Estoy de acuerdo que en esto de la música hay para todos los gustos, pero la machacona promoción de estilos e intérpretes mediocres, con ritmos que terminan colonizando a los más vulnerables -los jóvenes-, acabó desembocando en un submundo cultural que manteníamos aislado hasta hace bien poco. Sin embargo, se les da menos cancha a los cósmicos, los traductores de lo ancestral a la modernidad, ya sea en forma de rock o de folk.

El ritmo de los cósmicos de mi país nace de la piedra primigenia, que tiene la dureza del menhir y la belleza del paisaje que rodea el dolmen de Axeitos. Los jóvenes músicos se echaron al monte para estar cerca del cielo y cantar allí su rebeldía. Los músicos jóvenes son cósmicos, como la piedra galaica, en donde buscamos siempre las huellas de la vieja estirpe. La espiral del arte es la mágica aventura de guitarristas y cantores de la música galega como Tanxugueiras o Heredeiros da Crus: confluyen con la magia de la Tierra en lo alto da Frouxeira, el monte mítico por donde aún vaga el espíritu irmandiño del Mariscal. Desde aquí pronunciaremos otra vez su nombre al compás del lamento desgarrado de unas notas de guitarra.

XERARDO RODRÍGUEZ, director de Galicia Única