¡Cuánta locura!. Se me ha olvidado el padrenuestro...
¡CUÁNTA LOCURA!
Vaya, sigue sin llover. La semana comenzó con tambores de guerra y a pesar de todo… de las “tradicionales putas ninfómanas” que se hospedan enfrente del colegio que prepara fascistas, ese donde habitan los heraldos de las cavernas. De los juegos infantiles sobre su condición de sí-no gay de Casillas, flanqueado por Pujol. De la infanta Elena disfrutando gratis del Parador de Cambados y paseando en el velero de un señor monárquico por la ría de Arousa, entre bateas. A pesar de esa sequía que sigue anclada en el otoño gallego como si esto fuera realmente Galifornia… A pesar de tantos pesares… me he sentado en el “New York” a tomar un café y no creáis que aquí interesan los precios de la luz y el gas, o la subida del coste de la vida, que ya se vende turrón con un sobreprecio del diez por ciento…
No, que va, aquí solo se habla de la Champions League, concretamente del Madrid y del Barcelona. Dos locos bajitos se subieron al taburete para cruzarse insultos. Al principio pensé que iban en broma, pero menos mal que intervino Etelvino, el guardia civil, que está cachas y los sacó del refugio de la intelectualidad de la City a cada uno en una mano. Aunque no te creas, en la plaza seguían discutiendo enfervorizados, como si en ello se les fuera la vida. Te lo juro, es el primer incidente que presencio en esta noble villa de calma, a la que he venido a curarme el stress.
SE ME HA OLVIDADO EL PADRENUESTRO
Está el día nublado y mi castiñeiro centenario del parque central me ha regalado tres castañas mas de la suerte. Se las acepto de buen grado, que falta nos van a hacer con tanto agorero hablando del apocalipsis -a lo que Biden añade el armagedón- y no sé yo si esta crisis nuclear dependiente de un tarado como Putin, va a terminar como la de los misiles de Cuba. Es decir, en nada. Conste que para eso rezo, aunque ya se me ha olvidado el padrenuestro.
Lo cierto, mi gente, es que siempre estamos metidos en fregados. No es que los busquemos, es que nos meten. Sí, esa gente que tiene refugio contra las bombas atómicas, vende amas a todos los tontos del planeta y estos se entretienen haciendo la guerra en vez del amor, al revés de lo que hicimos los abuelos hippies pensando -ya entonces- en nuestro nietos.