Pilar Franco García, en una foto de hace unos años


Querida tía Pilar :

Este 29 de diciembre ha sido un día muy amargo. Pero también lo fueron los precedentes, al saber que no andabas bien y que estabas muy cerca del fim da linha, como dicen en estos casos los hermanos portugueses que yo tanto quiero (porque al fin y al cabo, si no hubiese existido aquel humilde albañil de la zona de Viana do Castelo que fue tu abuelo -y mi bisabuelo- ninguno de nosotros estaríamos por este Mundo terrenal).

Te escribo porque estoy seguro que esto lo leerás desde la eternidad; no será una carta sin destino, o devuelta. Esta misma noche, cuando la termine, seguro que ya estará en tu conocimiento. Y es que, ante el hecho tremendo de la Muerte, solo hay dos posturas : o creemos en el más allá, o no creemos. Y los que creemos, los que tenemos fe, apostamos por proclamar que la Muerte no es el final. Y es eso lo que nos reconforta en medio del dolor de ver partir a quien se quiere.

¿Sabes?, tiempo atrás, antes de la pandemia, una vez que fui a visitarte cuando estabas aquellos días encamada porque la maldita columna destrozada no te dejaba estar en pie entonces, me alegró mucho ver que en la habitación tenías, cerca de la mesilla, aquella pequeña imagen de la Virgen de Guadalupe que -tras una visita al santuario cacereño- yo le había traído a la abuela Dora muchos años atrás. Pensé al verte tan dolorida en la cama : a esta mujer no puede dejarla así Nuestra Señora. Y pasado un tiempo volviste a andar, a desplazarte, a moverte por ti misma... Te merecías eso y mucho más. Por lo mucho y bueno que siempre hiciste por los demás durante toda tu vida, por tanto sacrificio, por tanta abnegación...

Ahora, en tu adiós, que no es adiós sino hasta siempre, porque en la Eternidad, si Dios quiere, nos encontraremos un día del futuro que viene... se agolpan infinidad recuerdos. Parece como si fuese ayer mismo, viéndote en el pequeño salón de la casa de la abuela, en Alfredo Saralegui, convertido aquello en una especie de sastrería, donde hacías corte y confección, sastrería a medida para que no pocas de Cangas tuviesen traje nuevo para ir a una boda, bautizo o primera comunión... ¡Y qué bien se te daba aquello!. La abuela Dora te echaba una mano cosiendo, pero la que cortaba, la que marcaba con aquella tiza de sastre, la que tenía las ideas y las revistas con los diseños de entonces que incluso mejorabas, eras tu... Y lo hacías echando al tiempo una mano a tu marido en el almacén de materiales de construcción y cuidando aún de tu pequeño hijo Enrique, como más tarde cuidaste y sacaste adelante a María Elena mientras trabajabas. Eras incansable... Y así lo fuiste después también cuando dejaste lo del corte y confección, porque tenías que estar más pendiente todavía de despachar y gestionar cementos, barnices, pinturas, arenas, bloques, ladrillos... Trabajaste a tope en casa y fuera de casa, en aquellos tiempos en que no era tan habitual en las mujeres. Sacabas tiempo para todo y siempre fuerzas de flaqueza. Pero venías de una gran escuela, donde tu padre Emilio y tu madre Dora las habían pasado canutas en el tiempo de guerra y post-guerra y siempre supieron inculcaros a ti y a mi madre ese espíritu de sacrificio, esa abnegación, ese luchar permanentemente ante la adversidad que tanto caracterizó a vuestra generación.

Querida tía Pilar : 

Te has ido tu ahora; se fue el tío Ángel hace poco más de un año... En Barcelona se fue la tía Maruchi al inicio del otro año también, pocos años atrás se fue tu hermana María Luisa -mi madre-, unos años antes se fue mi padre Eugenio... un poco antes se había ido mi otro tío, Paco... Todos los de vuestra generación os habéis ido, como antes se había ido la abuela Dora, el abuelo Emilio, la abuela Carmen... y la que llamábamos de niños "la  abuelita vieja" (la bisabuela también llamada Carmen)... Todos los nombrados fueron los familiares de generaciones superiores que yo conocí en Vida y cuyas muertes me ha tocado vivir con menos o con más edad. Tu, querida tía Pilar, cerraste esta lista hoy, en diciembre de 2021.

