CASAS DE CITAS = CÁRCELES DE ESCLAVAS

Recién salía yo de la adolescencia y ya hacía mis pinitos de presentador en la famosísima Sala “Auria”, a la que acudía “lo mejorcito de la sociedad orensana”, según un anuncio de la época. El “Auria” tenía sus normas y las aplicaba para no perder su fama. Te pondré un ejemplo:

Un buen día, Pita, famoso guardameta del C.D. Ourense, se presentó ante el portero de la sala acompañado de una provocadora joven que parecía ir pidiendo guerra. El portero les negó el paso diciéndoles…

—– Perdone señor, pero esta chica es de reputación dudosa…

A lo que Pita respondió…

—– No, que va. Esta es puta. Dudosas son las que están dentro.

Aquel futbolista era un don Juan de tomo y lomo al que llamaban el Rey de la Calle. La calle era la del Villar y yo la conocí bien porque, durante medio Bachillerato, pasé por ella con la curiosidad juvenil que en todos nosotros despertaban aquellas señoras a las que finamente la gente llamaba rameras.

El caso es que, avanzando en el tiempo y en el más estricto ejercicio de mi profesión, conocí a algunas de aquellas jóvenes que hacían carantoñas a ricos y pobres, a políticos y periodistas, a curas e incluso a algún obispo, si hacemos caso a lo que nos contaban.  

Cada madrugada, mis fuentes, es decir las chicas de alterne, se enteraban de todos los planes municipales y de los chanchullos empresariales más sonados del Gran Vigo, recalificaciones de suelo incluidas.

Por ejemplo, mi amiga Mayte. Era lesbiana, pero tanto el alcalde como el concejal de Urbanismo estaban locos por aquella cara de muñeca que ejercía de amante del párroco de Santiago de Vigo y vivía con una francesa guapísima llamada Brigitte.

Mayte coincidía en la “Peluquería Santyblanc” con mi mujer, a la que contaba mis andanzas nocturnas…

—– Gloria, no te preocupes que tu marido es un “pichafría”, el solo va a lo que va…

Y a mí me decía por la noche…

—– Coincidí con tu mujer en la peluquería… ¡Le dije que eras un pichabrava!

Era su manera de iniciar nuestra conversación antes de darme el parte municipal de la semana.

En todas las ciudades de Galicia hubo siempre prostitutas y chicas de alterne. No es lo mismo, no. Las prostitutas ofrecían sus servicios y las chicas de alterne solo su compañía.

Actualmente ambos conceptos se fusionaron y todas ejercen el oficio más viejo del mundo, bien sea en locales públicos o bien en pisos “de citas”. Cambió la sociedad y también los métodos.

Desapareció el alterne. Cerraron aquellos clubs como el “Jonhattans” de Vigo, que regentaba Karina Fallagan, tras haberlo hecho poco antes el último cabaret, aquel Riomar de Samil de los primeros espectáculos eróticos.

Yo no conozco la Ferreiría viguesa, barrio tan histórico de la materia como la rúa del Villar de Ourense. Pero sí estuve en algunos de los locales ochenteros en los que se iba “al grano”, como por ejemplo el “Telm’os”. Fueron los sustitutos de aquellos otros de la década de los setenta. Alguno aún sigue abierto y paga tasas municipales.

Sin embargo, las “casas de citas”, que en Vigo proliferan hoy en día porque los “clubs” están en declive, no pagan impuestos. Ahora la prostitución la controlan las mafias que, sabedoras de las dificultades que encierra legalmente registrar un domicilio privado, cerraron los establecimientos e instalaron el negocio en pisos. Los proxenetas son extranjeros y tienen montado un tinglado en el que se violan leyes y todo tipo de derechos. La mayoría de las chicas están realmente secuestradas.

Debieras de saber, cabroncete, que en cada piso de los que tú “visitas” se esconden verdaderas tragedias. Tú minuto de placer supone muchas horas de tortura para esa mujer que te aceptó en su cama. Y tu dinero, tu asqueroso dinero, solo sirve para acrecentar más su suplicio.

Es decir, que tú eres tan responsable como esos macarras sin escrúpulos y con alguna muerte en su conciencia. Creo que una ley adecuada acabaría con tu vicio y con esta explotación sexual de la mujer.

—– Pero… ¿Y la Policía? ¿Qué hace la Policía?

—– Lo que puede, que es mucho.

Por lo de pronto ya dispone del medio legal para poder hacer registros en esas “casas de citas” hasta ahora “protegidas” por las leyes de la propiedad privada. El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo puede autorizar ahora a la Policía a entrar en un piso para que verifique si los moradores ejercen una actividad económica sin estar dados de alta en Hacienda.

Eso es suficiente para investigar esos lugares que antes regentaba una madama como si de una “familia” se tratase, pero que ahora son auténticos “pisos francos” donde las mafias mantienen esclavas a mujeres de todas las edades, razas y nacionalidades. Tras las puertas de estos locales se esconden los verdaderos traficantes que se dedican al repudiable negocio de la “trata de blancas”.

En este mes de mayo que se va, la Policía ha llevado a cabo varias operaciones en Galicia que dieron como fruto algunos rescates y más de una detención.

Si tú, tan amigo de “echar una canita al aire”, reflexionas sobre el daño que causas y no vuelves a visitar esos pisos, seguro que contribuyes a la erradicación de las mafias… y a que el Gobierno legalice la prostitución, porque no se puede privar a nadie de ejercer libremente la actividad. Repito, libremente.