Hablemos de sus salarios, señorías...


Xerardo RODRÍGUEZ

HABLEMOS DE SUS SALARIOS, SEÑORÍAS

Me pregunto si Quevedo hubiera sido más crítico aún en la sociedad actual y si, por ejemplo, haría una versión mucho más feroz de su famoso poema “Poderoso caballero es don dinero”. Me hubiera gustado mucho leer su visión del presente.

Es probable que en la diana de su sátira estuviesen esos políticos presumidos que ahora comen en mesa aparte. El que sus versos perviviesen cuatrocientos años se debe a lo bien que manejaba la ironía, así que imagínate si el genio de la retranca hubiera visitado el Congreso de los Diputados en busca de inspiración…

En este mundo en el que vivimos no me cabe la menor duda de que la mayoría de la gente busca en la política solo dinero. Eso de servir a los demás y de trabajar por el bien del país es puro cuento que se gastan quienes se sientan en despachos de decisión o en escaños legislativos. Basta un detalle: son ellos, los propios políticos, los que fijan sus vergonzantes salarios.

Una vez jubiladas las viejas glorias del poder, se está procediendo estos días al relevo generacional en las cámaras legislativas. Hasta tal punto, que el cincuenta por ciento de senadores y diputados que hemos elegido el pasado día 23 de julio estrenan cargo. Ahora bien, cobrarán lo mismo que los anteriores más el IPC que miserablemente discutirán, seguro, a los pensionistas.

Para que te cabrees de una vez por todas te diré que un diputado cobra el sueldo de tres españoles medios juntos solo por votar lo que le dicen. A los 68.517 euros de sueldo suman dietas, pluses y gastos de transporte.

Como decía mi amigo Pepe Posada…

—- Es que no gastas nada. Tienes todo pagado y el dinero que cobras es para meter en el banco.

¡Por eso se pelean!

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