Este Javier Guerra fue un día concejal en el Ayuntamiento de Vigo. Y pasó a ser conocido por "Paraboliñas II". "Paraboliñas" era el apelativo cariñoso que algunos cronistas de entonces y algunas gentes del PP de la época habían puesto a Ramón Díaz del Río, quien fue entonces un buen conselleiro de Pesca y más tarde un buen conselleiro de Industria de la Xunta de Galicia.

Cuando sus primeros tiempos de concejal en el Consistorio olívico, a Guerra le dio por hablar en parábola para abordar ciertas cuestiones. Hablaba de un supuesto matrimonio o pareja de jóvenes y de los equilibrios mil que habían de hacer para salir adelante en su día a día...

Luego, Javier Guerra acabaría como Conselleiro de Industria, como lo había sido "Paraboliñas I".

Vinieron más tarde otros tiempos, en los que Guerra soñaba con ser el mandamás del PP vigués. E hizo algunos movimientos -fracasados- al respecto. Reciente fue aquella historia que algunos entendieron como un amago : cuidadito con cómo me trata el partido que me voy con mis numerosos fieles a Ciudadanos... Una historia que el interesado evitó confirmar, mientras que algunos de sus allegados la aireaban convenientemente...

Y Guerra quedó ahí, a la espera de otros tiempos, mientras Feijóo, Rueda... -el aparato, vamos- no mostraban mucho interés por recuperarle en primer plano de la actualidad. A lo sumo, vete para Madrid y canta por allí algo como senador.

Mientras tanto, el PP vigués -tras la últimas trifulcas internas y el fracaso en la vida municipal de la ex-conselleira de Facenda- era pacificado y remansadas sus aguas, con la gestión -de gestora puesta a dedo- de la veterana en mil batallas, la ex alcaldesa Corina Porro. 

Pero ahora, el tiempo de la gestora ha terminado. Y Rueda, mandamás provincial del PP, se ha apresurado a convocar el congreso de Vigo, del que debe de salir un(a) mandamás local para el partido. Primeros días de líos, que si solo pueden votar los que tenían las cuotas al día este verano pasado; que si esto se hace así, vamos a proceder con denuncias de... De nuevo las aguas se agitan.

Y es que el aparato -aunque no lo diga, no lo confiese- está por la labor de que una joven afecta al régimen provincial de los peperos, Marta Fernández Tapias, a la sazón delegada de la Xunta en Vigo, acabe siendo quien mande en el partido en la ciudad más grande de Galicia.

Y frente a esta opción claramente "oficialista" aparece, otra vez, en escena, "Paraboliñas II", Javier Guerra. Pero esta vez, aunque con el hándicap de que los tutores del Congreso quieren hacer valer eso de que solo  votan los que estaban al día en el ecuador del pasado verano, Guerra se hace una foto muy potente, pues presume -y no le falta razón- de contar en su plataforma (en su plancha, que dirían los venezolanos) a todos los vigueses y viguesas que son cargos actualmente en el Partido Popular, ya sea en el Concello, la Deputación, el Parlamento, la Xunta, el Congreso, el Senado...

"Paraboliñas II" ha espabilado tras batacazos anteriores. Esta vez parece salir a jugar el partido con una alineación llena de nombres importantes, llamativos, a los que añade un Evangelio nuevo, con nuevas parábolas  -ya no es únicamente la historia de la pareja aquella-; de algo le vale al candidato el rodaje que lleva encima, pues bien podría decirse que, al lado de Martita, el Guerra tiene ya más mili que Cascorro.

En breve saldremos de dudas. En buena lógica, debería de ganar Javier Guerra. A su oponente aún le falta un hervor político. Si del resultado de las urnas de este Congreso vigués del PP... sale también el nombre del candidato o candidata a la Alcaldía de Vigo en las próximas municipales, no cabe duda que, cara a la galería, Guerra aparenta tener más prestancia que Fernández Tapias. Ahora bien, de ahí a que uno de los dos pueda derrotar en las próximas municipales a Caballero... se nos antoja que esto último no parece demasiado probable.

Lo que sí está claro es que Guerra, trabajando seriamente ahora un tiempo desde fuera del Concello, pero haciéndose ver en Vigo, y luego otros cuatro años como verdadero líder de la Oposición y vistosa alternativa ya dentro del Concello, sí podría ser el que envíe de una vez y por todas a su casa al luminoso don Abel. 

Pero esta es otra historia, para después, la de la candidatura a la Alcaldía de Vigo por parte del PP. Ahora mismo, lo que toca en los populares vigueses es decidir quien manda en el partido local. Y si Guerra, con el "Guerrismo" activado -eso dice el-, con todos los cargos públicos a su lado y aplaudiendo hasta con las orejas... si Guerra no es capaz, esta vez, de lograr el mando local en el partido, lo mejor que puede hacer es -de una vez y por todas- irse a casita o a hacer chubasqueros y otras ropas para regatear con los balandros.

Así es, si así os parece...