Por Eugénio Eiroa)

Miguel Vidal Perelló. El nombre, a los jóvenes probablemente no les dirá nada. Ya a los que tengan de 50 para arriba les tiene que decir mucho. Y mucho es mucho; porque Miguel Vidal (que así firmaba sus reportajes y crónicas) es un periodista, un reportero de leyenda, felizmente aún vivo, que a muchos nos mostró un camino y al tiempo se convirtió en espejo en el que deseábamos vernos. Claro que... una cosa es lo que deseábamos, otra lo que en mayor o menor grado pudimos lograr en el desempeño de esta profesión.

En aquellos tiempos, los años 70 del siglo pasado, cuando aún no había muerto Franco, diríamos -generalizando-  que había en las Redacciones dos tipos de periodistas : los vocacionales, los que se dejaban la piel en el desempeño de la profesión; y aquellos otros que yo llamaba los figurones : que presumían -todo lo que podían- de ser periodistas en tal o cual medio, que procuraban construir sus piezas periodísticas con el menor esfuerzo posible y que, en algunos casos, estaban muy atentos a determinadas ventajas sociales que, en aquellos tiempos, el ejercicio del Periodismo a veces otorgaba...

Para mi (que he enterrado infinitas horas, días, festivos, vacaciones... en el ejercicio abnegado de mi profesión), siempre fueron un referente los vocacionales; del mismo modo que -lo confieso- siempre procuré, en lo posible, alejarme de los de conveniencia

Valga esta introducción para justificar -aunque no haría falta- mi admiración (también antes de 1974 cuando comencé en la Redacción del "Faro de Vigo") por aquellos periodistas de antaño vocacionales, entregados a la causa sin horarios, días, sin regatear esfuerzos, embarcados de principio a fin en un solo objetivo : hacer las cosas bien, lograr cuando era posible el scoop, la exclusiva, o llegar al mismo tiempo que los demás a la meta; que no te superasen era la norma diaria que presidía tu actividad, tus días...

En aquel estado de cosas desembarcó en Madrid un día un joven mallorquín, ilusionado con poder ser periodista, con poder lograr todo lo que en su mente bullía. Valiente, arrojado, atrevido, audaz, decidido, con innegable tesón, con infatigable disposición para el trabajo, se abrió camino hasta convertirse en lo que fue, un excepcional reportero que controló, como pocos en el Mundo, el área de Deportes. Y siendo así lo que Miguel Vidal fue... hay que decir que estamos ante un legendario reportero español; un muy completo periodista... 

Y me explico, aunque a lo mejor a alguno le cueste entenderlo : un periodista de Prensa escribe noticias y artículos sobre temas diversos, mientras que el reportero escribe reportajes. En este sentido, podríamos decir que todo reportero se dedica al Periodismo pero no todo los periodistas son reporteros, ni tienen capacidad para serlo. Miguel Vidal fue las dos cosas siempre; por días, por semanas, cuando viajaba a los lugares donde estaba la noticia, era un reportero, sin duda de lo mejorcito en España y también en el Mundo. Y cuando estaba en la Redacción del "As" tras sus viajes, arrimaba el hombro como el que más y, además de ir desempolvando el material copioso que traía de cada viaje, atendía a muchas otras cuestiones del día a día informativo, en el que entonces era el periódico deportivo de moda, el más vendido, el más llamativo con sus "huecograbados" color sepia, el que había destronado al hasta entonces poderoso "Marca"...

Miguel Vidal Perelló fue un reportero y periodista de excepción; que aprovechó la posibilidad que su periódico le ofrecía de viajar por el Mundo, para ir en pos de la noticia y de los personajes más célebres del momento, con los que constituía después sus famosas series, que enganchaban tanto, que nadie quería perderse capítulo alguno, con lo que era obligado comprar el diario "As" un día tras otro... Aquello era un lujo al alcance de los lectores españoles; pongamos un simple ejemplo : un periodista español que viajaba al quinto pino para visitar en su casa a un moribundo deportista de fama mundial y recoger sus últimos sentimientos...

