DEJAD EN PAZ A LAS PALOMAS

Cansado, apoyé mi mano en el árbol del paraíso y este me llenó de otoñales hojas cayendo sobre mi cuerpo: amarillas, tintas, degradadas… casi me cubren de todo. Se lo agradecí abrazándolo, besándolo en el tronco, porque él liquidámbar me tiene mucho cariño y él bien quisiera calmar mis dolores, que se aferran a este cuerpo gastado como si fueran lapas.

En esto, una paloma blanca cruzó el espacio y me pregunté porque todas las palomas del mundo, el ave que simboliza la paz, no sustituyen a los misiles de Putin que caen sobre esa Ucrania que sangra por los cuatro costados. Pero las palomas de la paz ya huyen de los humanos.

Es que también existe una España profunda, la de la tele, que las mata, las despluma y las destroza en la tartera, como hizo anoche el equipo azul del reputado programa Máster Chef, en las salinas de Álava, ante la mirada estupefacta de los espectadores. Se ve que los cocineros estrella ya no respetan a las aves nacidas para ser símbolos del orden mundial, que estos señores tienen el lema de los hambrientos: “todo lo que nada, corre o vuela… a la cazuela”.

A los Pepe, a los Jordi y demás gente forrada a costa de cocinar chorradas sabrosas en vivo y en directo, debiéramos de sentarlos en su sitio, entre fogones de restaurantes y no soltando sus pedantes veredictos en una televisión pública, en la que hay que hilar muy fino para comunicar bien… lo que sea.

XERARDO RODRÍGUEZ