"A RODA", la Canción de taberna de ayer, de hoy y de siempre...
A RODA – La Canción de taberna
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Portada del primer disco de A Roda
y el más vendido de la historia de Galicia.
Estaba yo con Pepe Corbal tomando una taza en la taberna de al lado, la de Eligio, cuando los oí cantar por primera vez en “La Viuda”.
La de Eligio era una especie de bodega de la intelectualidad mientras “La Viuda” era un bar eminentemente proletario al que de tarde en tarde se asomaba algún pintor, escritor, periodista o gran prócer de aquella época.
El vino de Eligio venía de Leiro y “pasaba bien” con unas xoubiñas de compañía. El de “La Viuda”, ni se sabe, pero junto a las patatas bravas parecía tensar las cuerdas vocales, a juzgar por lo que allí se escuchaba.
Os hablo de Vigo, de las tabernas que había en un callejón paralelo a la calle del Príncipe y detrás de “El Pueblo Gallego” cuando aún Franco era Caudillo y las canciones hablaban de amor en la radio y en la tele.
Allí, en “La Viuda” descubrí yo al grupo A Roda, cuyo primer disco enseñó a cantar a los gallegos en las tabernas. Aquella música sonaba magnífica alrededor de una “cunca” de vino y bien seguía esos vericuetos literarios que aquí, en Galicia, llamamos retranca.
El “jefe” era Luís Vaamonde, conocido ya por sus publicaciones dirigidas al mundo de la emigración y por ser hermano de Suso Vaamonde, cantor del que os tengo preparado un capítulo aparte para una de estas semanas.
Conocía también a Pituco, compañero en las trincheras de la clandestinidad. A Queno, por frecuentar también el Elixio y a Cabaleiro, porque mi viejo Seat caía todos los meses en el taller en donde trabajaba.
Pero A Roda era en realidad todo aquel bar proletario, entre las ocho y las diez de la noche, porque todos cantaban… Fito, el actual líder, el de las barbas, era el más tímido pero su voz de bajo apabullaba ya a los demás.
Andaba yo a vueltas con “Xeira”, primer sello discográfico enteramente gallego, y le dije a Luís:
— ¿Queréis grabar un disco?
— ¿Con estos? ¡Estas de coña!
— No en serio… ¡Creo que estáis inventando la canción de taberna!
Tres meses más tarde estábamos grabando el primer disco de “A Roda”, con una unidad móvil de los Estudios Sonoland de Madrid y en el local del Centro Sportivo de Ponteareas.
Allí nació realmente A Roda y el “Pousa, pousa”, que juntamente con “O Gato”, “O miudiño” y otras canciones que recordareis, conformaba el disco más vendido de toda la historia de la música gallega, superando ya los dos millones largos de ejemplares.
Pero el mérito de ese vinilo se lo debemos los gallegos a Gustavo Ramudo, que logró conservar la frescura de aquella taberna en una producción musical y unos arreglos realmente asombrosos. Gustavo es de A Coruña y fiel a los veranos de Camariñas. Y un amigo que tengo perdido y me gustaría recuperar.
Por cierto, aquel disco obtuvo el “Premio da Crítica Galega”, el galardón cultural de más prestigio, que yo mismo tuve el honor de recoger en una gran gala en el Hotel Samil, en 1978.
Desde aquel entonces, hace muchísimos años, A Roda se mantuvo como grupo referencia de la llamada canción tabernaria y por él pasaron músicos y cantores de reconocido prestigio que haría interminable este comentario si los nombrara a todos. Tened en cuenta que A Roda debe andar rondando el medio centenar de discos y cedés editados. Es con mucho el grupo más fecundo de la música gallega.
En la modernidad, su gran mérito, consiste en seguir haciendo suyas las canciones más populares, las de siempre, las que cantamos todos en torno al vino del aperitivo tabernario o a los postres de los grandes yantares. Es lo que les pedía la gente en sus numerosos conciertos, ya que todos los veranos seguían recorriendo el país de punta a punta, como si fuera ayer.
La última vez que tuve oportunidad de escucharles en directo, ya ha llovido, aún Fito, el de la barba, seguía siendo el líder indiscutible del grupo, al que arrimaba su esfuerzo personal Bernardo Xosé, aquel gran triunfador popero de los años setenta de los discos “Belter”, el de “Para ti, Dolores”, que fue número 1 en España.
Seguramente hoy domingo y en este momento en el que estoy poniendo punto y final a esta crónica, en alguna parte del planeta, al calor del vino, alguien está cantando aquello de…
— “Eche un andar miudiño, miudiño miudiño, miudiño miudiño… o que eu tralloooo… Eu trallo unha borracheiraaaaaa… De viño que auga non bebo, mirá, mira maruxiña, mirá… Mira como veñooooo…”
Compás final: Detrás de un grupo gallego siempre hay una gran mujer y detrás de A Roda estaba en su día Filo, la santa esposa de Fito, que es la que animaba y se encargaba de poner orden en el estudiado desorden con que trabajaba el excelente y animoso grupo.