Lo que en aquellos años 70 y 80... del siglo pasado hacía Miguel Vidal es hoy impensable. Hoy aquel Periodismo ya no se practica. Hoy el Periodismo no le llega -dicho sea con perdón- ni a los tobillos a aquel que evocamos a través de la figura de Miguel Vidal Perelló.  Claro que, no todo el mundo servía entonces para desempeñar del modo que Vidal lo hizo. Primero habían de ser periodistas vocacionales (no todos lo eran, como al principio traté de explicar); luego debían estar dispuestos a coger del día para la noche la mochila y salir en un avión zumbando; debían no mirar nunca el reloj, ni el calendario; y además debían servir realmente para aquello : ser buenos periodistas y al tiempo buenos reporteros y con ganas de comerse el Mundo. Todo eso y más se daba en el caso de Miguel Vidal en lo que al Deporte se refiere (como también se dio en otros casos de información general en la época, incluso en años anteriores, en el legendario diario "Pueblo" de Emilio Romero, por ejemplo : Vicente Talón, Arturo Pérez-Reverte, Vicente Romero, Javier Reverte...). 

La figura de Miguel Vidal es, por otra parte, la del periodista-reportero documentado, riguroso, cuidadoso el elaborar sus crónicas; plenas de detalles, de datos, de significados... el lector acababa siempre por identificarse con la propuesta periodística que Vidal le hacía, de tal forma que era muy difícil, sino imposible, abandonar la lectura de un reportaje de Miguel Vidal sin antes haber llegado al fin del mismo. Utilizando términos del argot periodístico : en lo que Miguel Vidal escribía había muy poca paja, o ninguna por lo general; de ahí el éxito de sus célebres series que no eran "estiradas" en el tiempo en su publicación, sino que requerían todos aquellos capítulos porque, en menos espacio, en menos días de publicación, sería un crimen dejar sin publicar parte del gran material, del valioso documental que en sus viajes Miguel Vidal obtenía (y ya no digamos las excelentes fotos que acompañaban en aquellas páginas de huecograbado los textos de Vidal; muchas veces hechas por fotógrafos del propio As que viajaban con Vidal, como los también legendarios Javier Gálvez o Agustín Vega, por ejemplo).

Bien : hemos llegado hasta aquí, en esta introducción a la figura de Miguel Vidal Perelló, maestro de periodistas, maestro de reporteros, comunicador de leyenda... hoy en día retirado, en la isla de Mallorca, dedicado a escribir libros y libros (incansable también esta su otra faceta), galardonado por muchos estamentos; pero sobre todo, un tipo que merece la pena, no solo como profesional admirable que fue, también como persona íntegra, de nobles y fuertes convicciones, un hombre que en todo momento dignificó y dignifica la profesión de periodista.

Habíamos pensado escribir un largo texto-semblanza sobre su trayectoria. Inesperadamente, sobre la marcha, hemos decidido hacerlo en dos o tres capítulos más. Veremos en próximos días lo que sale de esa intención. Los primeros apuntes, atropellados, sin orden, solamente a modo de acercarnos al personaje, están aquí, son estas líneas. Los capítulos vendrán después, en fechas venideras.

Miguel Vidal se merece mucho más que esto, obviamente; pero... al menos, que quede constancia -también- de la gratitud que muchos le profesamos por lo mucho y bueno que hizo por esta profesión, cuando en unión de José María García promovió y fundó la también legendaria Unión de Periodistas Deportivos de España. Pero de eso hablaremos específicamente en uno de los capítulos que se avecinan.

Comience, pues, así, este serial sobre Miguel Vidal Perelló, el mejor de los reporteros en materia de Deportes que la Prensa española ha tenido a lo largo de todos los tiempos. Y no exageramos.

EUGÉNIO EIROA



Miguel Vidal con Santiago Bernabeu (en el hospital), el presidente que hizo grande al Real Madrid





En una calle de Budapest, Miguel Vidal rodeado de Kubala y Puskas



Miguel Vidal, en Pekin, China, a donde acudió para realizar una serie de reportajes sobre el renacer del
Deporte en el gigante asiático.




