Poseídos por la niebla...



He titulado : poseídos por la niebla...

Esta niebla espesa que empapa la tierra no sé de dónde viene… pero bien podía quedarse en su casa sin invadir la intimidad de los humanos bronquíticos, a los que hace toser más de la cuenta.

Las toses, por muy livianas que sean, te inquietan mucho a los ochenta y terminas dando vueltas como un tonto alrededor de ti mismo; eso sí, con la tos en la mano, conversando con ella a lo Hamlet:

—- ¿Serás o no serás?

Hasta escuchas una voz de ultratumba que te contesta…

—- ¿Lo qué?

Entonces, tímidamente, mirando hacia todas partes, le dices…

—- Tú ya sabes…

Pero la voz se calla y tú empiezas a oler el Magno de La Toja, que todavía te dura en el cuerpo después de la ducha larga.

Luego te tomas un café de esos que humean y sí, te huele a café.

Ya puestos te tocas la frente y está más bien como el día, fresca. Pero no te conformas y te pones el termómetro de mercurio, ese de toda la vida, el que no falla…

Hasta que ya te hartas de tanto jugar a los médicos y te dices a ti mismo…

—- Va a ser que no. Esta tos es la mía, la de siempre. Es consustancial con mis pulmones de exfumador.

Y en tu fuero interno terminas insultándote…

—- ¡Serás imbécil!

Lo haces convencido de que lo eres… porque te pasas media vida haciéndote a ti mismo el mismo chequeo personal.

Así que…

—- ¡Deja a la niebla en paz que no tiene culpa de que tú seas un hipocondríaco!

XERARDO RODRÍGUEZ

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