VOCES CEIBES – Xerardo Moscoso

Xerardo Moscoso Caamaño, nado o 24 de febreiro de 1945 na Cidade de México e finado en Torreón (Coahuila) o 23 de maio de 2021, foi un cantautor galego, vencellado nos seus inicios ao colectivo Voces Ceibes, médico de profesión, que exercería tamén diversos oficios vencellados á interpretación dramática, tanto no cinema como no teatro.

Iba para médico en Galicia  y terminó siendo actor en México. Fue, ya de universitario, una de nuestras “Voces Ceibes”, aquel grupo de chicos que le cantaban las verdades al lucero del alba y al gobernador civil de la provincia.

—- Bueno, nós cantar non cantábamos pero o decíamos moi ben…

Un día, en Pontevedra, el todopoderoso Antonio Puig Gaite, jefe del Movimiento y vicepresidente de casi todo, le puso una pistola en la frente y le dijo que se marchara del país.

Aguantó mi tocayo tiempo, y tiempo tuvimos para producir su disco “Acción Galega”, un elepé que dio a conocer entre los melómanos al poeta de la raza, a Ramón Cabanillas,  bastante antes que el de Juan Pardo.

De aquel viaje a Madrid recuerdo muchas historias, al margen de la grabación del disco, que conservo en casa como un tesoro y aún escucho para no perder la memoria.

Moscoso estaba sin pasaporte –se lo habían retirado-; no tenía carnet de conducir y la policía lo seguía porque era un clandestino y antifranquista…

Pero él se empeñó en conducir y lo hizo, faltaría más,  por dirección prohibida… ¡Menos mal que aquel policía municipal de Madrid era gallego!

—- ¡Veña largade de aquí antes de que veñan os grises e vaiamos todos o cazolo…!

Aquel guardia, de apellido Santalices, fue mi invitado especial en la Festa dos Mundos, en el 2004, cuando 170 mil personas llenaron Santa Cristina para aplaudir a Carliños Brown. Santalices se retiró en Oleiros y se dedicaba a la vida contemplativa.

También fuimos al estreno de la película de Martín Patiño “Canciones para después de una guerra”, que vimos en compañía de algunos amigos de San Adrián de Cobres, el mirador de la Ría de Vigo. Sonó una estruendosa ventosidad mientras en la pantalla sonaba el “Cara al Sol” falangista…

—- Poooorrrrrrrropoooooop…

Fue el pedo más sonoro que escuché en mi vida.

Salimos todos del cine seguidos por un grupo de aquellos Guerrilleros de Cristo Rey… No pasó nada porque los grises no querían que hubiera líos donde se proyectaba una película del Régimen, aunque Moscoso y yo supimos leer muy bien la letra pequeña en la que Martín Patino escondió su fina ironía… Porque los que vieron la película convendrán conmigo que la letra era más bien pequeña y la música muy de la época.

Y en Galicia algún cantautor llamó a Xerardo fascista.  Lo hizo, el muy macho, -que no nombro porque ya viajó al espacio-, dada la condición homosexual de Moscoso que no encajaba bien entre quienes se llevaban de calle a las alegres chicas del PCG, que ni eran tan alegres ni a la hora de la verdad tan del PCG.

Xerardo Moscoso era tan discreto que conmigo nunca habló de esa condición suya. A mí me lo descubrió una amiga común que se sentía enamorada no sé si del artista o del ginecólogo que ejercía en el Sanatorio Santa Rita de Pontevedra.

Me permitirá Moscoso que recuerde aquí una anécdota de este sanatorio pontevedrés. En el Diario de Pontevedra yo comencé como redactor de sucesos. Entonces nos lo tomábamos tan en serio que, tras un accidente, agresión o incluso crimen, íbamos en busca de la información al centro médico y a la Guardia Civil. Hoy en día, al parecer, se llama por teléfono o se pone un mail y se reciben los partes en el correo electrónico.

En una de mis visitas, al salir, un oficinista del que ya ni quiero acordarme, me dio un sobre:

—- Toma, así te resultará más fácil escribir que el herido está en el Sanatorio Santa Rita.