Una foto para la historia del Periodismo español. Miguel Vidal (a la derecha) visita en su casa a Jesse Owens (izquierda). De aquella visita al legendario atleta sale un reportaje extraordinario, con una vertiente humana reflejada en el mismo que emociona. James Cleveland Owens está en las últimas, un cáncer de pulmón está acabando con su vida. El es consciente de ello, su mujer Ruth, también. Y a pesar de aquella situación, abren las puertas de su casa a un reportero español con el que se sinceran, al que expresan lo que en esa hora sienten... Vidal lo recoge en un emocionante relato sin precedentes, que nos vuelve a situar ante la gran figura de un atleta de excepción, lo que fue el atleta estadounidense que en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, ganó la fama internacional al conquistar cuatro medallas de oro en 100, 200 metros, salto de longitud y relevos 4x100. En su apogeo fue considerado como «el mejor y más reconocido atleta de la historia». ​Unas de sus hazañas más considerables fueron la consecución de tres récords mundiales y el igualar otra marca absoluta durante la competición de la Big Ten Conference del año 1935... El cáncer se lo llevaría en 1980. Poco antes, así lo acredita esta foto, Miguel Vidal estaba en su casa y recogía unas de sus últimas declaraciones a la Prensa mundial...
"Cuando guardaba cerdos y leía en ‘La Tarde’ que existía un tal Jesse Owens yo enseguida lo idealizaba. Por eso cuando fui a su casa de Phoenix y me lo encontré en la chaise longue –nunca había visto ninguna- desahuciado por los médicos no pude evitar emocionarme y llorar. Y cuando releo la entrevista que le hice me pasa lo mismo que cuando releo la que le hice a Garrincha en su chabola de Bangú, barriada de Río de Janeiro: lloro de emoción por el ídolo de mis sueños de niño..." (Miguel Vidal)
Miguel Vidal Perelló (nacido en Consell, Islas Baleares, el 26 de julio de 1942) es un gran periodista y escritor, que alcanzó merecida fama en sus años de desempeño en el diario deportivo "As", del que fue cofundador y en el que se convertiría en un auténtico maestro de reporteros, tal fue la dimensión de su trayectoria periodística, entre 1967 y 1998 en que cerró su etapa en el diario editado en Madrid.

Como escritor, fundamentalmente de temáticas relacionadas con el Deporte, Vidal Perelló anota también una trayectoria importante, pero de ello hablaremos en capítulo dedicado al respecto, porque refleja en no pocos volúmenes su enorme experiencia personal como periodista y reportero. 

Miguel Vidal Perelló fue el mayor de los tres hijos del matrimonio formado por Antonio Vidal Busquets y Martina Perelló Fornés. Cursó sus primeros estudios en su pueblo natal, Consell, y posteriormente haría el Bachillerato en Palma de Mallorca, en el Colegio de los Padres Teatinos y en el Instituto Ramon Llull. Posteriormente cursó la carrera de Magisterio, la única que entonces podía cursarse en la isla mallorquina. Pero su obsesión, su vocación, no era ser profesor o maestro de escuela; su cabeza estaba permanentemente en el Periodismo, en ningún momento había otra obsesión sino por ser periodista, producto sin duda de su vocación innata : ser reportero, escribir en un diario, algo con lo que soñaba desde pequeño.

1960 : YA TRABAJANDO EN DOS PUBLICACIONES)

Fue en 1960 cuando Miguel Vidal entraba -muy joven y compaginando con sus estudios- a trabajar en las publicaciones "Fiesta Deportiva" y "Mallorca Daily Bulletin" -este era un periódico dedicado a los extranjeros y turistas que ya entonces eran muchos en la isla-. Eran publicaciones del llamado Grupo Serra, al que Miguel accedió a través de su editor, el legendario Pedro Serra Bauzá. Aquel inicio también le permitió colaborar de vez en cuando  en el tradicional "Diario de Mallorca", y los también diarios "Última Hora" (que vendría a ser del Grupo Serra) y "Baleares" (este de la entonces cadena de medios propiedad del Estado), todos ellos periódicos diarios importantes en las islas Baleares. 

UN PRIMER LIBRO ) 

Lo de escribir un primer libro era algo que también bullía in mente de Miguel Vidal desde muy joven. Lo hizo en 1964, el volumen se llamó "Mallorca a paso de camello" y estaba basado en las peripecias que el autor vivió junto con el pintor Gustavo Peñalver. Aún así, Miguel Vidal Perelló no era feliz. Eran años muy complicados y a los que ejercían como periodistas pero no eran titulados (específicamente por la Escuela Oficial de Periodismo, que solo funcionaba en Madrid y Barcelona) se les marginaba en las Redacciones, se les veía incluso con desprecio por los que -incluso- sin haber pasado por la dichosa Escuela Oficial, sí estaban en posesión del "carnet oficial de periodista", una tarjeta acreditativa que era otorgada muchas veces por méritos políticos en aquella época de la dictadura de Franco, a partir del "dedo caprichoso y bobalicón" (como diría J.M. García) del jerarca de turno y de confianza del régimen que estaba a cargo y custodia de un siniestro registro de periodistas, donde no pocos de ellos eran todo menos lo que decían ser (daría para desarrollar esto en páginas y páginas).

