En honor a aquel día y con casi el mismo retraso permíteme que te hable de la Gran Cabalgata. Rescato aquel título radiofónico de los tie...
En honor a aquel día y con casi el mismo retraso permíteme que te hable de la Gran Cabalgata. Rescato aquel título radiofónico de los tiempos de Bobby Deglané, gran locutor que fue de la SER al que yo, aún imberbe, escuchaba con pasión de aprendiz. Entonces, ya tenía decidido lo que quería ser de mayor. A mí de niño, la única cabalgata que me interesaba era aquel desfile de estrellas que cantaban a través de mi radio-galena.
Porque los Reyes Magos, de los que nos hablaba hasta el cura, siempre me traían “regalos prácticos”; y mis coches teledirigidos por mi mano derecha… no eran otra cosa que la ilusión que depositaba en una lata de sardinas si era un turismo y de anchoas si era un Fórmula 1. Los camiones, las ovaladas, las de atún, no me gustaban nada.
A Cudeiro, en los años cincuenta, nunca vinieron los Reyes Magos por eso me hice republicano como mi padre y mi tío Aníbal que echaba pestes de las monarquías, aunque el pobre solo vivió una República, tres años de guerra y treinta años de dictadura…
En esta modernidad con pandemia felicito a los organizadores de tantas y tantas cabalgatas de barrio y de aldea, que son las que verdaderamente despiertan la ilusión de los niños; y no esos fastuosos desfiles llenos de lujo, de suntuosas carrozas patrocinadas por grandes marcas y concejales jugando a ser reyes imaginarios del lejano Oriente. Estas cabalgatas del primer fin de semana del año, las de la capital del Reino y demás ciudades, son desfiles televisivos, pura tele-ficción. Porque las monta para la tele –sea local, autonómica o estatal- ese ayuntamiento que no paga a sus proveedores, pero sigue presumiendo de rico, mintiendo, porque eso les regalará algunos votos a los munícipes.
Yo aplaudo al movimiento vecinal que este año ha roto con la oficialidad y ha vuelto a subir a los Reyes Magos al tractor, con un remolque lleno hasta los topes de juguetes de verdad que sus majestades repartieron entre sus niños, con los que se fotografiaron y hasta tomaron churrasco, porque este año también ellos tenían hambre.
Tenía que contártelo, aunque el asunto lleve mucho retraso…
XERARDO RODRÍGUEZ,director de GALICIA ÚNICA