Los buenos amigos del Baixo Miño...

 

Otra reflexión: nunca podré olvidar a los buenos amigos que tengo en O Rosal y A Guarda. Verdaderos entusiastas del costumbrismo y la etnografía andan a vueltas con la recuperación del volanteiro, uno de los emblemas marineros más antiguos del puerto guardés, muy común entre los siglos XVII y principios del XX.

Es una embarcación a vela que requiere pericia. Los impulsores de esta iniciativa son los miembros de la Asociación Piueiro, pero con ellos colabora todo el Baixo Miño.

Esta mi gente se ha tomado en serio lo de la transformación del campo y ya ven a sus nietos en el paro porque…

—- Pero ti non ves que están colocando un robot cada día, dises para ordeñar as vacas.

—- ¿E iso como é?

—- ¡Eu que sei!

El caso es que Antonio y José se lo tienen creído. Lo de que ya están aquí los robots y pasaremos el tiempo mirando como ellos trabajan, incluso en el agro.

Mi amigo Luís Devesa ha dejado Caracas por Madrid. Ni siquiera le apetece estar en su casa de Orlando. Tampoco se propone vivir en Bande ni en Vigo. Tiene medio mundo para elegir pero a su esposa Mary le seduce la capital del reino. Ya encontraron ambos su nicho venezolano, allí en la espiral urbana, donde mi amigo se hizo contador en su juventud.

¿Sabes? Cuando el gallego emigra enseguida encuentra su acomodo. Se junta con otros gallegos y todos se ayudan entre sí. Fuera de Galicia somos harina de un mismo trigal, compañeros solidarios en la salud y en la enfermedad.

A Luís y a Mary los adoro y los echo de menos por aquí. Pero son felices entre la multitud…     

El final de esta crónica necesitaba una luna de sangre detrás de la Catedral de Compostela, inmovilizada y eterna. Ahí la tienes, subida a esas torres llenas de flores románicas y toscas, aún como en el tiempo de las viejas peregrinaciones, cuando en su entorno se cultivaba el latín rimado.

Piedra y Luna huyeron de la idea del tiempo en esa noche de jueves, para brindarnos el éxtasis de los caminantes contemplando la belleza… con una sola mirada… como si fuese el milagro final del trayecto.

Xerardo Rodríguez

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