Pepe Domingo, Pepe, Pepiño -como yo le decía a veces en directo, en la propia Radio, en el tiempo del "Carrusel" de entonces- ha vuelto, como cada vez que puede, a esta su tierra gallega y a su Padrón del alma. Y en la fecha adecuada, porque con o sin Pandemia, un 25 de julio es siempre un 25 de julio, que en Padrón es esa fecha y automáticamente mentar a "Santiaguiño do Monte", aunque haya que celebrarlo en casa recogidos, en el huerto familiar, bajo un árbol en el monte y a distancia, donde sea y como sea... pero un 25 de julio para un padronés es un 25 de julio, siempre fiesta en el alma, siempre en el corazón, aunque lejos se encuentre.

"El Correo Gallego" nos muestra este lunes a Pepe Domingo Castaño con gafas de estas que ahora están de moda, modernillas, "sorprendido por la cámara" -como decían aquellos pies de fotos en los periódicos de antaño- y dispuesto para ir a compartir charla y unas tazas de un vino especial de la comarca del Ulla -que ahora también está de moda- con tres amigos de mucho tiempo atrás... (esto no lo cuenta "El Correo" que sí habla de la ingratitud de algunos padroneses hacia la figura del excelso radiofonista que tanto y tan generosamente ha publicitado a su tierra). Eso sí, tazas y charla a la debida distancia, y al aire libre, como manda la autoridad competente en este tiempo de Pandemia.

Pepe pasó un muy mal trago tiempo no muy atrás, precisamente con la porquería esta de la peste. Le atacó muy duro, le dejó inicialmente secuelas, pero pudo remontar... Seguro que el espíritu de Santiaguiño do Monte, desde su lugar favorito, en esa falda del monte padronés (también llamado de San Gregorio), en aquellos días de zozobra para Pepe Domingo, le echó el capote oportuno que le salvó de la cogida mortal del morlaco fiero del Coronavirus. Por algo aquel emplazamiento padronés de desbordante espiritualidad -Santiaguiño do Monte- es identificado como uno de los santos lugares en donde habría estado predicando el Apóstol Santiago, en sus desplazamientos por la Península Ibérica.

Y aunque estas cosas del alma y del sentimiento profundo no se cuentan, estoy seguro que Pepe Domingo, Pepe, Pepiño... ya habrá dado -otra vez- estos días gracias expresas al santo acudiendo al propio lugar del monte. Y habrá subido los 132 escalones que conforman todo un via crucis en el lugar, para acabar rezando una oración delante de la bella ermita padronesa y otra en el hermoso lugar con aquellas piedras a modo de púlpito donde dicen que se subía el Señor Santiago y adoctrinaba a las gentes dispuestas a escucharle.

Lo importante es que Pepe remontó tiempo atrás y lo que iba para cornada peligrosísima acabó en un puntazo, en un susto enorme que el mismo se llevó y que nos dio a sus amigos, que siempre le hemos querido y le seguiremos queriendo porque Pepe Domingo, Pepe, Pepiño... siempre fue un gran tío, un entrañable personaje al que, siendo además amigo, acabas queriéndolo como si de un familiar se tratase.

Larga vida a Pepe Domingo Castaño, del que seguiremos esperando grandes tardes-noches de Radio, ejemplo de tenacidad y brillantez como maestro grande de comunicadores, ejemplo de buena persona -que es lo más importante- que siempre ha sido, es y será. 

Su recuperación ha sido plena, ya se sabía; pero esas imponentes y ultramodernas gafas nos certifican que nuestro hombre está -como siempre- pletórico de ilusiones y de excelente humor. Y a partir de ahí, lo que sea... 

¡Buen verano, amigo!. 

Eugénio Eiroa