Un abrazo para los taberneiros de mi vida... en el "Día de la Espalda"
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UN ABRAZO PARA LOS TABERNEIROS DE MI VIDA
El día en que Chicho volvió a Cudeiro con su flamante Mercedes, seminuevo, procedente de Munich -donde había pasado los últimos cuatro años de su corta existencia- yo estaba en Vigo, en la Popular. Chicho era uno de mis mejores amigos de la infancia y no me podía perder el acontecimiento. Por eso volé al pueblo para participar en el festejo: un fin de semana seguido de bar, cantos, cuentos, café, copas, farias, tapas generosas, la crónica de las ausencias, abrazos, algún beso de machotes, música a todo trapo, bailes de hombres solos… Así, un poco pasados, celebrábamos todo en la del Vita, aunque también concedíamos parte del tiempo a Jaime, el Tarabelo, que con su experiencia de tabernero sabía contenernos para que llegáramos a casa de buen ver.
Esas celebraciones, la de los que regresaban de Alemania, marcaron mi experiencia tabernaria, la de pueblo, la auténtica. Porque la taberna era el punto de encuentro, el centro social, la casa de la cultura, el centro de la tercera edad… era todo eso que ahora tienen todas las parroquias y que al régimen dictatorial de mis años mozos no le interesaba.
En aquellas tabernas de antes conocías a los sabios, a los artistas, a los humanistas, a los cultos, a los estudiosos y a la gente curiosa que solo se asomaba para escuchar las batallas del abuelo, capaz de reescribir una historia que divergía mucho de la que contaban los libros de Seix i Barral.
Si te cuento esto es porque me apetece enviar un abrazo a los taberneros, a la gente que rige mis baretos de siempre, a los trabajadores tabernarios, a los furancheiros, a los que montan sus chiringuitos en las fiestas… Es que a esa gente se les acabó el verano aunque… en otoño quedamos los de casa para gastar nobleza en sus modestos establecimientos.
DÍA DE LA ESPALDA
Cuando le salgo al sol que ilumina el sendero para pasear con él nadie me ve. Es temprano y el astro rey no da levantado esos doce grados que anuncia el móvil de los modernos, por eso la gente normal –que es la inmensa mayoría- se queda en casa calentita a la espera del verano que anuncian para el San Martiño.
— ¿Sabes qué día es hoy?
— 26 de septiembre, miércoles.
— Ya, pero me refiero a la celebración de la jornada.
— ¿…?
Sí, mujer, hoy es tu día. El “Día de la Espalda”, esa parte que has machacado toda tu vida para que ahora, cuando pasas de los setenta, se te doble la columna y te obligue a inclinarte ante todo y ante todos, especialmente ante ese traumatólogo que te dice que lo tuyo no tiene remedio y que tienes que aguantar el dolor.
Así que, los que estáis a tiempo no hagáis tonterías de juventud, que no es bueno eso de muscularse excesivamente levantando pesas que vuestra espalda no resiste. Si la tratáis bien ahora, a la espalda, ella os devolverá de mayores el favor.