Salida en hombros de Manolo Santana tras una eliminatoria de Copa Davis disputada en "la pista central de concursos del Real Club de Tenis Barcelona 1899" como diría el también inolvidable narrador de aquellos tiempos heroicos del Tenis, Juan José Castillo

Manolo Santana, tenista excepcional, deportista español que se convirtió en la gran leyenda del Tenis hispano en los tiempos difíciles, en que España las pasaba negras para abrirse camino en ese y otros deportes, ha muerto en este diciembre, mes que trae el inevitable recuerdo de aquellas primeras finales de Copa Davis que España protagonizó en territorio australiano. Con Santana se van muchísimos recuerdos y muchísimos momentos de gloria que Manolo aportó al Deporte español. Pero también, inevitablemente, su muerte, nos agiganta ahora, a los que entonces casi éramos niños, los recuerdos de un tiempo en donde deportistas del calibre de Manolo Santana eran para nosotros verdaderos héroes y en la tele había tipos como Juan José Castillo que nos narraban de modo magistral aquello que veíamos, de manera que, aún siendo derrota lo cosechado, acabábamos casi por creernos que habíamos logrado una "gran victoria moral", como nos predicaba aquel excepcional narrador del tenis de aquellos tiempos...

En la Milton Court de Brisbane, Australia, cuando quien esto escribe tenía 14 años (año de 1967), del 26 al 28 de diciembre, se dieron cita los equipos nacionales de tenis de España yAustralia. Era la finalísima de la Copa Davis de entonces, algo serio, no esa merienda de negros en que la han convertido ahora Piqué y sus adláteres. 

Entonces, para llegar a jugar la finalísima con el casi siempre campeón (Australia) y en el país del campeón, el rival tenía que pasar antes por una serie de eliminatorias de mucho cuidado. Aquel año, Manolo Santana, Manolo Orantes, habían llevado el peso del equipo español jugando incluso el partido de dobles en la final, además de protagonizar los singles. 

Eran tiempos heroicos, en los que nadie imaginaba que con los años llegaría un Rafa Nadal dispuesto a poner e imponer orden mundial en el territorio del Tenis. Por eso, por lo mucho que costaba llegar lejos en la Copa Davis, cada vez que España eliminaba a un rival, millones de españoles ante el televisor vibrábamos y aprendíamos qué era aquello de la raqueta, la red, la pelotita, el revés, la volea, la dejada, el "passing-shot", el "ace", la segunda bola, el match-ball... todo aquel lenguaje que rápidamente adquirimos a base de España jugar y eliminar aquel año 1967 -entre otros varios- a Ecuador (5-0) y Sudáfrica (3-2) ya en semifinales y final previas a la super-finalísima luego con Australia. 

Todo aquello, jóvenes, casi niños o mayores, lo aprendimos con la tele delante en aquellas retransmisiones casi didácticas que, en la mejor televisión de entonces (la única), tenían por locutor especialista en tenis, al inolvidable Juan José Castillo. 

Y fue precisamente, allí, en "la pista central de concursos" -frase siempre de Castillo- de la Milton Court de Brisbane, pista de hierba donde los australianos eran imbatibles, donde nos tocaba por segunda vez jugar una final mundial (los españoles se salvaban en las eliminatorias cuando podían jugar en la famosa tierra batida -polvo de ladrillo más bien-; pero jugar en el campo del rival y además hierba era casi un imposible, o sin casi...).

Sin embargo, Juan José Castillo nos envolvió a todos -en aquel tiempo de diciembre de 1967- para levantarnos de madrugada y envueltos en una manta, sentados en el salón de casa, tratar de ver y escuchar sin que nuestros padres se percatasen de que habíamos abandonado la cama a las 4 de la mañana... Los que lo hicimos -como yo en mi casa- acabamos abroncados por los progenitores que no entendían aquella pasión por ver a unos fulanos de corto dando estacazos a una bolita para enviarla más allá de una red, a donde estaba otro tipo con una raqueta dispuesto a sacudirle otra gran leche a la pobre pelotita... Pero fuimos millones los españoles que en aquella Navidad del año 1967 pasamos tres madrugadas delante el televisor, procurando que el sonido estuviese bajito para no despertar a quienes en la casa dormían a tan intempestivas horas.