Os habéis ido todos. Y todos nos habéis dejado enseñanzas, en mayor o menor grado, pero todos. Y ya en tu caso, no digamos. Desde tu bondad infinita, desde tu trayectoria ejemplar como esposa, como madre y como verdadero brazo derecho de tu marido, nos enseñaste a los que estábamos próximos que la Vida es el milagro de existir, el coraje de sonreír, las ganas de esperar, la fuerza de resistir y la humildad, siempre la humildad para saber agradecer. Fueron muchas las enseñanzas que con tu vida aportaste, tía Pilar. Todo envuelto siempre en el cariño, la generosidad, la entrega más absoluta que manifestabas en todo lo que hacías.

Hoy, querida tía Pilar, Cangas es más pobre porque tu te has ido y se están yendo ya todos los de tu generación. Los que hicisteis posible lo que hoy es Cangas, con vuestro esfuerzo, con vuestro compromiso, con vuestra ilusión diaria. Cada uno desde su posición, desde su puesto en el frente diario en busca de un futuro mejor.

A ti no te llegaba con trabajar de sol a sol, en el almacén de materiales de construcción, en tu casa sacando adelante a tu familia que, aún encima, si tu marido se embarcaba en la directiva del Alondras, allá ibas tu a echarle una mano y -desde el mayor altruismo- preparabas talonarios de entradas al campo Massó -primero- y al Morrazo -después-, hacías el control del taquillaje, también despachabas las entradas como un taquillero más y... te quedabas sin ver el partido siempre -pese a tener pagado el carnet anual de socia- porque tenías que echar las cuentas y cerrar lo recaudado. Y así durante muchos años, jugase el Alondras, el Atlético Morrazo o el Deportivo Cangués; no había domingos para ti... Siempre el compromiso, siempre la mejor sonrisa, siempre el restar importancia a lo mucho y bien que hacías.

Cuando murió mi madre, no hace muchos años, me consolaba mucho ir a verte, porque era como ver en ti la representación de ella. Luego, vino la Covid y por elemental precaución tuve que dejar de haceros aquella visita de mèdico semanal que siempre os hacía... La Covid nos ha regalado esto también : tener que despedirnos de los seres queridos a distancia. Pero la Covid nunca pudo impedir que te tuviese presente siempre, especialmente cada dos por tres en este último año, pensando en el sufrimiento que para ti tenía que ser no poder estar junto al querido tío Ángel que ya había muerto en octubre de 2020.

Pasó solamente un año largo desde que Ángel se fue. Y ahora te ha tocado a ti. Dios así lo ha querido, tal vez porque a su lado tiene esperándote, impaciente porque allí llegues, el espíritu del tío Ángel. Nunca vi un matrimonio tan especialmente unido, tan ejemplarmente cariñoso, tan entrañablemente cómplice, como vosotros fuisteis. 

Creo firmemente que el cielo existe, la eternidad, la paz en Dios... llámale como quieras. ¿Y sabes por qué lo creo?. Porque una historia de amor, tan hermosa como la que Ángel y tu habéis escrito a lo largo y ancho de vuestras vidas, no puede terminar en un nicho en el cementerio. Ahí quedarán los restos, ahí quedará un testimonio físico, una representación de lo que fuisteis. Pero el alma, el espíritu, sigue, tiene que seguir. Porque sería infame que una historia de amor como la vuestra no pudiese continuar, porque no hubiese eternidad. La hay y ahí vais a seguir, tan unidos como siempre estuvisteis, tan increíblemente felices como -pese a todas las adversidades- nunca dejasteis de ser.

Por eso tiene que haber Vida eterna. Porque a gentes como tu hay que premiarlas, por cómo fueron en esta Vida terrenal, por lo mucho que dieron, por lo mucho que enseñaron... a saber sufrir, a saber aceptar, a saber amar.

Gracias tía Pilar. Por cómo fuiste. Por tanto cariño que tanto tu como Ángel en todo momento me disteis. Que Dios os bendiga y que también mis queridos padres reunidos con vosotros estén en la Eternidad, hasta que un día, en los campos del Señor podamos estar todos juntos.

Así es la Vida.

EUGÉNIO EIROA FRANCO

A la izquierda, Pilar Franco García; en el centro, María Luisa Franco García; a la derecha, Ángel Villar Blanco, en una foto de no hace muchos años.