Los gallegos siempre hemos sobrevivido...
Los gallegos siempre hemos sobrevivido…
Venga, va, estoy seguro. Sobreviviremos. Porque hemos crecido mecidos por el viento de la montaña o jugando con las olas de nuestros dos mares, en tiempos más difíciles… ¿O ya no te acuerdas cuando, desde su exilio de Caracas, allá por los sesenta, Celso Emilio Ferreiro escribía que este país vivía una “longa noite de pedra”?
Sí, de verdad. Sobreviviremos. Porque yo confío en esta nueva generación a la que le hemos encomendado la página que viene. Mírala. Aquí la tienes, dispuesta a pelear su futuro. Si aquellos hombres de corazón de fuego no pudieron con nosotros, los hijos de aquella generación que perdió una guerra… no temas. Tampoco podrán estos, los demócratas de toda la vida, con estos hijos de la libertad.
Confía en ellos, ya verás como sobrevivimos. Porque poseen el conocimiento, manejan tecnología, tienen iniciativa y son tremendamente creativos. Estos jóvenes sí, estos son, de verdad, los emprendedores.
Te digo yo que no, digan lo que digan los sabios de la economía. Esta vez tampoco acabará con nosotros la maldita crisis de la modernidad financiera… ¡Porque nuestros pilares siguen siendo de piedra! ¡Por eso sostienen las catedrales de la universalidad más universal!
Ya verás como sobrevivimos allá, en el mundo de la Galleguidad; y aquí, en este país de nuestro orgullo. No olvides nunca que somos nacidos de la vieja vocación emigrante y que ya somos supervivientes de aquel exilio.
Sobreviviremos en el mar de bajura y en los prados verdescentes; en la industria tecnológica; en las pymes; en las grandes fábricas y en los pequeños talleres; en el comercio de aquí y en las exportaciones que vengan, con o sin tienda propia.
También en las telecomunicaciones y en la ficción, que somos de los de un Goya al año no hace daño.
Sobreviviremos y las gaitas volverán a encadenar melodías en los locales de Tokio, de Toronto o Nueva York.
Los gallegos siempre hemos sido buenos supervivientes… Y esta vez, Celso Emilio se ha subido al lucero del alba para decirnos que por donde nace el día siempre germina un mundo nuevo.