Lo metí en el bolsillo pensando que era un parte médico, pero no; en el sobre había un billete de 500 pesetas…

Cogí el dinero y se lo entregue a mi maestro, Angel Huete, que a su vez se lo metió en el bolsillo al cieguecito de la ONCE que pasaba mucho frío, porque aún no se inventara el kiosco de la esquina de la calle de la Oliva. Jamás volví a nombrar en el periódico al Sanatorio Santa Rita…

De este hecho pasaron cuarenta y siete años, nueve menos que cuando tuve el gusto de entrevistar a Moscoso, por primera vez, en aquella Radio Popular libre de mis noches de Vigo, nunca olvidadas.

Supe ya entonces que Xerardo era hijo del exilio y que en México le aguardaba una vida sin dictaduras en las que llevaría adelante uno de sus muchos sueños: el de ser actor.

—- Comencé haciendo lo que pude, hasta telenovelas, pero ahora hago más bien teatro, con mi grupo Las Gaviotas, y cine.

Unos años atrás hablé con él por teléfono para vernos y recordar aquellos tiempos, pero se impuso el trabajo al amigo y no pude acercarme a Poio, donde pasó unas cortas vacaciones.

En la Red le puedes ver de fraile, en versión mexicana de “Marcelino, Pan y Vino”, que no deja de tener gracia; y escuchar su “Acción Galega”, que así tituló su disco en honor de Ramón Cabanillas.

Xerardo Moscoso fue sin duda un personaje… ¡Único!  Por cierto. La foto del Moscoso 2010 se la pedí prestada al estupendo blog de mi amigo Perfecto Conde, que se reirá mucho con lo que aquí les cuento.

..................

EL DÍA QUE MURIÓ XERARDO MOSCOSO…

“…En México existen experiencias de teatro en cárceles, con chicos de la calle, sordos, prostitutas, ancianos, niños con síndrome de down o en poblaciones que eran el peor metedero de heroína del país. Las personas que, desconociéndolo, bebieron el bálsamo del teatro fueron tocadas para siempre. San Pedro de las Colonias, Coahuila, es considerado (o era hasta hace pocos años) el pueblo con mayor consumo de heroína del país. A ese lugar, que existe en el mapa gracias a la heroína, llegó Xerardo Moscoso después de transitar muchos años por el cine y teatro chilangos. Con base en TorreónXerardo se volvió un personaje vital y deseado y protegido por buena parte de los pobladores de San Pedro de las Colonias que jamás hubiesen pensado que el grupo de teatro amateur de su pueblo (La Gaviota, en homenaje a Chéjov) pudiese llevar por Galicia la poesía de León Felipe con acento del norte de México en una exitosa gira, en 2007…"

Jaime es el amigo común que, un buen día de pandemia, me mandó una extensa carta contándome lo que estaba haciendo en la actualidad Xerardo Moscoso Caamañoel cantor de la rebeldía de la Galicia Ceibe se había convertido en un humilde actor social que llegó con su carromato nómada al pueblo más pobre de México, para tenderle una mano y sacar del pozo a quienes habían caído en él.

Allí enfermó de gravedad y allí sufrió el Covid. Y allí, en su base de Torreón-Coahuila, nos dejaba y emprendía viaje al Espacio para tomar posesión de una estrella e iniciar en ella otra vida sin sufrimientos, que no se los merece.

El día que murió nuestra voz ceibe lloré en soledad la partida del amigoJuntos hicimos aquella guerra sonora contra Franco utilizando como mediador a Ramón Cabanillas y su Acción Galega. Moscoso le puso voz a la rebeldía y yo me atreví a producirle aquel disco que hoy es una joya de la canción gallega.

Antes había sido de los iniciáticos cantautores no noso idioma dentro del grupo Voces Ceibes, junto a Benedicto, Xavier, Guillermo Rojo, Vicente Araguas y Miro Casabella. Le considero una figura senlleira de la galleguidad en el mundo, al margen de valorar infinitamente su labor social como médico, esa renuncia al éxito como actor y director teatral en México y en Estados Unidos para comprometerse con los más débiles.