Pongamos que hoy toca hablar de "los retranqueiros"...

Xerardo RODRÍGUEZ
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LOS RETRANQUEIROS

La tribuna de opinión de Cudeiro era, en mi adolescencia, un pretil. Casi pegado a la carretera protegía el Camino Real de cualquier posible imprudencia temeraria de los escasos conductores de la época. Era un pretil consistente, de buena piedra, con superficie adecuada para sentar las posaderas y altura bastante para que las piernas tocasen suelo. Vamos, un asiento cómodo para pasar un par de horas opinando.

En aquel pretil sentaban su culo los sabios de la aldea y fíjate si eran importantes los debates que el tabernero, Jaime Rodríguez “O Tarabelo”, cerraba el negocio y se incorporaba a la tertulia.

A los jovencitos nos dejaban asistir si permanecíamos calladitos, aunque nos prohibían asistir al masterclass cuando el tema iba de sexo. Pero el eco de las discusiones llegaba hasta la fuente, un poco más abajo, en el Turreiro, por eso aquellos sabios fueron nuestros maestros iniciadores de las prácticas prohibidas.

Hablaban de todo menos, curiosamente, de política. Ese era su tabú.

—- Hombre, en una dictadura…

No, estaban protegidos y los respetaba la Guardia Civil porque Don Felisindo, el cura, no les pintó nunca de rojos. Ocurre que la política les aburría, como sucede aún en los debates de aldea. Hablaban de lo divino y de lo humano, pero sobre todo ejercían de retranqueiros de la vida, esos personajes a los que enterraron las nuevas tecnologías.

La retranca es la esencia del galleguismo histórico: una técnica utilizada por poetas, escritores y oradores como Otero Pedrayo o el mismísimo Castelao. Consiste en no decir nada, pero contarlo todo. Eso sí, con gracia y chispa, en la manera de expresarse, como decimos por Ourense.

Los retranqueiros de ahora siguen teniendo mucha chispa, son los mejores opinadores, la esencia informativa de la aldea; y podrían serlo también de la tele si los llevaran de tertulianos.  

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