El verano ya se acaba. Entre pitos y flautas, con la pandemia amenazante, no ha dejado de ser un verano agridulce, condicionado, en semi-libertad... si me apuras, una mierda, dicho sea con perdón...

En la Eurorregión la persiana está a punto de bajarse. Quedará Santiago, con su año santo 2021-22; quedará Porto, con su atractivo siempre para el Turismo de fuera de temporada. Lugares de turismo internacional, sin duda. Pero en los otros puntos atractivos de la Eurorregión, la persiana muy pronto se bajará para anunciar el Otoño y por ende la proximidad de la invernía.

La inestabilidad atmosférica que nos embarga en este inicio de semana -hasta el viernes no estará totalmente claro el panorama- que lo mismo te obsequia con unos rayos y truenos, que con una buena lluvia de vez en cuando, o un sol entrenubes que aún aprieta, no deja de ser simbología otoñal y confirmación, como decía mi querido padre, de que nada hay más voluble que el Tiempo... y que si quieres quedar mal, predice el Tiempo. Al margen de que el, como en muchas otras cosas, tenía razón, no es menos cierto que con la Vendimia encima, estas inoportunas lluvias y tormentas eran lo que nos faltaba...

Ya para los turistas de agosto, que se fueron, poco les importa. Para los setembrinos, que algunos hay, es mala suerte. Y para los demás, los que residimos y andamos por la Eurorregión, más nos gustaría bonanza meteorológica sin sobresaltos; que -por ejemplo- lo del fin de semana, especialmente el domingo, con aquellos calores tropicales según zonas, tampoco era muy normal.

Pero nada podemos hacer, frente a lo que los cielos disponen. Si acaso darnos un paseo por la cada día más concurrida y atractiva Rua das Flores, en el corazón de Porto, que conecta la zona de la estación de São Bento y el barrio de la Catedral hasta la zona ribeirinha. Hermoso lugar, con rincones muy agradables para sentarte en una explanada como la de la foto, pedir una bebida y testificar el ir y venir de las gentes más variopintas. Porque Porto es Porto siempre; y nunca le quitarán lo bailado. Sea verano, otoño, invierno... esa Rua das Flores -y otras arterias de su centro histórico- aparecerán con no pocos turistas, con no pocos dispuestos a apreciar lo mucho que la cidade invicta encierra.

Y sea verano, otoño, invierno o primavera y a Porto vayas, no dejes de subirte a uno de esos barcos -como el de la foto- que durante 55 minutos te pasearán por el río, una vez que a ellos accedas en la Ribeira portuense. 

Te llevarán río arriba primero, pasando uno tras otro bajo los puentes que la ciudad tiene. Y cuando el barco haya llegado allá arriba, en la zona en que el río se muestra en el vecino municipio de Gondomar, la embarcación dará la vuelta y te transportará río abajo, hasta la misma desembocadura del Douro, en la zona de A Foz. Luego, de nuevo el barco irá remontando el río tras haber dado la vuelta en A Foz, frente a Afurada. Irás subiendo el río, hasta que frente a la zona ribereña de Gaia, pero en la orilla de Porto, la embarcación hará punto y final a su viaje. Serán 55 minutos magníficos, para ver Porto y Gaia de otro modo, para llevar una máquina fotográfica contigo y hartarte de hacer buenas fotos... porque en semejante disparadero como es este viaje en barco rabelo por el Douro, el que no es capaz de hacer buenas fotos, teniendo aquello tan a huevo... es un(a) manazas que debería de ser abroncado(a) por incompetente.

Las fotos de Araújo Maceira nos muestran precisamente los lugares de los que hablamos. Arriba, la Rua das Flores; abajo, el barco típico que transporta a los turistas, a su paso por la cercanía del llamado Ponte Luiz I (1881-1886 en el tiempo de su construcción).