La reducción de oficinas y las restricciones de los servicios personales que está llevando a cabo la banca española en general es un auténtico despropósito: antes de la primera crisis financiera, en el 2008, cuando el ínclito Rajoy les regaló a los banqueros 60.000 millones de euros que aún no han sido devueltos, en España disponíamos de 45.662 sucursales bancarias. Desde que se produjeron las fusiones y se puso en marcha la transformación digital, solo quedan en todo el Estado 20.921 oficinas, lo que significa una disminución del 54%. En este momento, uno de cada diez gallegos residentes en algunos pequeños municipios y parroquias del rural por no tener ni siquiera tienen cajero automático.

Esto contrasta con la noticia de los resultados obtenidos al menos por dos entidades: ABANCA, que es el mas nuestro, declaró ayer unos beneficios de 323 millones en 2021, lo que significa que los ha duplicado con respecto al año anterior, el 2020. Y el Banco Santander declaró un balance en el que ganó 8.124 millones de euros y anuncia que repartirá un dividendo del 40% entre sus accionistas.

La gente, sobre todo los mayores, está que trina por lo que no solo considera un aislamiento financiero en el caso de algunos y desatención personal por parte de quienes, aún teniendo la oficina de su banco a mano, se ven inducidos al uso de a tecnología que en muchos casos ignoran. La preocupación de esta gente merece la atención de los políticos y que los señores de la banca vean lo que está pasando mas allá de sus beneficios.    

XERARDO RODRÍGUEZ, director de "Galicia Única"