La persecución a los no titulados pero ejercientes como periodistas era feroz -especialmente en provincias; no así en Madrid y Barcelona- por parte de los poseedores del "carnet de prensa" del Franquismo. Compañeros de trabajo en las mismas redacciones y, sin embargo, inquisidores unos y zancadilleados a diario los otros. A estos últimos, realmente, se les negaba el pan y la sal por parte de
los encarnetados... 
Aburrido de aquel ambiente provinciano y de tantas envidias, pero firme y con irrenunciables deseos de ser alguien importante en el Periodismo, Miguel Vidal optó por irse a Madrid. Le habían dicho que allí habría empleo tarde o temprano para los que realmente valían como periodistas y que lo de estar perseguido por el carnet o no carnet pasaba en muchas Redacciones a un segundo plano. Lo mismo sucedía en Barcelona. En una y otra capital había numerosos y célebres periodistas que no habían pasado por la Escuela Oficial dichosa. Eran gentes con formación, con estudios diversos, preparados, con vocaciones innatas, eran el mascarón de proa de un Periodismo español que poco a poco iría renovándose, para acabar arrinconando a aquellos -en no pocos casos- carcamales que desde su ignorancia y falta de preparación se escudaban en el dichoso "carnet de prensa" como único valor a exhibir en sus vacías trayectorias profesionales.

Fue en 1966 cuando Miguel Vidal dejó Mallorca, decidido a triunfar en el Periodismo. Fue así, después de una breve estancia en el Norte de Europa (Suecia, Copenhague, Holanda), cuando en ese mismo año recaló en Madrid, sin tener entonces trabajo ni tampoco recursos económicos de los que echar mano. Lo pasó mal en aquel tiempo, como es perfectamente comprensible. Pero tenía voluntad inquebrantable de triunfo...
Empezó su andadura en el diario "Informaciones", en el que llegó a ser responsable de la sección de Sucesos. En un diario aperturista donde los hubiere en aquel tiempo, como era el famoso "Informaciones", Vidal podía trabajar tranquilo. Allí no le exigieron ningún requisito previo; pero su director entonces, Luís Fernando Bandín Ramos, que era profesor de la Escuela de Periodismo, le convenció para que se matriculase por libre. 
En "Informaciones", Miguel Vidal publicó en exclusiva la que sería mayor estafa inmobiliaria de España : el "caso Nueva Esperanza". Célebre fue también su reportaje sobre los tres niños fallecidos en accidente en Aranjuez, tras haberse escapado del colegio para ver... el río Tajo. Un trabajo periodístico de Vidal al que luego Jesús Hermida le dedicaría un encendido artículo elogiando el humanismo que irradiaba siempre lo escrito por Miguel. 

LLEGÓ EL MOMENTO : LA OPORTUNIDAD DEL "AS" )

En el diario "Informaciones",  Vidal coincidió con el periodista Manuel Sarmiento Birba. Sarmiento era un licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, que pasó a desempeñar como periodista en varios medios asturianos, hasta llegar a Madrid y a la jefatura de Deportes del "Informaciones". Gallego, de Ponteareas, Sarmiento Birba conocía a Vidal muy bien, al que definía como "un tipo con enormes ganas de comerse el Mundo". Fue así, en ese grado de confianza, cómo un día, dentro de cierto secreto y discreción propias del caso, Sarmiento planteó a Miguel Vidal la posibilidad de embarcarse en "una aventura complicada, pero tan bien planteada que no tendríamos perdón de Dios si fracasásemos en el empeño". "¡Vente conmigo al "As"!, planteó a Vidal Perelló quien llegaría a ser subdirector del periódico deportivo. Y Miguel se convirtió así en redactor-fundacional del "Diario As", que así se llamaba. Era 1967... 

En el número 1 de "As" hay 4 páginas nada menos, con la firma de Miguel Vidal, quien se especializaría en reportajes internacionales, independientemente de desempeñar de modo alternado otras funciones habituales en la Redacción de un deportivo, además de ser enviado especial a numerosos Mundiales y Europeos de Fútbol, Juegos Olímpicos, Juegos del Mediterráneo, etc. etc.
Ahí, en sus periplos por el Mundo, en sus viajes por los cinco continentes, se cimenta la fama de Miguel Vidal como el gran reportero que siempre fue. Desde el primer día. No hubo en el gran evolución porque lo llevaba ya todo preparado in mente; tenía cuadriculado todo su plan periodístico por décadas... sabía lo que quería y cómo lo quería. Y al ser respaldado en sus planteamientos, no solo Miguel Vida triunfó, el "As" triunfo, con tan célebres series de reportajes, con tan leídas publicaciones...

