Esta vez nos bajamos del tren en Monforte de Lemos…

Porque hay aquí una vieja Estación en la que mucha gente aún espera subirse al vagón de la prosperidad y también un Museo del Ferrocarril donde duermen los trenes de los años cincuenta, a los que han devuelto la vida sus amigos, los monfortinos que fueron ferroviarios.

La Estación es todo un mundo sin prisa pero sin pausa, donde no hay más paisaje que el paisanaje; y aún huele a tren que nunca llega pese a que hoy todos los trenes llegan.

UN EXPRESSO DE NOVELA

En el Museo descansa, mítica, una Mikado de aquellas que tiraban del tren de los años cincuenta, aguardando una nueva oportunidad de mover al Galaico, nuestro expresso de novela escrita en gallego, la lengua de las mil veintidós primaveras.

La nostalgia contrasta con ese Ave que llegó a Ourense casi volando, pero, por el momento, solo a la ciudad de las Burgas. A la gente de Lugo ese tren tan rápido les importa poco, porque los de la capital y los de Monforte quieren más trenes que les comuniquen con el resto de Galicia. Además, ese tren que vuela todo lo trasiega: el río, los árboles, los prados, los pájaros, la gente, la aldea…

Desde los trenes de antes contemplabas más bello el paisaje en movimiento: una sucesión de pueblos hermosos y la verde perspectiva campesina. Aquí se añoran aquellos convoyes de finales de siglo XIX, cuando Monforte de Lemos era el más importante nudo de las comunicaciones ferroviarias gallegas y su Estación un foco de crecimiento y desarrollo.Cuentan que por aquel entonces nadie hablaba de paro y en cada una de las familias había, al menos, un ferroviario.

Con el traslado de los Talleres de Reparación de RENFE y la nueva estructura ferroviaria de Galicia, Monforte vio ralentizada su economía, pero nunca dejó de amar a sus trenes. Porque, aunque el ferrocarril ya no es básico en la economía de la ciudad más pujante del sur de Lugo, en la memoria de los monfortinos conserva cierto halo romántico. Por eso pasean de vez en cuando por su Estación, a la que ahora llegan más mercancías que viajeros.

El ferrocarril y el río Cabe marcaron la morfología urbana de esta ciudad y en un principio sus límites. Pero hoy en día los nuevos edificios siguen un callejero moderno que afluye, desde todas las direcciones, hacia la colina medieval que marca el origen…

CAPITAL DEL VALLE DE LEMOS

Monforte tiene en su situación su mayor potencial, porque está determinada por un fácil acceso desde cualquier punto de Galicia. Actualmente es parada y fonda de quienes, al hilo de su interés histórico y natural, acceden a Galicia por la vía central de Valdeorras a Compostela; e incluso para quienes desde Asturias tienen como destino Portugal.

Por eso, cara al futuro, Monforte está llamado a ser un nodo fundamental del equilibrio territorial de Galicia y el gran centro de distribución del sur de Lugo. Es la ciudad más pujante y desarrollada de la provincia, después de su capital, y el principal foco organizador de las comarcas sureñas.

En la actualidad no solo ha recuperado su pujanza como centro urbano, sino que ha corregido las agresiones estéticas que sufrió su urbanismo, cuando la red de carreteras que lo atraviesan propició un crecimiento desordenado.

En el Monforte actual se nota el gran esfuerzo realizado por la recuperación de los entornos urbanos de interés, como el que rodea el popular Colegio del Cardenal.  Por la creación de espacios verdes y jardines y por la reordenación de las deliciosas riberas del río Cabe en su tramo urbano.

Su tejido empresarial e industrial crece por su situación estratégica, aunque sufre también, en estos tiempos, las consecuencias de la crisis. Y se mantienen activas aún tradicionales industrias como la manufactura de calzados: el botón de Monforte es uno de los productos más apreciados y singulares.

Esta es una ciudad atractiva para la población de su entorno, de ahí su crecimiento demográfico. Y también para muchos de los que tuvieron que emigrar. Actualmente están censados en diversos países de América y de Europa, solo 1.609 monfortinos, de los casi seis mil habitantes del municipio que engrosaron las filas de residentes en el extranjero, allá por los años sesenta.

