Soñar despierto o soñar dormido
rbtribuna
Quizás la mirada interesada de EE UU para vendernos su gas licuado, haya advertido al PSOE a dar un giro de posición, abandonando el Sáhara Occidental a la soberanía de Marruecos. Los traficantes del gas licuado americano han soñado despiertos, esperando la llegada de este momento para exportar cargamentos navales y regasificar su producto en las estaciones españolas.
¡ Ay, gran cosa es soñar! ¡Sobre todo para quien puede soñar despierto; porque soñar dormido eso cualquiera lo hace, y la dificultad entonces ya no está en soñar, sino en dormir…!
En este negocio del gas, Estados Unidos siempre ha soñado despierto en medio de personas dormidas; e incluso durmiento sabe él más que otros velando. Soñar despierto o soñar dormido, esa es la diferencia; lo malo es cuando España despierte tras la fiesta con Marruecos, comprobará que aquel sueño se acabó.
El caso del chaquetazo al Sahara y el olvido de donde viene el único gas argelino que llega a Europa, bien pudiera figurar en uno de los sueños del gran escritor Francisco de Quevedo (s. XVII), “Sueños y verdades encubiertas…”. Seguimos durmiendo cuando no queremos ver a los refugiados saharauis bombardeados en su huida hacia España. Estos refugiados no existen para quien sueña dormido.
Tampoco vivimos los tiempos y sueños fugaces de Calderón de la Barca cuando decía que “… toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Hoy lo malo es de quienes, después de tanto dormir a lo largo de sus vidas, desconocen en qué punto de la vida se han despertado, olvidando las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el respeto a la voluntad democrática del pueblo saharaui.
Los cambios sociales comenzaron siendo utopías de gentes que soñaron despiertas. Hoy aspiramos a tener otra sociedad mejor, por eso debemos revitalizar nuestro pensamiento utópico como estrategia. Para eso necesitamos soñar de otro modo, despiertos.
Carlos Núñez
ONDA CERO Radio
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“Labilidad emocional”
El concepto de labilidad emocional hace referencia a una tendencia a cambiar rápida y abruptamente el estado emocional. Por regla general una persona no cambia de actitud bruscamente, a no ser que exista una presión exterior que lo obligue cuando está soñando dormido.