Su búsqueda permanente de las grandes figuras mundiales del Deporte le hizo famoso en aquellas décadas. Sus fotos en las que aparecía muchas veces intimando con los grandes del Deporte, casi siempre eran el más difícil todavía...
El estilo de Vidal se basó en un formato de periodismo deportivo épico y viajero, especializándose no solo en relatos que verdaderamente enganchaban al lector, sino también en la entrevista a figuras mundiales del siglo XX en todo tipo de deportes, entrevistándolos incluso en sus propios domicilios. 

En los años 1980, 1984 y 1988, la Agencia EFE compró al Diario As la serie escrita por Miguel Vidal y titulada "Los Viejos Dioses Olímpicos" para distribuirla por toda América y Europa a los principales periódicos de cada país. Igual ocurrió en 1982 con la serie "Finalistas de Leyenda", de la que el diario mexicano "La Afición" haría posteriormente un libro con 32 entrevistas de Vidal a otros tantos futbolistas de primer nivel. 
Es necesario hacer observar aquí que Miguel Vidal fue todo un maestro del Periodismo, al recrear un género entonces poco desarrollado en la Prensa escrita, como eran los relatos sin caducidad, las entrevistas intemporales... algo que no se manejaba entonces. Tanto y tan bien desarrolló ese concepto, que a día de hoy, salvo pequeños y no invalidantes matices, muchos de aquellos trabajos periodísticos resultan aún de estupenda lectura por la intemporalidad del planteamiento. De ahí, también, la grandeza de la obra periodística de Miguel Vidal Perelló.

Todo lo anterior convirtió a Miguel Vidal en uno de los periodistas españoles más leídos en el Mundo. Incluso su entrevista a Jesse Owens le valió para que la Universidad de San Juan de Puerto Rico pusiera su nombre en1980 a la Cátedra de Reporterismo. 
Pero como antes quedó dicho,  al margen de su faceta de reportero –que es lo que le dio fama en el Mundo deportivo– cubrió acontecimientos puntuales de primera magnitud: seis Campeonatos del Mundo de fútbol consecutivos, desde Alemania 1974 a Estados Unidos 1994; las Eurocopas de Bélgica (1972), Italia (1980), Alemania (1988) y Suecia (1992); el Mundialito de Uruguay (1980), así como una veintena de finales europeas. Ha sido uno de los periodistas españoles que ha cubierto más acontecimientos deportivos de primerísimo orden.

Aunque como escritor se ha volcado en estos últimos años -y de ello hablaremos en otro capítulo- no podemos dejar atrás que, durante aquellos años en la Redacción del "As",  estuvo en primer plano durante 24 meses, aquellos en los que salieron a la luz los fascículos coleccionables de célebres publicaciones como "La Enciclopedia del Fútbol" (1971-73), una obra en 69 fascículos escrita en colaboración con Ramón Melcón Bartolomé; o "Figuras sobre el césped"(1982), obra escrita en equipo con un grupo de periodistas deportivos. 

EL REGRESO A MALLORCA)

En 1998, Vidal daría por finalizada su etapa en el "Diario As", abandonando así Madrid y volviendo a sus orígenes, a su pueblo, Consell, en la isla de Mallorca. 
A partir de entonces su actividad se centró en su faceta de escritor, aprovechando sus experiencias y vivencias acumuladas durante 30 años como reportero internacional, y en otras actividades vinculadas al mundo deportivo local. 

TAMBIÉN DE IMPORTANCIA EN SU TRAYECTORIA)

Además de sus facetas como periodista, reportero y escritor, Miguel Vidal protagonizó importantes momentos en el terreno de la remodelación de los colectivos de periodistas en España. 
Fue fundador de la Unión de Periodistas Deportivos de España (UPDE), la cual presidió desde 1977 a 1986. En su haber está el logro de unificar en uno solo los 3 colectivos de los periodistas deportivos españoles, al firmar y establecer una entente con José María Lorente Toribio, presidente de la Agrupación de Periodistas Deportivos, y Joaquín Díaz Palacios, presidente de la Asociación Nacional de Informadores de Radio y Televisión, lográndose la unificación en la actual Asociación Española de la Prensa Deportiva (AEPD), ente que a su vez presidió Miguel Vidal de 1988 a 1990. 

CARGOS Y DISTINCIONES DIVERSAS)

Miguel Vidal Perelló ha sido miembro del Comité Olímpico Español (1988-1990). Director Técnico del Museo del Deporte de Mallorca (2000-2003). Presidente del Club Deportiu Consell en dos etapas (2002-2010 y 2014-2018).
Y entre otras distinciones está en posesión del Título de "Maestro Emérito del Deporte", máxima condecoración del Estado, en Rumanía (1976). "Premio Infantas de España" en calidad de presidente de la Asociación Española de la Prensa Deportiva (AEPD) (1988). "Medalla de Honor y Gratitud" del Consejo Insular de Mallorca, en su categoría de oro (2009). "Medalla Villa de Consell" (2012). "Premio Populares" de COPE Mallorca (2012).


