¡BIENVENIDO, OTOÑO!

Hoy me escapo, seguro, a uno de nuestros paraísos naturales como eficaz remedio contra los males propios y los de estos tiempos que corren. En medio de una perspectiva única, la montaña y el bosque cobijan singulares especies, en medio de un paisaje que además de ser atractivo está lleno de vida. Ha llegado oficialmente el otoño, mi amigo. Es la estación en la que los ríos se llevan las flores y vuelve a reverdecer la piel de la Tierra Única. La de la montaña de las altas cumbres y la de los prados de los valles profundos. En el bosque, las degradaciones cromáticas nos asombran. Si te fijas, el musgo trepa por la granítica roca y nosotros hemos de pisar con cuidado para no destruir la casa del gnomo que habita en nuestras fantasías. El otoño nos empuja hacia un trozo de mundo vibrante, donde el tiempo parece no existir y algunos árboles se visten de amarillo intenso.

LOS VIÑEDOS DE OTOÑO

Ya pasó el tiempo de vendimia, que dicen los bodegueros no se podía esperar por este otoño recién llegado, porque la uva ya estaba madura con los calores máximos de los últimos días de agosto. Poca cosecha, pero buena uva. Esa es la conclusión.

Los vinos nacen en Galicia en las ribeiras de los ríos principales, que proporcionan a la uva el grado de humedad precisa para su desarrollo. El Miño, el Sil, el Umia, el Támega y el Ávia, son las venas fluviales de las cinco denominaciones de origen distribuidas por toda la geografía gallega.

El Miño es el río de la Ribeira Sacra, juntamente con el Sil. Pero fertilizará también parte de las tierras de la Denominación Ribeiro; y las subzonas del Condado y de O Rosal, en donde se cultivan los albariños Rías Baixas.

A su vez, el Sil, regará antes de la Ribeira Sacra las tierras de la denominación Valdeorras, que se extiende entre O Barco y Quiroga.

El Umia es también río del albariño, cuyas cepas crecen en sus márgenes entre Ribadumia y Cambados, principalmente.

El Támega reverdece el Valle de Monterrei, y el vino de esta denominación crece entre Verín y Chaves, ya en Portugal. 

Finalmente, el Avia embellece y humedece aquellos parajes del Ribeiro a los que cede apellido, es decir, los de Cenlle y Leiro además de Ribadavia. Por eso se le llama a esa zona el Ribeiro do Avia.

Los viñedos junto al río, en otoño, conforman una de las postales más bellas del país.

XERARDO RODRÍGUEZ