Estaba yo con Pepe Corbal tomando una taza en la taberna de al lado, la de Eligio, cuando los oí cantar por primera vez en “La Viuda”.
La de Eligio era una especie de bodega de la intelectualidad mientras “La Viuda” era un bar eminentemente proletario al que de tarde en tarde se asomaba algún pintor, escritor, periodista o gran prócer de aquella época.
El vino de Eligio venía de Leiro y “pasaba bien” con unas xoubiñas de compañía. El de “La Viuda”, ni se sabe, pero junto a las patatas bravas parecía tensar las cuerdas vocales, a juzgar por lo que allí se escuchaba.
Os hablo de Vigo, de las tabernas que había en un callejón paralelo a la calle del Príncipe y detrás de “El Pueblo Gallego” cuando aún Franco era Caudillo y las canciones hablaban de amor en la radio y en la tele.
Allí, en “La Viuda” descubrí yo al grupo A Roda, cuyo primer disco enseñó a cantar a los gallegos en las tabernas. Aquella música sonaba magnífica alrededor de una “cunca” de vino y bien seguía esos vericuetos literarios que aquí, en Galicia, llamamos retranca.
El “jefe” era Luís Vaamonde, conocido ya por sus publicaciones dirigidas al mundo de la emigración y por ser hermano de Suso Vaamonde, cantor del que os tengo preparado un capítulo aparte para una de estas semanas.
Conocía también a Pituco, compañero en las trincheras de la clandestinidad. A Queno, por frecuentar también el Elixio y a Cabaleiro, porque mi viejo Seat caía todos los meses en el taller en donde trabajaba.
Pero A Roda era en realidad todo aquel bar proletario, entre las ocho y las diez de la noche, porque todos cantaban… Fito, el actual líder, el de las barbas, era el más tímido pero su voz de bajo apabullaba ya a los demás.
Andaba yo a vueltas con “Xeira”, primer sello discográfico enteramente gallego, y le dije a Luís:
— ¿Queréis grabar un disco?
— ¿Con estos? ¡Estas de coña!
— No en serio… ¡Creo que estáis inventando la canción de taberna!
Tres meses más tarde estábamos grabando el primer disco de “A Roda”, con una unidad móvil de los Estudios Sonoland de Madrid y en el local del Centro Sportivo de Ponteareas.
Allí nació realmente A Roda y el “Pousa, pousa”, que juntamente con “O Gato”, “O miudiño” y otras canciones que recordareis, conformaba el disco más vendido de toda la historia de la música gallega, superando ya los dos millones largos de ejemplares.
Pero el mérito de ese vinilo se lo debemos los gallegos a Gustavo Ramudo, que logró conservar la frescura de aquella taberna en una producción musical y unos arreglos realmente asombrosos. Gustavo es de A Coruña y fiel a los veranos de Camariñas. Y un amigo que tengo perdido y me gustaría recuperar.
Por cierto, aquel disco obtuvo el “Premio da Crítica Galega”, el galardón cultural de más prestigio, que yo mismo tuve el honor de recoger en una gran gala en el Hotel Samil, en 1978.
Desde aquel entonces, hace muchísimos años, A Roda se mantuvo como grupo referencia de la llamada canción tabernaria y por él pasaron músicos y cantores de reconocido prestigio que haría interminable este comentario si los nombrara a todos. Tened en cuenta que A Roda debe andar rondando el medio centenar de discos y cedés editados. Es con mucho el grupo más fecundo de la música gallega.
En la modernidad, su gran mérito, consiste en seguir haciendo suyas las canciones más populares, las de siempre, las que cantamos todos en torno al vino del aperitivo tabernario o a los postres de los grandes yantares. Es lo que les pedía la gente en sus numerosos conciertos, ya que todos los veranos seguían recorriendo el país de punta a punta, como si fuera ayer.
La última vez que tuve oportunidad de escucharles en directo, ya ha llovido, aún Fito, el de la barba, seguía siendo el líder indiscutible del grupo, al que arrimaba su esfuerzo personal Bernardo Xosé, aquel gran triunfador popero de los años setenta de los discos “Belter”, el de “Para ti, Dolores”, que fue número 1 en España.
Seguramente hoy domingo y en este momento en el que estoy poniendo punto y final a esta crónica, en alguna parte del planeta, al calor del vino, alguien está cantando aquello de…
— “Eche un andar miudiño, miudiño miudiño, miudiño miudiño… o que eu tralloooo… Eu trallo unha borracheiraaaaaa… De viño que auga non bebo, mirá, mira maruxiña, mirá… Mira como veñooooo…”
Compás final: Detrás de un grupo gallego siempre hay una gran mujer y detrás de A Roda estaba en su día Filo, la santa esposa de Fito, que es la que animaba y se encargaba de poner orden en el estudiado desorden con que trabajaba el excelente y animoso grupo.
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XERARDO RODRIGUEZ
www.galiciaunica.es