Por Xerardo Rodríguez, director de "Galicia Única".

MANUEL GARCÍA, EL QUIJOTE DE LA GASTRONOMÍA

Le pregunté una vez a mi amigo Luís Devesa, de profesión emigrante, pese que a sus años como gran empresario podría dejar de ejercerla, el porqué a tantos y tantos gallegos se le dio por la cocina en la emigración…

—- Porque en un principio era lo más fácil. Entrabas de pinche, aprendías a cocinar y entonces tenías dos opciones: o seguir de cocinero o montar tu propio negocio. Si eras un poco espabilado y tenías unos bolívares te atrevías a montar un restaurante…

Luís me dio muchas conferencias sobre la vida del emigrante emprendedor, el empresario de éxito. Hay muchos, créeme; y si todos fueran como él o como Manuel García estoy seguro de que esta Galicia pintaría más rica de lo que parece ser.

En este Santiago turístico, bajando por la calle Galeras hacia el antiguo Hospital Clínico, donde ahora te encuentras con grandes edificios de apartamentos construidos con dinero ganado en la Galicia exterior, te llama la atención un rótulo… “Restaurante Don Quijote”. Poco tiene que ver el personaje cervantino con la Compostela de las peregrinaciones, pero he de reconocer que el nombre confluye con la universalidad de la ciudad.

Un día, hace unos 30 años, decidí entrar y probar. Y esa vez, la de mi debut como solitario comensal en el “Don Quijote”, conocí a Manuel García que es uno de esos hombres a los que mi amigo Luís Devesa llamaría “espabilado”.

La ocasión pintaba parda para conversar con la experiencia, me pareció a mí; así que compartí café con un hombre que me resultó tan admirable que me ganó como cliente cuando hubo necesidad de serlo. Como diría un amigo…

—- Hoy las necesidades son distintas…

Por eso yo hace tiempo que no voy al “Don Quijote”,  pero conste que le tengo prometida una buena a mi santa mujer y volveré, Manuel, volveré…

Manuel García es tan aventurero como el personaje que da nombre a su restaurante. Emigró a los 19 años a nuestras antípodas, a Sidney, Australia… Y claro, fue allí donde se forjó como empresario, que los gallegos bien sabemos cuál es nuestra mejor escuela. Pero una vez que regresó a la Tierra echó raíces en Compostela y su negocio fue viento en popa. Tan en popa sopló la prosperidad que ahí lo tienes, casi todos los días lleno, a pesar de las crisis. Debe de ser porque nadie se resiste a estas tentaciones. Veamos.

Yo, de mí a ti, si voy al Don Quijote no haría ascos ni al jamón ni al buen parmesano que te traen antes de preguntar nada. Cuando Manuel llega a tu mesa, te aconseja de tal manera que tú no tienes más que decir…

—- Pues venga, Manuel, sea lo que dice…

 Y allí viene un poquito de marisco, un rodaballo cosa fina y unas filloas de postre, rociado con buen albariño si eres de blancos o un Ribeira Sacra si eres de tintos…

Te has puesto como el Quico pero aún tienes que lidiar el café, los licores secretos de la casa y alguna chocolatina con menta para neutralizar todos los sabores.

Manuel García es sencillo, pero detrás de una sonrisa se esconde un hombre de ideas. Hace ya tiempo me dijo… 

—- Estaría bien celebrar un encuentro en Compostela al que acudan representantes de todos los restaurantes del mundo que tengan por nombre “Don Quijote”.

Manuel tiene fichados a unos cincuenta, con los que mantiene correspondencia…

—- Hace algún tiempo estuvimos a punto de conseguirlo, pero no pudo ser. Ahora hay que esperar a que pase el temporal.

—- Es una buena idea…

—- Hombre, yo creo que sería un buen escaparate turístico, un atractivo más.

Mientras la idea no sale, tienes tú la posibilidad de viajar a lugares tan diferentes como MéxicoSingapurColoradoMadrid o Shanghái, en donde encontrarás un Restaurante “Don Quijote”. Pero en lo que se refiere a calidad, yo te recomiendo que viajes a Santiago de Compostela y visites a Manuel Garcíaun emigrante de los espabilados

—- ¿Verdad, Luís?

Hace tres años la hostelería compostelana le rindió un homenaje por ser un hombre de bien y un profesional del que podemos presumir.