su persona : su pasión con el paso de los años por tender puentes, por acercar posiciones con todo el mundo, por ser sociable, amigo, compañeiro... . Manuel Soto tenía una firme voluntad por estar próximo al Deporte, a la Cultura en sus muy diversas facetas; a la Música, donde evolucionó desde los grupos de su juventud a las masas corales que impulsó e integró en sus últimos años de vida...
Fue un buen alcalde, las cosas como son; en la balanza, el platillo de lo bueno pesa mucho más que el platillo de lo malo. Sus posiciones radicales, sus estás conmigo o estás contra mi... habría que circunscribirlas a los errores de juventud, de sus primeros tiempos como alcalde. Luego vendría lo mejor en la mayor parte de su mandato. También cuando fue concejal en solitario o casi, también en esos años en el Concello, Soto dio lecciones de saber estar, de responsabilidad, de empeño por colaborar constantemente en el bien general de la ciudad. Su figura no palideció desempeñando como simple edil, tras haber sido el primero de la ciudad.
Ha muerto pues, un gran vigués que nunca olvidó sus orígenes ourensanos. Un hombre que dejará en muchos como nosotros, notables recuerdos.
Para mi sería muy fácil escribir ahora, largo y tendido, sobre mil y una anécdotas, situaciones -incluso caricaturescas- protagonizadas por quien acaba de fallecer. Junto a ello, debería hacerlo sobre importantes momentos en favor de Vigo protagonizados por Manuel Soto.
No merece la pena acercar estos apuntes a vuela pluma, también a esos territorios.
Lo único que interesa, en esta hora triste, es saber que se ha ido un hombre que supo rectificar a tiempo (rectificar es de sabios) y convertirse por momentos en un muy buen alcalde para Vigo. Por ello -y porque también pudimos con los años constatar que fue una buena persona- es de absoluta justicia decir que le vamos a echar notablemente de menos.
Una figura como la suya, que acabó siendo un adalid del diálogo, de los valores de la cercanía, de la amistad, del entendimiento... cuando desaparece -y más en los actuales dificilísimos tiempos que vivimos en la actual Sociedad española- ineludiblemente nos lleva a proclamar : ¡qué falta nos hacías, compañeiro Soto!
EUGÉNIO EIROA
eugenioeiroa@gmail.com
Manuel Soto, hace semanas, en una exposición, aparece junto a su esposa Puri del Palacio
(Imagen en Atlántico Diario -con la venia-)
Publicado en diciembre de 2019)
Su lucha de los últimos años contra un cáncer no dio para más. Hoy nos llega la noticia de la muerte de Manuel Soto Ferreiro, "o compañeiro Soto" -como a el gustaba le dijesen en sus primeros tiempos de la Política-. El velatorio por quien fue alcalde de Vigo tendrá lugar esta tarde, a partir de las 18.00 horas, en el tanatorio de Pereiró. El funeral se oficiará mañana, a las 19.00 horas en la iglesia de La Soledad. Manoel Soto fue alcalde de Vigo bajo las siglas del PSdeG-PSOE durante 12 años, entre 1979 y 1991, siendo sucedido entonces por Carlos Príncipe. Tras darse de baja en el partido Socialista en 1988, impulsó una nueva formación, Progresistas Vigueses, con la que consiguió uno y dos concejales en las elecciones municipales de 1999 y 2003, respectivamente.
En razón a mi ejercicio profesional conocí muy bien a Manuel Soto, al Manuel Soto político con el que hube de lidiar -perdóneseme la expresión- especialmente en mi etapa como jefe de la sección de Local del Faro de Vigo, también después como redactor-jefe en la SER. En aquellos sus primeros años de alcalde, nuestras relaciones fueron más bien tensas. Era la época de un alcalde que creía que se iba a comer el Mundo, que se instalaba en excentricidades notorias que me niego a detallar ahora porque sería injusto juzgarle precisamente por eso, cuando en lo muy positivo de Soto Ferreiro está la sincera evolución que con el paso de los años vino a tener...
En efecto : tras unos primeros tiempos en la Alcaldía de Vigo en los que Soto -desde mi humilde punto de vista- erró, abonándose incluso a la peligrosa filosofía del o están conmigo o están contra mi, Manuel Soto -que era indivíduo muy inteligente- abandonó progresivamente posiciones de confrontación y protagonizó a partir de ahí una acción política más basada en la entente, en el diálogo, la proximidad, la cercanía, el respeto por el rival... lo contrario de lo que habían sido sus primeros años como alcalde. Desde mi modesta opinión -que vale lo que vale- Soto pasó de ser un alcalde cualquiera a ser un buen alcalde, por momentos un gran alcalde para Vigo.