En Pekín (China). De este viaje, apenas cuatro meses después de la muerte de Mao-Tsé-Tsung surgió la serie "As en China" que constó de once capítulos, siendo tal vez el mas interesante la entrevista con Chen Chia-Chuan, oficiosamente el primer atleta asiático que corrió los 100 metros lisos en menos de diez segundos. La foto está tomada enfrente de la entrada a la Ciudad Prohibida.


En Colorado Springs (Colorado). Cuartel general de los atletas de Estados Unidos, cuyo director a la sazón era el campeón olímpico en Decatlon, Bob Mathias, uno de los protagonistas de la serie "Los Viejos Dioses Olímpicos"


Cabeceras diversas utilizadas en aquellas páginas de huecograbado
del entonces revolucionario diario deportivo "As"



Llevaba el diario "As" apenas dos meses de existencia, cuando Miguel Vidal se plantó en Italia, en febrero de 1968, para entrevistar al gran Helenio Herrera, entonces entrenador en Milan. Era la serie "Miguel Vidal, un reportero de "As" por Europa"


Cabecera de otra célebre serie de "As". El reportaje más celebrado de esta serie (que llevó a Miguel Vidal a recorrer gran parte del continente africano) fue el realizado al futbolista Biri-Biri, jugador que fue del Sevilla, en su casa de Banjul (Gambia).

------------------------------------------------------------------------------

Como colofón reproducimos una de las celebres entrevistas que Miguel Vidal hizo por el Mundo adelante en sus tiempos de reportero. No tienen ustedes más que hacer click aquí para disfrutar de aquella entrevista-reportaje de entonces.

Fritz Walter, uno de los grandes del fútbol alemán de todos los tiempos, capitán del equipo vencedor del Mundial de Suiza en 1954.

FRITZ WALTER, el jugador perfecto 

"Perdimos antes con Hungría por 8-3 como táctica para confiarlos de cara a la final del Mundial de Suiza". 

"Durante la II Guerra Mundial me hicieron prisionero en el frente ruso". 

"Cuando se firmó la paz y me ví libre, noté que me faltaba algo. Me faltaba Italia, la mujer de mi vida, así que corrí al tren que la iba a devolver a Metz y le pedí que se casara conmigo". 


Por MIGUEL VIDAL

Fritz Walter, uno de los grandes del fútbol alemán de todos los tiempos, capitán del equipo vencedor del Mundial de Suiza en 1954, vive en pleno corazón del Palatinado. Hermosos parajes que recuerdan vagamente a Galicia, con ciudades termales como Bad Kreutznach y Bad Münster. Su pueblo se llama Alsenborg, muy cerca de Worms (donde fue coronado Carlos V) y muy cerca también de Kaiserlautern, cuya traducción es "el arroyo del Emperador" (Barbarroja, por supuesto) y en la que vino al mundo este otro emperador del balón un 31 de octubre de 1920. 

La historia de Fritz Walter es una historia apasionante, y yo debo agradecerle que me dejara entrar en su intimidad, que me contara de "pe" a "pa" toda su vida, en tanto servía vasos de un vino espumoso que lleva su nombre y su autógrafo en la etiqueta, mientras su mujer, Italia Walter, con la que vivió -y vive- un romance que no cesa, se afanaba para que la estancia mía en la casa fuera lo más agradable posible. 
Entre brindis y brindis, pues, un diálogo a corazón abierto en el que nada de lo escudriñable quedó sin tocar. Desde sus vivencias deportivas a las personales, con una guerra de por medio y el flechazo con esta italiana de Bellano que a los cinco años se fue a vivir a Francia y que cuando conoció a Fritz trabajaba como intérprete de la policía francesa que ocupaba Kaiserlautern, cuyo estadio Bedzenberg, escenario de los grandes éxitos de su hoy marido, se había convertido en una inmensa comisaría. 
Y allí estaba el gran Fritz Walter, recién llegado de un campo de concentración de la estepa rusa, soñando con la libertad y el amor. 