No nos fue bien en Australia entonces. Entre la pista de hierba a la que los nuestros no estaban muy hechos y entre que Australia tenía un equipo de fábula, con Roy Emerson nada menos en los singles, un "2" de fábula como era John Newcombe; luego una pareja de dobles imparable integrada por el propio John Newcombe y Tony Roche... poco teníamos que hacer.

Pero Juan José Castillo vestía aquellas retransmisiones de tal modo que -aparte las lecciones que nos daba sobre aquel deporte- nos hacía sentir que aquellos partidos que íbamos perdiendo uno tras otro eran... haber llegado a la meta de acariciar la gloria y que un día, no muy lejano, España sería grande, definitivamente grande en Tenis, porque la semilla que estaban sembrando Santana, Juan Gisbert, Manolito Orantes, José Luis Arilla, aquel Juan Manuel Couder -que estaba de "4" y casi nunca jugaba-... acabaría por dar frutos excepcionales, como así fue con el paso de los años.

Perdimos los dos primeros partidos de singles, perdimos 6-4, 6-1, 6-1 cuando Roy Emerson le endosó ese marcador a Manolo Santana; perdimos 6-3, 6-2, 6-2 cuando Newcombe le hizo ese marcador a Manolo Orantes; perdimos 6-4, 6-4 y 6-4 en el partido de dobles, donde -eso sí- la afamada pareja que formaban Tony Roche y John Newcombe no lo tuvo nada fácil para imponerse a la nuestra formada esta vez por Manolo Santana y Manolo Orantes. Era el segundo día de la eliminatoria y Castrillo, aquella madrugada en España, desde Australia, nos decía que "habíamos estado muy cerca de la gesta, muy cerca de hacer el primer punto ante Australia", que debíamos "sentirnos muy orgullosos" del equipo hispano que capitaneaba Jaime Bartolí -"capitán no jugador", como se decía-.

Aquel partido de dobles, donde Manolo Santana había estado realmente por momentos genial y en donde el muy joven Orantes mostraba que no era injusta la fama de la que llegaba precedido, enardeció al bueno de Juanjo Castillo, que lejos de estar desanimado para la tercera jornada, con 3-0 ya en el marcador de la eliminatoria (y por tanto el título y ensaladera de plata garantizada para Australia)... salió al micrófono de la TVE de entonces con tales ínfulas que acabó por contagiarnos a los televidentes, hasta el extremo de que mi querida madre bajó del piso superior de casa al salón, alarmada, por los gritos que salían de aquel televisor, por medio de la garganta de Juan José Castillo y por el hecho de que yo, entusiasmado también, subía el volumen a medida que el partido avanzaba y el gran Manolo Santana estaba cada vez más cerca de salvar el honor hispano.

Fue ahí, en ese partido, entre John Newcombe y Manolo Santana, cuando Juan José Castillo hizo para siempre célebre la frase-exclamación de "¡entró, entró...!", pronunciada varias veces, cada vez que, jugando al límite, el genial Santana colocaba una bola ajustadísima, al fondo de la pista, que el gran Newcombe no podía devolver y... se convertía así en tanto o punto para España... Porque aquella jornada, cuando en Australia era de día y en España aún de noche, en el cuarto partido de la finalísima de Brisbane, España logró -a través del triunfo de Manolo Santana (7-5, 6-4 y 6-2) sobre Newcombe- su punto en esta final de 1967. Y aquella madrugada, Castillo pasó a la definitiva gloria con su inventada frase, luego legendaria, del "¡entró, entró...!", pronunciada por el con especial énfasis y reiterada en varios momentos clave de aquel histórico partido de tenis... Sería una frase luego, cien, mil, no se cuántas veces pronunciada por el propio Castillo mientras estuvo en activo en las retransmisiones del tenis... que el mejor que nadie hizo tan populares entre los televidentes de aquel tiempo.

Como en el partido que cerraba aquella finalísima de Brisbane, Orantes se las hizo pasar canutas al mismísimo Roy Emerson (6-1, 6-1, 2-6 y 6-4 para el australiano), aún Juanjo Castillo tuvo ocasión de soltar algunas veces más el "¡entró, entró...!. Punto para España" y prácticamente eternizar su célebre expresión. 

Juan José Castillo fue un periodista deportivo célebre. Dirigió incluso "El Mundo Deportivo" e hizo cosas importantes en varios medios. Pero sus locuciones-narraciones en las retransmisiones de televisión, en deportes minoritarios, especialmente el baloncesto y ya no digamos... el tenis, le transportaron a la gloria eterna.

