Hoy, por fin, llueve. La policromía se intensifica con la esplendorosa fuerza del agua, cuando en Galicia millones de gotas de lluvia rompen el silencio para iniciar el ciclo de la vida.

Entonces, escuchamos el latido del agua al descender de la montaña para crear las venas fluviales, el espejo del alma verde de la tierra. Perseguimos el misterio de la belleza que esconden los ríos en su transparencia, en los reflejos, en los espejos, en las deformaciones ópticas. El agua nos cuenta así sus códigos secretos y reverbera en nuestra memoria para recordarnos que nacimos sumergidos en linfa materna.

Porque vemos como crece, también, en el vientre del río, buscando la corriente favorable para su danza y un remanso para el reposo, antes de seguir el trayecto ideal que le conduce a la muerte más hermosa, en el lugar fulgurante donde se funde en un abrazo con dos mares de irisada superficie.
Entonces admiramos la maravilla cantábrica y atlántica; el escenario donde las olas domestican el paisaje. Son los bellos tópicos que coleccionan las postales de cada invierno en esta Galicia única, donde la lluvia es arte.

XERARDO RODRÍGUEZ, director de GALICIA ÚNICA