Leo esta mañana palabras del actual alcalde Caballero glorificando a quien acaba de fallecer, deseando homenajearle como dice merecer... El mejor homenaje que podría hacerle al alcalde Soto Ferreiro sería dejar los monumentos que aportó a la ciudad (el Sireno, los Caballos de plaza de España y, singularmente, los marineros rederos del arranque de Gran Vía) justamente donde están : en el sitio donde están. Ese sería el mejor homenaje si se quiere perpetuar el legado, o recuerdo que nos deja a los vigueses Manuel Soto. Medite sobre ello un poco don Abel y de paso observe la trayectoria de aquel hombre que supo evolucionar a tiempo y convertirse en el apreciado alcalde que finalmente fue.
Dejó obras importantes Manuel Soto en Vigo, no solo los grupos escultóricos que acabaron siendo emblemáticos de la ciudad, como aquel alcalde dijo pretender cuando los promovió. Fueron los de Soto años en los que con más o menos acierto, la ciudad accedió a obras, infraestructuras, instituciones con las que no contaba y que con el paso del tiempo se han convertido en fundamentales para su desarrollo. Fueron también los siete u ocho años finales de su mandato al frente de la ciudad, un ejercicio constante de cercanía, de diálogo, de tender puentes, de acercar posiciones con quienes eran rivales que no enemigos políticos. Mejoró, como los buenos vinos, con los años, aquel alcalde. Y es de toda justicia así reconocérselo en esta hora, si bien a el personalmente tuve ocasión de referírselo en una conversación franca y muy cordial que tuvimos hace muchos años atrás.
Me produce enorme tristeza la muerte -y el sufrimiento físico de este último tiempo- de Manuel Soto Ferreiro. Tras aquellos primeros años de tensiones obvias entre periodista y alcalde, luego, mediante un diálogo franco y sincero, tuvimos una buena relación, muy cordial, muy de dejar atrás errores y tensiones personales, muy de pensar en Vigo y en los vigueses y en las responsabilidades de cada uno. Pude así acercarme a la realidad de un hombre al que algunos pretendían cobrar la factura de los errores de sus primeros tiempos como alcalde, sin pararse a observar la evolución notoria que día a día mostraba en su desempeño como hombre público. Era injusto, entendí, no abrir los ojos ante aquella realidad y no colaborar con todas aquellas iniciativas municipales -y no pocas hubo- que fuesen buenas para Vigo y para los vigueses.
La proximidad final a aquel alcalde me permitió también descubrir valores indudables en su persona : su pasión con el paso de los años por tender puentes, por acercar posiciones con todo el mundo, por ser sociable, amigo, compañeiro... . Manuel Soto tenía una firme voluntad por estar próximo al Deporte, a la Cultura en sus muy diversas facetas; a la Música, donde evolucionó desde los grupos de su juventud a las masas corales que impulsó e integró en sus últimos años de vida...
Fue un buen alcalde, las cosas como son; en la balanza, el platillo de lo bueno pesa mucho más que el platillo de lo malo. Sus posiciones radicales, sus estás conmigo o estás contra mi... habría que circunscribirlas a los errores de juventud, de sus primeros tiempos como alcalde. Luego vendría lo mejor en la mayor parte de su mandato. También cuando fue concejal en solitario o casi, también en esos años en el Concello, Soto dio lecciones de saber estar, de responsabilidad, de empeño por colaborar constantemente en el bien general de la ciudad. Su figura no palideció desempeñando como simple edil, tras haber sido el primero de la ciudad.
Ha muerto pues, un gran vigués que nunca olvidó sus orígenes ourensanos. Un hombre que dejará en muchos como nosotros, notables recuerdos.
Para mi sería muy fácil escribir ahora, largo y tendido, sobre mil y una anécdotas, situaciones -incluso caricaturescas- protagonizadas por quien acaba de fallecer. Junto a ello, debería hacerlo sobre importantes momentos en favor de Vigo protagonizados por Manuel Soto.
No merece la pena acercar estos apuntes a vuela pluma, también a esos territorios.
Lo único que interesa, en esta hora triste, es saber que se ha ido un hombre que supo rectificar a tiempo (rectificar es de sabios) y convertirse por momentos en un muy buen alcalde para Vigo. Por ello -y porque también pudimos con los años constatar que fue una buena persona- es de absoluta justicia decir que le vamos a echar notablemente de menos.
Una figura como la suya, que acabó siendo un adalid del diálogo, de los valores de la cercanía, de la amistad, del entendimiento... cuando desaparece -y más en los actuales dificilísimos tiempos que vivimos en la actual Sociedad española- ineludiblemente nos lleva a proclamar : ¡qué falta nos hacías, compañeiro Soto!
EUGÉNIO EIROA
eugenioeiroa@gmail.com
Manuel Soto, hace semanas, en una exposición, aparece junto a su esposa Puri del Palacio
(Imagen en Atlántico Diario -con la venia-)