Pero... quien de verdad hizo popular el Tenis, en España, y eso quedará siempre para la historia, fue Manolo Santana, grande entre los grandes. En 1965 y 1967, Manuel Santana, Joan Gisbert, José Luis Arilla, Juan Couder y Manuel Orantes lograron que España alcanzase sus dos primeras finales de la Copa Davis ante Australia, "cuyas derrotas no enturbiaron el gran sueño de un futuro de gloria que por fuerza habrá de llegar" (profetizaba Castillo en retransmisiones de entonces, en un tono catequístico a veces, pero que seguíamos a pies juntillas los fieles televidentes de aquello).


Final de 1967 en Brisbane. De izquierda a derecha : Manuel Orantes, Manuel Santana, Joan Gisbert, José Luis Arilla.

"En los años 60, de España en el Extranjero sólo se sabía que el Real Madrid ganaba en Europa y que Lola Flores triunfaba en América",
decía años después José Luis Arilla, especialista en los partidos de "dobles" en el equipo español. 
Sin embargo, para más grandiosa leyenda luego, un día apareció en escena Manuel Santana, un muchacho muy humilde que se ganaba unas propinas como simple recogepelotas en el Club de Tenis Velázquez, de Madrid. Allí cayó en gracia a una familia pudiente, los Romero Girón, que le apoyaron para dejar de recoger las bolas lanzadas por otros y abrirse camino como jugador de tenis... Muy pronto Santana empezó a brillar porque ganaba torneos con una facilidad pasmosa. Y así, una vez que entró en el equipo español de tenis, las cosas empezaron a cambiar para España en sus compromisos internacionales de la Davis : "era el líder. No fallaba casi nunca y los demás éramos como un complemento", explicaba José Luis Arilla que jugó infinidad de partidos con Santana como compañero en los partidos de dobles.

En 1965, cuando por primera vez España se plantó en la finalísima con Australia, Santana ya era una figura en el mundo del tenis, aunque sobre pistas de tierra batida : había logrado ya dos Roland Garros (1961 y 1964) y un Campeonato Abierto de Estados Unidos (1965). Aquel año en que España llegó por primera vez a la finalísima con Australia, Santana era el auténtico líder de un equipo que ese año derrotó con gran autoridad, por primera vez a Estados Unidos, clasificándose así para la primera gran final. Santana era entonces una especie de héroe en España, además de un tenista de reconocido prestigio internacional.

La finalísima de 1965 fue de derrota, como la que evocamos antes, de 1967. Por Australia, Fred Stolle y Roy Emerson vencieron a Santana y a Gisbert el primer día y John Newcombe y Tony Roche lograrían el punto decisivo al vencer en los dobles a Santana y Arilla. "No fue un paseo militar para los australianos, para nada, en momento alguno. Santana jugó cinco formidables sets ante Stolle y en los dobles también tuvimos serias opciones", recordaba emocionado Juan José Castillo en una conferencia que dio posteriormente sobre aquellos tiempos vividos entonces.

Tras la derrota de 1965 en la finalísima de la Davis, en Australia, la buena estrella de Santana en momento alguno declinó. Contra pronóstico y sobre superficie adversa -de hierba- Manolo ganó en Wimbledon en 1966...¡nada más y nada menos!.

El año de 1967 es el año de la "explosión" de Manolito Orantes, al que se consideraba el sucesor de Santana, aunque luego -pese a su brillante trayectoria- se quedó por el camino... Orantes tenía 18 años, acababa de ganar la mundialmente famosa Orange Bowl para tenistas juniors. Entró en el equipo de Copa Davis como una especie de revulsivo, a ver qué pasaba pese a su inexperiencia, pero dada la genialidad que por momentos apuntaba.
Santana tenía para entonces 29 años y seguía siendo un tenista con ganas de triunfo, ambicioso, sanamente ambicioso... Gisbert era el tenista capaz de las más grandes hazañas y de los fracasos más sonoros : dicen que solamente Juan José Castillo sabía entender aquello y admitir a Joan Gisbert como lo que era; famosas eran las retransmisiones de Castillo en los días épicos de Gisbert; Arilla y Couder no estaban al mejor nivel que se necesitaba... ahí apareció la oportunidad para Orantes y de ahí su presencia en aquel 1967 en la segunda finalísima de la Davis, en Australia. "Aquella final ya vino a ser otra historia, todo en los preparativos fue mucho más normal", explicó años atrás Santana, que integró -como antes dijimos- el equipo de 1967 junto a Orantes, Arilla y Gisbert. 