Y Monforte es también ciudad turística. Al margen de sus propios encantos y de su alto valor patrimonial histórico, es el punto de partida para las dos rutas naturales más interesantes de Lugo: la que nos lleva a la Sierra del Courel y las de la Ribeira Sacra del Sil y del Miño. Por eso esta ciudad cuenta con numerosos hoteles y restaurantes, de excelente calidad. Además de algunas hermosas casas de Turismo Rural en su entorno municipal.

Según anunció esta semana el presidente del grupo Indukern, José Luís Díaz Varela, su laboratorio farmacéutico Kern Pharma, invertirá en una primera fase 33 millones de euros para la construcción de una planta de productos inyectables en Monforte de Lemos que generará más de medio centenar de puestos de trabajo.

UNA CIUDAD MUSEO

Para Manuel Murguía el origen de estas Tierras de Lemos es totalmente celta. Se basaba en los escritos de Plinio, que ubicaba aquí al pueblo galaico de los Lemavos, habitantes de la ciudad de Dactonio, cuyo emplazamiento ocupaba el monte de San Vicente, que preside Monforte.

Pero los hechos históricos reconocidos y los que escribieron las páginas más brillantes de todo este Valle y de media Galicia, están protagonizados por los Condes de Lemos. Fue en el siglo XII cuando el Conde de Galicia, Ramón de Borgoña, concedió a los señores de Lemos la fundación de la ciudad medieval de Monforte. Antes únicamente estaban establecidos aquí los monjes benedictinos, concretamente en el castro-acrópolis de San Vicente. Fueron ellos los que cedieron parte de sus tierras, en las faldas del monte, al Conde de Lemos, para que construyera allí su Castillo, y lo rodeara con una muralla.

Otro convento, el de Santa Clara, es también referencia histórica y artística obligada: cuenta con uno de los más importantes museos de arte sacro de España, con ornamentos religiosos y esculturas que son toda una referencia, como el Cristo yacente de Gregorio Hernández, de extraordinario valor.

Los judíos, que se asentaron aquí en el siglo XV, desarrollaron ya entonces el comercio y las profesiones liberales.

A finales del siglo XVI, el Cardenal Rodrigo de Castro construyó el Colegio de Nuestra Señora la Antigua, conocido como el Colegio de la Compañía, que estuvo siempre dirigido por los Jesuitas. Sigue siendo un centro de enseñanza de referencia y ha tenido una gran actividad cultural: en él se impartían Artes, Filosofía Moral, Teología, Gramática y Retórica. Fue Seminario, Universidad, Colegio de Humanidades e Instituto de Segunda Enseñanza, a lo que está dedicado actualmente. El edificio del colegio tiene un gran valor arquitectónico.

En la iglesia, con un valioso retablo de Francisco de Moure, está la estatua funeraria del Cardenal, obra de Juan de Bolonia. Y en una de sus dependencias hay una pequeña pinacoteca con dos cuadros de El Greco: la Aparición de la Virgen a San Lorenzo, y San Francisco y el Hermano León, ambos de estilo marianista.

Los Condes de Lemos extendieron su influencia en estas tierras hasta el siglo XVIII. El título lo detenta en la actualidad la Casa de Alba.

CUANDO EL CABE SE ENTREGA AL SIL

El Río Cabe es la columna vertebral del municipio de Monforte y es el creador de bellos espacios naturales, incluso en el entorno urbano. Forma parte de la Red Natura 2000 y es truchero. Los pescadores monfortinos tienen un excelente coto en medio de la urbe, pero los expertos prefieren el tramo ascendente desde su desembocadura en el Sil. Cuando el Cabe se entrega al Sil nos ofrece un paisaje único y nos sitúa ya en la Ribeira Sacra. 

Sil arriba, si vamos de embalse en embalse, hasta remontar el de Santo Estebo, seremos testigos del paisaje magnífico que genera el río en su encañonado trayecto.

Por su parte el Miño, entre Belesar y Peares, nos ofrece sus meandros más espectaculares.

Desde el aire, desde sus miradores y desde los propios ríos, estas rutas fluviales suponen uno de los más grandes atractivos de cuantos ofrece la Galicia interior y uno de sus principales valores turísticos.

Miño y Sil aparecen también como telón de fondo en la Ruta del Románico, que nos muestra impresionantes templos en los municipios de O Saviñao, Pantón y Sober.

Merece la pena desde Monforte terminar el recorrido en el agua, en sus espejos, asombrados por la ilimitada hermosura de estos cañones…

Xerardo Rodríguez