¡Hasta luego, Pepe Domingo!
Pepe Domingo Castaño. |
HASTA LUEGO, PEPE DOMINGO
Se me van yendo los amigos delante para aumentar mi sufrimiento. Ayer le llegó la hora a Pepe Domingo Castaño, al que todos conocíais y yo admiraba como a nadie. Ya no sé escribir de estas cosas del dolor que mi Gloria define como ley de vida. Se me ha nublado la mente y tengo las manos paralizadas. Así que esperaré ese reencuentro prometido y vaya mi abrazo fuerte para toda su familia, especialmente para su hermano Fernando que debe estar pasando unos momentos terribles. Rezad por él los que sabéis porque, os lo juro, era muy buena gente.
Voy caminando por el parque central dando tumbos, como borracho, ebrio por el sueño que me perdí y pensando en nada, harto de filosofar toda una noche en la que ángeles y demonios se disputaban mi alma en pena, mientras yo daba vueltas y más vueltas envuelto en blancas sábanas.
—- Claro, no tomaste la pastilla.
—- ¡Algo peor!
Resulta que me olvidé de la leche con galletas… Es la receta que heredé de Mamá Ramona, mi abuela. Siempre me venía con un gran vaso de leche y cuatro galletitas con pintas de chocolate entre la masa. Eso era suficiente para un descanso feliz, sin interrupciones, sin malos sueños, sin filosofar sobre los malos rollos del día…
—- No me digas que la leche y las galletas sustituyen al Lorazepán…
Pues sí, porque la leche y las galletas son una combinación que enriquece el triptófano, un aminoácido que en nuestro cuerpo resulta ser el encargado de sintetizar la hormona melatonina, que es la sustancia implicada en la inducción del sueño.
—- ¿Y no será que entonces tenías 15 años y ahora tienes 80?
Supongo que en el bien descansar todo influye, pero las abuelas, aunque no son científicas, sí son muy sabias. Hazles caso. Ni te imaginas las muchas sentencias que guardo en mi memoria pronunciadas por mi abuela, maestra de las de antes de la guerra y autodidacta de la vida.
XERARDO RODRÍGUEZ