Esta gente que quiere ser catalana y europea pero no española, no se bien que persiguen con sus actitudes políticas. Conste que hablo de los de ahora y no de los corruptos del pasado inmediato, que están todos libres, contentos y ricos. A estos últimos les da igual ya que Cataluña sea una nación o un barrio de Madrid, porque consiguieron lo que perseguían, es decir, el dinero suficiente como para continuar formando parte de la burguesía catalana, esa que juega ahora en el terreno de la oligarquía europea.

Enrique, un amigo mío ucraniano, pero nacionalizado español hace mucho tiempo y que habla catalán perfectamente porque cuando iba a Barcelona lo hacía para vender sus películas, me decía de sus clientes:

— Es curioso como cuando van a vender ellos al resto de España hablan perfectamente el español.

Bueno, pues esa gente que manda ahora en los partidos independentistas, en la Generalitat y en la Asamblea, están montando un cristo por algo que en cualquier Estado del mundo sería normal: que las Fuerzas de Seguridad del Estado espiasen a quienes tratan de destruirlo y lo hacen además a cara descubierta.

Esta gente de Cataluña, con representación parlamentaria en España, votan según convenga a sus intereses y no al de los ciudadanos, como ocurrió con el decreto ley del plan económico de respuesta a la crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania. Bildu, la extremísima izquierda vasca, en el debate de ayer y a través de su portavoz Mertxe Aizpurua, les dio una lección de coherencia:

—- Aprobaremos este decreto por la gente, no por el Gobierno.

Los ciudadanos no tienen culpa de las decisiones políticas de un Gobierno que, en el caso catalán, ha dialogado con todas y con todos, e incluso ha indultado a quienes cometieron un delito de sedición, indulto -dicho sea de paso- con el que estuvimos de acuerdo un gran porcentaje de españoles que nos sentimos ahora perjudicados por la crisis.

Por cierto, la mitad de la Cámara les ha dicho que se metan su voto donde les quepa porque esta ley no necesitaba su apoyo. Que les conste que, tras este hecho, ha aumentado el número de españoles que piden al Gobierno que se deje de diálogos sobre la independencia y le ponga encima de la mesa de esos señores las leyes que impiden que sigan hablando de imposibles. 

XERARDO RODRÍGUEZ, director de GALICIA ÚNICA