Nuestra vaca, “pacía a fartura no prado… para ledicia do labrego”, poetizaba mi amigo, Xosé Manuel Conde, en los felices setenta. 
La vaca fue la “estrella” de aquellas ferias y todos recordamos aquello de “a vaquiña polo que vale”, que era y aún es mucho. Sobre todo, en este país donde la vaca es aún el medio de vida de algunos miles de familias. Pero hay gente –movida por intereses oscuros de nuestros vecinos europeos- empeñada en que la vaca conozca ese dicho, el de las “vacas flacas”. Porque nadie se explica el puteo al que están sometidos los ganaderos en los últimos años…Primero que si había que producir mucho menos de lo que se producía; o sea, la famosa “cuota láctea”. Luego, “el precio de la leche lo marco yo” que ya no vale aquello de “o que ten vaca pide”; y si te pones chulo, “por debajo de tus costos de producción”. Y como protestes mucho, “ni siquiera te pago lo que te debo”.
¿Cómo se pueden engordar las vacas flacas? Controlando las importaciones y logrando que los precios del mercado los fijen las lonjas y no los intermediarios, como ocurre en la actualidad. ¡Ah! Y haciendo buena publicidad y no declaraciones de ministros que se malinterpretan de lo mal construidas que fueron.

XERARDO RODRÍGUEZ
Director de "Galicia Única"