Afonso V, rey de Portugal y devoto de la Virgen de Guadalupe

VIGO .- Una vez más peregrinamos al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en la provincia de Cáceres (Extremadura) -lugar de gran devoción de los católicos y tan ligado también a Portugal en siglos pasados-.

Hoy toca de paso hablarles de la relación de devoción de ilustres portugueses a la Virgen de Guadalupe quedó plasmada magníficamente en la conferencia que en octubre de 2007 pronunciaba sobre La Virgen de Guadalupe y Portugal, la Dra. Isabel María Ribeiro Mendes Drumond Braga, de la Universidad de Lisboa.

De entre los llegados desde un sin fin de países, son los portugueses después de los españoles los que más peregrinan a Guadalupe en Cáceres y se calcula que cada año, más de dos mil lusitanos acuden a implorar favores y protección a Nuestra Señora en su basílica del Real Monasterio, siguiendo el ejemplo de Reyes de Portugal, como Alfonso V y otros, que en momentos de apuro (la tristemente famosa peste que asoló Lisboa siglos atrás) pidieron a la Virgen de Guadalupe su auxilio y, milagrosamente, surgió remedio para aquellos males.

Con el paso del tiempo fama del monasterio se extendió por toda España y por todo el mundo. Nueve códices de Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, testimonian la devoción universal de las gentes. La presencia, desde el siglo XVI, de los españoles en varios lugares de la Tierra, la importancia de su ejército, de sus letras y la fuerte evangelización llevada a cabo ejercieron gran influencia en otros pueblos a los que, entre otros valores se trasmitió la devoción guadalupense, en ese tiempo la más extendida y fomentada en España.

Durante los siglos XV, XVI, XVII, fueron las demandas o facultad de pedir limosna para el santuario por todas partes una muestra de la devoción a la Virgen. Las gentes de Castilla y de Portugal concurrían con generosos donativos, que eran después bien invertidos en beneficio de los peregrinos pobres y en la asistencia de enfermos en los cuatro hospitales que atendía la santa casa.
Desde el siglo XV hasta el XVIII el santuario disfruto del privilegio de la manda forzosa. Todas las personas acomodadas debían dejar en sus testamentos algunas mandas en favor del santuario; compartía entonces ese honor con los santuarios de Jerusalén, Roma y Compostela.

En España son numerosos los santuarios dedicados a la virgen de Guadalupe, además de los de Extremadura, destacan los de Hondarribia (antes Fuenterrabía), Guadalupe (Murcia), Rianxo (A Coruña), Gavellar (Ubeda). Además son numerosísimas las ermitas diseminadas por toda geografía española.

Fuera de España, hay santuarios en Portugal, Polonia, Rio-Muni, y en especial en América y Filipinas, donde más de 600 lugares llevan el nombre de Guadalupe, y en donde destacan los santuarios de Nuestra Señora de Guadalupe de Tepeyac, villa de Guadalupe(México); de Sucre y en Mizque (Bolivia); Pascamayo, Nespeña, Balsas, Nasca y Ayquina (Perú); de Quito (Ecuador); de Quinche (Quito-Ecuador); Santa Fe de Bogotá (Colombia); y la catedral de Basse-Terre y Point-á-Pitre (Antillas) en la isla que, descubiertas por Colón el 4 de noviembre de 1993, recibió el nombre de Guadalupe. La isla fue cedida a Francia en 1635 y en la actualidad está considerada como un departamento francés. 

Junto a todos estos santuarios hay numerosos templos que albergan imágenes de la Virgen de Guadalupe. Ningúna denominación de la Virgen María está más íntimamente unido a los hechos que integran ese amplio concepto de la Hispanidad que Nuestra Señora de Guadalupe. Aquí y allí. En España y en América. De ahí el merecido título de Reina de la Hispanidad.