Julio y agosto nos dejaron perplejos por el efecto tobogán del tiempo incierto, pero tu bien sabes que en la Tierra Única la estética veraniega se prolonga hasta que se agota septiembre, que es mes aún seco en la montaña y de cálida atmósfera marina en la costa.



Fíjate bien como al paisaje atlántico le devuelven hoy las olas su paz de playa y en la ruta cantábrica predomina la música del mar, cuando la escultura pétrea emerge del acantilado entre la espuma blanca.

Además, las venas fluviales riegan con más calma los valles para procrear verdes paraísos ocultos a donde huir desde el bullicio urbano, que la aldea pequeña comparte con nosotros el relato de cada casa y en la ribera de la ría próxima se habla otra vez de fiesta.

Además, en el valle del vino ya es tiempo de vendimia y en la villa marinera la joven estrella de la cocina innova con el producto gallego de calidad para que nos demos el gustazo.

En septiembre, mis amigos, aún quedan días de verano para disfrutar del espacio natural, ese donde se acaba el cansancio del eterno ir y venir por el mundo, como en los viejos tiempos.

XERARDO RODRÍGUEZ