A diferencia de la final de 1965, ya con televisión en directo la de 1967 fue otra cosa, "aunque tuvieron que despertarse a las cuatro de la mañana los muchos españoles que la siguieron, aquella finalísima fue algo serio. Los australianos quedaron impresionados con la calidad de Manolo Santana, pero también con los apuntes tan prometedores que mostró Manolito Orantes, tanto que a este le dieron los australianos, los de la organización, hasta 4 premios especiales : primero un todo gastos pagados para que se quedara tres meses a entrenar con ellos sobre hierba, luego le dieron un réplica de La Ensaladera que distingue al campeón de la competición, recibió una prima especial de dinero y le otorgaron una licencia especial para importar un BMW desde Alemania. Es cierto que lo del coche y la réplica de la ensaladera se lo dieron también a todos los integrantes del equipo español y ninguno se privó de comprar el coche", recordaba Juan José Castillo en aquella conferencia que dio años después, recordando las dos primeras finales de la Davis jugadas por España en Australia.

Juanjo Castillo aún explicaba, poco antes de fallecer, que era sorprendente la evolución del tenis como deporte donde "la gran diferencia es sin duda el material que se emplea : las raquetas de madera era  rígidas con las que era difícil jugar. Ahora, la bola viaja más deprisa, los tenistas son atletas y todo es distinto", explicaba el que fue narrador por excelencia de aquellos tiempos gloriosos iniciales del Tenis español. "El propio Santana aún me decía recientemente que con el juego que yo tenía, no tendría mucho futuro en el tenis actual. Las cosas han cambiado mucho... Y es que hoy, como me decía Orantes alguna vez, el tenis es a veces como un combate de boxeo. Casi todos salen a la pista a pegar duro a la bola y no hacen muchas más cosas. Salvo excepciones, todos juegan igual. Se han perdido los artistas y no se valora la estrategia"

Con la muerte de Juan José Castillo se cerró una gran etapa de narradores-locutores que marcaron toda una época en la fase de crecimiento y despegue del Deporte en España. De Matias Prats a Juan José Castillo hay un tiempo muy especial y un equipo de variados y brillantes profesionales del micrófono. Pero si del Tenis hablamos, tenemos que hablar de Juanjo Castillo como el narrador por excelencia, el verdadero notario de la actualidad y el protagonismo de héroes como Manolo Santana en aquellos tiempos.

Santana (vistiendo la camiseta del Real Madrid), ganador en el torneo de Wimbledon, era todo un gigante como tenista en aquel entonces...

Nos ha dejado Manolo Santana. Es imposible explicar el vacío que deja… España debe darle gracias por ser el gran pionero y guiar el camino de todos los que vinieron después... Santana fue número 1 del tenis mundial en 1965 y campeón de Wimbledon en 1966.
Nació en Madrid, en 1938, en plena guerra civil española. Hijo de un modesto electricista comenzó como recogepelotas y recadero -para ganarse unas pesetas- en un club de tenis madrileño. 
En 1956 fue campeón de España junior. Y en 1961 ganó Roland Garros. Ganó Roland Garros en 1964, otra vez. Ganó Forest Hills (hoy el US Open) en 1965 y en 1966, el no va más de aquel entonces : Wimbledon. Y en 1965 y 1967 Manolo Santana lideró la selección española hacia la finalísima Challenge Round, la final de la Copa Davis. En los Juegos Olímpios de México 68 Santana ganó una medalla. Manolo Santana se retiró en 1973, aunque en 1979 protagonizó un fugaz retorno para jugar los Campeonatos de España, en una apuesta personal que se hizo, mostrando que podía aún llegar a cuartos de final... 
Siempre estuvo ligado al tenis : su club en Marbella, su tiempo en que fue capitán no jugador del equipo español de Copa Davis en varios períodos. Estuvo al frente del torneo Mutua Madrid Open, un Masters 1.000...
Descanse en paz.
Un grande entre los grandes.
EUGÉNIO EIROA

El legendario Juan José Castillo, en aquellos sus tiempos en la TVE