Por Xerardo Rodríguez, director de "Galicia Única"
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DESPILFARROS MUNICIPALES

Hubo un tiempo –que quizá aún recuerdes con nostalgia- en el que en vez de agua llovían euros. Porque los “frentes” venían de Bruselas y esto era Jauja para los ediles, que, por carecer de inteligencia e imaginación, se empeñaban en imitar al vecino. 

Todos querían aquí tener museos de las cosas más variadas, casas de la cultura, bibliotecas públicas, auditorios, instalaciones deportivas por doquier y hasta suntuosas casas consistoriales nuevas; eso sí, de arquitectura curva que es las más cara a la hora de realizar el proyecto.

Hoy en día, todas estas construcciones no sirven para otra cosa que no sea para hacernos comprender por qué algunos ayuntamientos están endeudados hasta las cejas y su patrimonio inmobiliario se muere de risa.

Esta semana me he dedicado a dar una vuelta por algunos lugares y casi me da un pasmo con tanto despilfarro… 

Comenzando por el ayuntamiento de Lalín, que apenas llega a los veinte mil habitantes en todo su territorio y ha gastado “oficialmente” 12 millones de euros en la casa consistorial. Al margen de las dificultades y de la quiebra de la empresa que lo inició, esta obra resultó ser un pozo sin fondo que lastrará para los próximos años el presupuesto del municipio. Eso sí, el ego del alcalde Crespo se desbordó como hace unos días el Turia.

Pero bueno, dentro hay funcionarios y políticos, lo cual quiere decir que al menos alguna parte del edificio está funcionando.

No te rías porque otras construcciones del pasado inmediato funcionan “si hay demanda”, como por ejemplo el Museo da Faba de Lourenzá o la Casa del Salmón, de A Pontenova.

Y otros museos permanecen cerrados porque no hay dinero en la caja para su personal y mantenimiento. En este epígrafe se encuentran la famosa Casa de la Castaña, del municipio ourensano de Riós; el Aula da Natureza, de San Xoan de Río; el Ecomuseo, de Cervo; o el Centro de Interpretación do Castelo, de O Bolo.

Una treintena de auditorios, de todos los aforos y para todos los gustos, permanecen también cerrados; en su inmensa mayoría por falta de presupuesto. En las casas de la cultura, en el medio centenar que abren cuando es necesario, se celebran más actos políticos que los puramente culturales. Y las escasas bibliotecas abiertas al público están vacías casi siempre.

Algunos de los ayuntamientos que “gozan” de estos servicios tienen menos de mil habitantes y apenas pueden pagar la nómina de sus funcionarios. Pero no te preocupes, que ahí están al caer las elecciones.  A algún candidato se le ocurrirá iniciar una nueva obra que no sirva para nada, como esas pistas polideportivas de cemento y hormigón que coronan algunas de nuestras aldeas, en las que nunca verás que juegue nadie…