-Cuando se firmó la paz y me ví libre, noté que me faltaba algo. Me faltaba Italia, la mujer de mi vida, así que corrí al tren que la iba a devolver a Metz y le pedí que se casara conmigo. Ella se bajó, me cogió del brazo y me dio el "sí". El 2 de septiembre de 1948 nos casamos. La lástima es que no hayamos podido tener hijos, por eso hemos adoptado a Natalie, de quince años, hija de una hermana de mi mujer. Es lo que nos faltaba para seguir siendo inmensamente felices. 

Anoto con pulcritud sus respuestas, que me llegan traducidas por el intérprete, pero me siento incómodo a la hora de coordinar la catarata de palabras, hechos, anécdotas y glorias de Fritz Walter, así que le pido que comencemos por el principio. El asiente con una sonrisa : 
-Mis padres se conocieron durante la I Guerra Mundial. Ella era berlinesa y se casaron en 1920 en Kaiserlautern, ciudad donde vinimos al mundo por este orden yo, Ludwig, Ottmar, Sonia y Gisela. Mi padre murió a los ochenta años y mi madre a los ochenta y dos. Es curioso: mi padre no era ni siquiera aficionado al fútbol, y sin embargo Ludwig, Ottmar y yo llegamos a jugar juntos en el Kaiserlautern, hasta que Ludwig, mutilado de guerra en el frente ruso, tuvo que dejarlo. 
Ottmar y yo fuimos campeones del mundo en 1954. La pena es que Ludwig, que era a mi juicio el mejor de los tres hermanos, no pudiera saborear esta gloria. 

La desgracia de Ludwig ha dibujado brevemente un rictus de amargura en su rostro: 

-Yo pertenecí toda mi carrera al Kaiserlautern. Desde los ocho años, en que comencé en los infantiles, hasta los treinta y nueve, que colgué las botas, toda una vida. Ahora soy representante de artículos deportivos, comentarista en mis ratos libres de Radio Luxemburgo y representante de la Fundación Sepp Herberger, que recibe un marco por cada espectador que acude a los partidos de la selección alemana: mi misión es visitar las cárceles y hablar de fútbol a los reclusos, mientras proyectamos películas de partidos. 

-¿A qué edad debutó con el primer equipo del Kaiserlautern? 

-A los diecisiete años. A los veinte, el 14 de julio de 1940, ya en plena guerra mundial, jugué mi primer partido con la selección de Alemania frente a la de Rumania. Fue en Franckfort y ganamos 9-3. Yo marqué tres goles ese día, lo que significaba comenzar con buen pie. El 20 de noviembre jugué mi partido internacional número veinticuatro frente a la selección checa, en Pressburg, y al final del partido me movilizaron. Me fuí al frente ruso y, cosas de la vida, me hicieron prisionero cerca de la frontera rumana. 

Una breve pausa para saborear un poco del vino espumoso que lleva su nombre, y continúa el relato: 

-En 1945 me trasladaron, como le he dicho, a Kaiserlautern y el Gobierno Militar francés de ocupación quería que jugara como profesional en un equipo de su país. Me dieron a elegir entre el Saint Ettienne, el Metz y el Racing de Paris, pero al final me decidí por entrenar a la selección militar francesa de ocupación, y en pago a este servicio, Francia devolvió el estadio Bedzenberg al Kaiserlautern cuando se retiraron. 

La guerra dejó una profunda huella en Fritz Walter. No fue fácil su estancia en el campo de concentración ruso, a pesar de que reconoce que se le trataba con ciertos miramientos por ser una figura del fútbol. Daba lecciones balompédicas a sus guardianes y estos, como contrapartida, dulcificaban un poco el trato. Pero se acabó la guerra y para Fritz Walter volvió el fútbol y la vida. 

-El 5 de abril de 1951 regresé a la selección alemana, en Zurich contra Suiza, y por primera vez junto con mi hermano Ottmar. Así hasta 1959, en que me retiré definitivamente, con dos campeonatos del mundo a la espalda, un título de campeón del mundo en el palmarés, 61 partidos internacionales disputados y con 33 goles marcados con la selección. 

-¿Y con el club? 

-Tengo la enorme satisfacción de haber contribuido a hacer del Kaiserlautern uno de los mejores equipos del país, conquistando sus dos únicos títulos hasta la fecha: la Copa de Alemania de 1951 y 1953, en que ganamos la final respectivamente al Preussen Munster y al Stuttgart. 

-¿Qué cobraba en el Kaiserlautern? 

-Trescientos veinte marcos al mes y mil marcos de prima por ganar un partido. Como esto no bastaba para vivir, todos teníamos que trabajar. Yo era empleado de banca y los martes y jueves, a las cinco de la tarde, teníamos entrenamiento. Los domingos, claro, partido. 

