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fotos : Araújo Maceira

Por las tierras de Castro Laboreiro que tanto gustaban a aquel buen concejal vigués que fue Suso Costas, aunque sea en día más bien nublado, aparecen paisajes como los de las fotos. Allá, abajo, en lo que desde los miradores de la carretera uno se imagina casi como inaccesible. Naturaleza pura y dura. Mares de piedra, huecos de tierra por donde asoman árboles y arbustos y agua... agua que fluye desde lo más alto de las montañas hacia los valles, como este, el llamado Valle del río Laboreiro, fabuloso local, descrito más abajo en la postal de fondo verde. 

¡Lástima no tener piernas como los más jóvenes para introducirse por esos senderos en este otoño oscilante entre los sol y sombra, cielos radiantes y nublados, ambientes más o menos calientes de los mediodía y los fríos de la noche!. Ha vuelto el agua tras la sequía y en la montaña, ahí, en pleno parque nacional, en la zona de A Peneda, lugares como estos, aunque solo sea admirando su belleza desde la carretera, merecen la pena, ¡vaya si merecen la pena!. 

Ya lo decía Suso Costas, ya lo decía, cuando allí iba, en pleno invierno desde Vigo... ¡a ver la nieve!.

















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