Pienso que el Entroido es una historia, pero la intimidad, la muy íntima, otra.

El carnaval gallego es más de piliqueiros, cigarróns, pantallas y generales que de piratas, brujitas, demonios o ladys. A pesar de don Carnal, que dice el profesor Cancio está muy presente en la celebración, se liga igual de bien o de mal que en cualquier otra fiesta de las cuatro mil que se celebran cada año en el país. (Os confesaré que en un baile del Entroido pontevedrés estuve danzando con mi suegra toda la noche, sin enterarme… Menos mal que siempre fui comedido y hasta vergonzoso). Desde entonces a mi lo que mas me gusta de estas fiestas es la cachuchiña, es decir, la cuchipanda. 

Pero otra cosa, aunque parezca un carnaval, son las fantasías eróticas que todos nos guardamos en lo mas profundo de nuestra alma. Cuando doy rienda suelta a la imaginación, a mí no me gustan los disfraces antes de llegar a la meta. Sin embargo…

A una empresa de esas de “relaciones sin compromiso” se le ocurrió realizar una encuesta en Galicia sobre nuestros gustos a la hora de echarle magia al asunto y entre los encuestados hubo casi unanimidad: resulta que para comenzar el ritual les gustan los disfraces, como si se tratara de un carnaval.

Por abrumadora mayoría las encuestadas eligieron que él se disfrazara de fontanero. Pero ellos, los encuestados, prefieren iniciar los ritos del amor con su pareja vestida de enfermera, con cofia y bata blanca sin ninguna otra prenda encima.

La demoscopia se fija en estas tonterías, que quieres que te diga. A mí si me hubieran preguntado hace años -cuando estaba en forma- les respondería que para tales menesteres lo que mejor va es el disfraz de Adán y Eva… después de comerse la manzana. ¿O no?

Respuesta para mi amiga, la vieja amante de mis tiempos mozos:

—- No se me pasó el día de los enamorados. Lo que se me pasó fue el arroz, chica.

XERARDO RODRÍGUEZ, director de "GALICIA ÚNICA"