La mala mar, las olas inmensas y los vientos huracanados hundieron ayer al buque de Marín “Villa de Pitanxo” a 450 kilómetros de la isla de Terranova, Canadá. La tragedia, otra vez, sobrecoge al mundo marinero porque, por el momento, solo se pudieron rescatar a 3 supervivientes y 13 cadáveres, de un total de 24 tripulantes que iban a bordo. Hay aún 8 desaparecidos. La mayoría son gallegos, especialmente de la comarca del Morrazo, 5 peruanos y 3 de Ghana. Salvamento Marítimo halló tres balsas, dos de ellas vacías y una con los tres supervivientes en estado de shock hipotérmico, debido a la temperatura del agua. Rastreando la zona se encuentran varios buques gallegos y portugueses, entre ellos el “Playa de Menduiña”, del Grupo Nores, a cuya flota pertenece el barco hundido, además de helicópteros y dos buques de salvamento canadienses. El Villa de Pitanxo era un barco moderno, construido en 2004 y preparado especialmente para faenar en la pesca del fletán y el bacalao, principales especies de ese caladero que conocen muy bien los marineros gallegos de la flota de Terranova.

El naufragio del pesquero Villa de Pitanxo es uno de los más graves que ha sufrido la flota española en las últimas décadas y el peor en el siglo XXI. Más de 150 marineros han perdido su vida en la mar en los últimos años. A ellos rendimos homenaje esta vez con una foto de 1965, del cineasta gallego Pepe Suárez.

Yo siempre admiré a la gente de mar. Por su valor y porque son los únicos que izan la vela de los sueños para que navegue el barco de su vida en aguas cuyo nombre extranjero nunca pronunciaron bien. El mar o la mar. Depende de quién te hable. Ese es el cómplice maldito de mil historias de muerte que nunca suceden aquí sino en la lejanía del hogar. Tal vez por eso, mi amigo José cuenta que está volviendo la gente a la cercanía, al mar que ves desde la costa, aunque a veces te lo impida la niebla…

Mariñeiros. Como necesidad obliga, la pesca es cosa de todos juntos en un mismo barco como arena de una misma playa. Juntos protagonizan la aventura que los convierte en héroes de alguna historia de esas que solo esta gente sabe contar en la taberna del puerto, la vieja escuela donde se aprende el misterioso lenguaje de las mareas. Otros, como en este caso del Villa de Pitanxo, no pueden contarlo.  Os nosos mariñeiros son los artífices del esfuerzo común que hace posible la vida en un mar que a veces, como en esta ocasión, brama muerte.

Uno mi pesar al de esas familias a las que un temporal rompió el alma. 

XERARDO RODRÍGUEZ, director de GALICIA ÚNICA