GALICIA Y SUS GENTES

Portomarín, dos pueblos y dos paisajes

Las eléctricas nos suben la luz a límites de récord y dejan sin agua los embalses que anegaron las tierras fértiles y los pueblos mas hermosos que te puedas imaginar. Lo hacen a traición, cuando les da la gana y con el consentimiento de un Gobierno que se va a morir de inacción. Por eso, estos días de septiembre, sobre todo en Portomarín, salen a la luz los viejos fantasmas para recordarles las fechorías del pasado y las del presente. Este es el cuadro de una tragedia causada para enriquecer al conde de Fenosa, el amigo de aquel dictador que impuso las inundaciones.  

MUERTE Y RESURRECCIÓN

Portomarín es un pueblo sumergido bajo las aguas del río y a la vez un pueblo rescatado de una muerte que fue anunciada. Paseando por el lecho verde del Miño y entre las ruinas del pueblo viejo es posible que emerjan viejos relatos populares e imágenes del Mas Allá. Si recorremos el pueblo nuevo nos encontraremos con algunos monumentos salvados del naufragio, como las iglesias de San Juan y de San Pedro, o el Palacio de Berbetoros y la Casa del Conde.

LA MAGIA DEL MIÑO

Mientras los fantasmas del pasado emergen del agua otra realidad próxima ofrece la posibilidad de conocer un pueblo hermoso, cuidado y acogedor, que resulta ser uno de los más emblemáticos del Camino Francés a Compostela. Tiene un encanto especial y el Miño le ha contagiado su magia. La villa vive un permanente hechizo y la luz del final del verano realza su casco de piedra, que asombra a los peregrinos que llegan camino de Compostela por el puente de la modernidad o los otros, curiosos, por el medieval, el que deja al descubierto este septiembre en el que las eléctricas nos roban el agua del río.

El Miño es siempre su mejor paisaje.

Por un lado, está esa perspectiva que deja a la vista la ambición de las eléctricas y por el otro, cuando en invierno recibe el agua de un ciento de regatos para que baje en calma hacia la Ribeira Sagrada, donde el Miño es el creador del gran espacio natural.

En el tramo próximo a Portomarín, el Miño es testigo del resurgir del pasado cuando apenas llueve, pero también es un pequeño mar interior en el que se practican los deportes náuticos, cuando las lluvias llenan su cauce. Tal vez el mejor paisaje se concrete en la confluencia de los regatos pequeños con el gran río.

Como ese sendero que recorre ambas márgenes del río Ferreira, el más generoso de todos los ríos pequeños, si la lluvia se lo permite. Su final en el Miño crea un verdadero paraíso.

LA VIEJA RUTA

También te asombrarán los paisajes que se aprecian siguiendo una vieja ruta de arrieiros, hoy convertida en carretera comarcal, la que enlaza Portomarín con Chantada.

Tiene esta carretera medio centenar de miradores desde los que contemplar los cañones creados por el agua embalsada en Belesar. A veces, como ocurre con el viejo Portomarín, reaparecen las huellas de los pueblos sumergidos. Otras, el agua lo invade todo creando un gran mar de interior… Por el lomo del río, en tiempos de verano, hasta navegan veleros… 

EL CAMINO DE SANTIAGO

Portomarín está al pie de la vieja ruta medieval y quizá sea este el principal valor del municipio. Entra por Parocha y Vilachá. Millones de pasos sobre él trazan un reguero de esperanza, de espiritualidad o de simple placer por el más puro contacto con la naturaleza.

Vilachá es de gran belleza paisajística, como todo el trayecto de esta etapa que comienza en Sarria y termina en Portomarín. Remonta el valle del Miño por San RoqueTixibóGonzar Castromaior, uno de los más importantes yacimientos castrexos excavados de Galicia. La citania aparece a pie de Camino una vez superada la aldea. El último tramo de la Ruta Xacobea en Portomarín nos lleva hasta Hospital, nombre que nos recuerda que aquí se ubicó el Hospital de la Cruz hasta el siglo XVIII.

Posee el municipio, en sus 20 parroquias, numerosos atractivos, de ahí que haya muchas posibilidades de alojamiento en viejas casas rurales. Algunos peregrinos las utilizan, pero la mayoría prefiere convivir en los dos albergues de Portomarín, uno de los finales de etapa más emblemáticos de la ruta conocida como Camino Francés

REFLEXIÓN FINAL

Quiso el Diario de Pontevedra de mis amores que fuera testigo del momento en el que las aguas del Miño anegaban el pueblo más hermoso de entre todos los pueblos bonitos de la provincia de Lugo y por ello compartí más de una lágrima con los vecinos que veían como se hundía su vida, al mismo tiempo que crecía la cola del embalse de Belesar.

Hoy sigo convencido de que a mis paisanos les robaron sus tierras entonces para cobrarles hoy la energía al precio mas alto de Europa. Supongo que la rabia está a flor de piel estos días de bajadas de agua en el salto de Belesar y por el contrario de subidas astronómicas en el recibo de la luz. Me pregunto para que sirvieron aquellos “pantanos” -como le llamaban en Madrid- que tanto le gustaba inaugurar al dictador Franco, a quien acompañaba siempre el conde aquel que le regaló el pazo de Meirás con el dinero extorsionado a los gallegos, principalmente a los funcionarios.

Aunque solo sea por revivir la historia merece la pena conocer Portomarín y el paisaje que le rodea. Contempla como del Miño seco emergen los viejos fantasmas…

XERARDO RODRÍGUEZ, director de www.galiciaunica.es