Por Xerardo Rodríguez, director de Galicia Única

ADELINA, LA MEIGA QUE CONQUISTÓ CATALUÑA

A lo largo de mi ajetreada vida conocí a políticos y a empresarios, de primera línea en el escalafón, que consultaban a meigas. Pero ojo, meigas de verdad, de las que con mirarte ya te quitan un peso de encima… hay muy pocas. Yo, personalmente, solo conozco una a la que quiero y me quiere, por eso me protege. Y sé que tiene esa capacidad para hacer que mi vida transcurra sin sobresaltos.

Los catalanes y los gallegos, en esto de las creencias del espíritu, somos muy parecidos; y en Barcelona sé de cuatro meigas paisanas que se fueron como tantos emigrantes en busca de la vida que aquí no encontraban.

Lo que no sabía es que, el alma de emigrante había llevado a Adelina hasta Andorra y que tomó el camino adecuado para cruzarse con el ya deshonrado Jordi Pujol. Y digo el camino adecuado porque me cuentan que Adelina vive de rentas… muy bien y muy rufa.

La historia es alucinante. Todos recordáis aquel tic nervioso que tenía Pujol que le hacía guiñar un ojo constantemente. Pues después de visitar muchos buenos oculistas incapaces de curarle alguien le llevó a Andorra a casa de Adelina, que también ejercía de curandera. Tan bien lo hizo la meiga que el entonces presidente de la Generalitat la tomó como su oráculo tanto para las cuestiones personales como para las de gobierno.

——  Pero… ¿Qué cosas le hacía la meiga?

—— De todo. Predecía su futuro, le aconsejaba en algunas decisiones… pero sobre todo le hacía “limpiezas espirituales” para contrarrestar los posibles “meigallos” que le echaban sus enemigos.

Adelina me contó algunas cosas. Entre otras, la técnica que ella seguía con Pujol en las “limpiezas”…

——  Yo le pasaba un huevo por todo el cuerpo. Al terminar, lo rompía. Si al abrirlo aparecía negro significaba que alguien le tenía mucha envidia y le había echado algún mal de ojo. A Pujol siempre le salía negro y eso significaba envidia de la mala…

Al entonces “honorable president” le iba muy bien su relación con la meiga pero no podía viajar a Andorra todos los días y decidió que su “hechicera” se asentase en Barcelona. Le montó todo un negocio a Adelina. Por su consulta pasó gran parte de los muchos personajes y gente distinguida que figuraban en la agenda de Pujol. La meiga gallega afirma:

—– Me cobraba comisiones por ponerme en contacto con clientes. Él me daba a mí 150 euros, pero luego él cobraba 300 a cada persona. Hizo mucho dinero. Llegó a hacer hasta dos millones de pesetas en un solo día. ¡Se hizo rico a cuenta mía!

Los clientes que Pujol facilitaba a Adelina eran primordialmente políticos y empresarios del ámbito nacionalista catalán. A todos les hacía la misma historia del huevo por todo el cuerpo y a casi todos, al abrirlo, le salía negro. Interpreto que entre ellos mismos volaban las navajas y por eso siempre buscaban una pared en la que ocultarse.

—– ¿Y cuánto le pagaba Pujol, Adelina? ¿Era generoso?

—– ¡Qué va! A veces 20 y a veces 25 euros. Era más agarrado que un chotis.

Aquel constante vacile de Pujol y el goteo de comisiones que se llevaba del chiringuito terminaron por hartar a la meiga,  que decidió romper totalmente su relación con él.

Adelina, la meiga gallega, vive actualmente en Andorra…

—– De rentas, ¿No?

—– Sí, de rentas…

Vive bien, muy bien. Lo que quiere decir que ella también sacó buena tajada de su relación con el expresident.

—– ¡Bah! ¡Yo no creo en meigas! Pujol tendría alguna cosa más con la señora…

—– ¡Pues haber hailas!