-¿Y cuál fue la prima por ganar el Mundial de Suiza 1954? 

-Dos mil quinientos marcos por los seis partidos que disputamos. Eramos auténticos amateurs. Jugamos frente a los mejores del Mundo pensando en el corazón, no en la cartera. 

El Mundial de 1954, como el anterior de 1950, puede considerarse como el de la sorpresa mayúscula. Nadie esperaba el triunfo alemán frente a la maravillosa máquina de hacer fútbol que era en la época aquella Hungría comandada por Ferenc Puskas. Especialmente después de pensar que Alemania, en los primeros partidos del Mundial de marras, había sufrido el 20 de junio, en Basilea, un importantísimo correctivo ante la propia Hungría: 8-3. 
Para Fritz Walter, ésta abultada e histórica derrota alemana fue una jugada maestra del seleccionador Sepp Herberger para confiar a los magiares: 

-En efecto. Fue una medida táctica de Sepp Herberger para confiarles. Con el equipo completo quizá también habríamos perdido, pero como dos días después teníamos que jugar frente a Turquía y el triunfo nos era imprescindible, salimos frente a Hungría sin cinco titulares: Turek, Morlock, Ottmar Walter, Schaffer y Mai. 

-Luego, en la final, la gran sorpresa... 

-Sí, incluso para nosotros. Teníamos un gran equipo, aunque no se confiara mucho en que pudiéramos quedar campeones. El segundo puesto era nuestro objetivo, por eso fue doblemente maravilloso ganar. La final contra Hungría no se me borrará de la mente mientras viva. Hungría a los pocos minutos ganaba ya por dos goles a cero, y esto, junto al recuerdo de la goleada anterior, les hizo bajar la guardia. A los veinte minutos estábamos ya dos a dos y faltando siete minutos para el final Helmuth Rhan marcó el gol del triunfo, el de la puntilla, el gol de la gloria imperecedera para el fútbol alemán. 

-¿Fué éste el mejor partido de su vida? 

-No, aunque fue el de mi coronación como futbolista. Para mi el mejor partido en este Mundial 1954 fue contra Austria, a la que vencimos por 6-1: mi hermano Ottmar y yo marcamos dos goles cada uno y jugamos todo lo que quisimos. 

-¿Qué gol recuerda más? 

-Solo hay uno. El que marqué el 6 de octubre de 1956 en Leipzig, jugando ante ciento veinte mil espectadores contra el Wismut Aue. En plancha y de tacón. Lo estuvieron aplaudiendo durante muchos minutos. 

-¿Qué jugador le marcó mejor? 

-Varios. En el fútbol alemán, un jugador poco conocido del Saarbrucken llamado Fips Philippi, que me perseguía hasta la ducha. A nivel internacional, el húngaro Bozsik y el austriaco Ocwirk. 

-Con Beckenbauer está usted considerado el mejor jugador alemán de todos los tiempos. ¿Cuáles eran sus virtudes? 

-No es bueno que uno hable de sus propias cualidades. Sepp Herberger solía decir que yo era perfecto en el control del balón y la colocación en el campo. 

-¿Y el mejor jugador que ha conocido? 

-Di Stéfano ha sido el más completo. Después, Pelé, Puskas, Garrincha y Beckenbauer. 

-Alemania ha conquistado dos campeonatos del Mundo. ¿Cuál de las dos gestas es más importante?. 

-Sin duda alguna, la de 1954, porque era después de una guerra y la gente no tenía lo que hoy tiene. Se me pone la carne de gallina sólo recordarlo. Era una época en que el alemán estaba derrotado, humillado y mal visto y el triunfo de Berna fue una recuperación moral para todo el país, mientras que en 1974 tenían que ser campeones porque todo el mundo esperaba que así fuera. Jugaban en casa y ser segundos habría sido ya una gran desilusión colectiva. 

Este es Fritz Walter, toda una institución del fútbol mundial. El antecesor alemán de Franz Beckenbauer en esta gloria, irrepetible para un futbolista, de alzar la Copa del Mundo a los ojos de sus aficionados.
Friedrich Walter, más conocido como Fritz Walter (Kaiserslautern, 31 de octubre de 1920-Enkenbach-Alsenborn, 17 de junio de 2002),​ fue un futbolista germánico. Es considerado una leyenda del fútbol alemán y para la FIFA uno de los grandes del fútbol mundial.

Fritz Walter, en sus tiempos de jugador


Fritz Walter y "Pancho" Puskas en la famosa final


Miguel Vidal y Fritz Walter, a las puertas de la casa de este