Decía el maestro Filgueira Valverde que “los pazos son como las tullas de la tradición, erguidos entre las mejores tierras de labradío”.

El pazo no solo es un conjunto arquitectónico, grandioso y bello, sino el escenario de románticas historias de época, y fuente de inspiración para los poetas, responsables de su conversión en el referente emblemático de la historia y la cultura de Galicia.  Es en los pazos donde, a través del tiempo, suceden imaginadas pasiones protagonizadas por personajes también imaginarios. La literatura es quien los mitifica.

Pero los pazos fueron mucho más que un escenario de novela. Dieron continuidad a las antiguas villas de Galicia, sobre todo durante los siglos XVII y XVIII, cuando se convierten en epicentro de la economía rural. Se construyen con los beneficios que los hidalgos obtienen del subarriendo de las tierras a los campesinos, sobre los que ejercen su jerarquía y poder.

Estos suntuosos edificios fueron todo un símbolo de importancia social, el reflejo de una sociedad y el elemento principal de una fascinante manera de vivir. La monumentalidad y los entornos naturales magníficos en los que se ubican, añaden un interés artístico a su historia.

En Galicia hay, actualmente, más de novecientos pazos catalogados. De ellos, 200 están en venta. La horquilla de precios se halla entre los 180.000 euros y los cinco millones y medio, según situación y estado.

Cuatro ejemplos que quizá conozcas: el pazo de Urzaiz, en Nigrán, el más caro; hace dos años aparecía tasado en cinco millones y medio, pero ya ha bajado medio. Mas barato es uno en Baiona, el de La Ramallosa, tasado en 2’7 millones de euros. Tienes otro en Tomiño por solo un millón y ya puestos, un castillo por un millón y medio en la ría de A Coruña.

—- ¿Por qué crees que se venden tantos pazos?

Porque son una carga económica que no todos pueden mantener. Algunos incluso se usan como negocios de hostelería, para bodas y eventos, o como alojamientos con encanto. Los costes de mantenimiento son muy altos y, por otra parte, las rehabilitaciones que precisan algunos no están al alcance de cualquiera.   

XERARDO RODRÍGUEZ