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+ Texto : Xerardo RODRÍGUEZ -
+ Fotos : Galicia Única - 
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Las Rías de Galicia estaban llenas de calamares y pulpos, eran las especies más abundantes de aquellos mis inicios periodísticos en el Diario de Pontevedra. En los propios muelles de los puertos veías a gente con cañas que llenaban un caldero de calamar autóctono, pescándolos uno a uno. Tanto abundaban estas especies en los sesenta que estaban considerados platos de pobres.

Los de ricos eran la cigala de Marín, la centolla de O Grove, el camarón de Moaña, la langosta de A Guarda, las nécoras de Vilaxoan, las almejas de Carril, etc. etc. Pero de vez en cuando, te dabas buenas mariscadas a buen precio.

Hoy, ya sabes, tanto el pulpo como el calamar son también productos de lujo en nuestras lonjas, en cuyas subastas apenas se ven, porque, sobre todo este año, escasean.

Sin embargo, cuando vas al supermercado y a las pescaderías siempre hay pulpo y calamares. En el punto de venta al público sí se obra el milagro de la multiplicación de los cefalópodos. Esta mañana, sin ir más lejos, Gloria encontró dos pulpos de los de kilo y medio y calamares suficientes para prepararnos uno de sus muy afamados arroces.

—- ¿Entonces qué está pasando? Si no hay pulpo ni calamares en las lonjas…

Sí lo hay en los caladeros de Malvinas, Perú y Marruecos. Estos últimos son incomestibles, parecen chicle y no saben a nada. Los de los otros caladeros cuelan para los poco expertos, sobre todo si los barcos que los pescan son de bandera mixta y una de ellas es la gallega.

Concluyendo, actualmente es muy difícil que te sirvan en un restaurante de Galicia calamares o pulpo de la ría, porque esos, los pocos que se subastan, como ocurrió siempre, van para Madrid porque es donde mejor los pagan.