Domingo de desembarco vikingo en Catoira

Xerardo RODRÍGUEZ

Mi amigo Sanxuás me dijo una vez que yo era celta puro porque mi cráneo terminaba en cuerno, pero mi profesora de historia decía que por mis venas corría la misma sangre que la del pueblo galaico de los coelerni poseedores de las tierras de Cudeiro. Yo solo estoy seguro de que ahí nací, en el mirador de Ourense, entre los brazos de la hierba, escuchando el murmullo del agua y el canto de los mirlos.

Ninguno de los guerreros invasores me resultó simpático, hasta que allá por el 1962 el ilustre Fermín Bouza Brey me invitó a la romería de Catoira, que se celebra todos los años desde entonces el primer domingo de agosto, para rendir homenaje a los más salvajes de todos cuantos nos expoliaron: los vikingos.

¡Ya nos vale a los galaicos del siglo XXI! Siempre hablando bien y echándole flores con música a los celtas, romanos, suevos, vándalos o alanos… todos esclavistas y ladrones. A los vikingos les dio pal pelo el arzobispo Gelmírez en las Torres D’Oeste de Catoira y terminaron ellos sometidos al poder de la Mitra compostelana, que mandaba incluso más que ahora.

Este domingo, a partir de las doce, se celebra el festivo desembarco vikingo en ese idílico paraje y tras él, la gran cuchipanda con las mejores viandas y caldos de la zona. Así que, si quieres presenciar la batalla y disfrutar de la gran fiesta acércate a Catoira hoy, mañana y pasado para disfrutar de grandes papancias y cenotas, mientras la música de Luar na Lubre, Sákld, Bloody Sunrise, Celtas Cortos, Dakidarría y Lontreira… invaden el tramo final del río Ulla.

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