La Primavera descansa en Galicia (y II)

Texto : XERARDO RODRÍGUEZ . Foto : GALICIA ÚNICA
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La Tierra es verde. El verde aparece sobre el otro verde a medida que cambiamos el escenario de nuestros sueños. La montaña es verde; y el valle y la tierra que rodea la casa de la aldea pequeña. También es verde el jardín que rompe la monotonía del asfalto en la ciudad próxima. Todo es verde. Incluso el trayecto del río camino de la cumbre donde nace y los senderos que se abren paso entre sus verdes ribeiras.

Además, las campas y los prados aparecen hoy más reverdecidos por la lluvia final del invierno.



Aquí el Atlántico deposita suavemente su azul sobre los azules de la gran playa del surf… mientras al Cantábrico le crecen agujas cuando interrumpe la playa bonita. El océano manda repetidas olas para besar, con ternura, la arena blanca de la playa; y el mar repite cantos, que también son de ola, sobre sus catedrales. Océano y mar confluyen en medio del espléndido paisaje, bajo la misma bóveda del cielo azul de esta primavera. Si quieres alcanzar el éxtasis emprende la aventura de navegar por el mar de Os Farallóns… allá donde se funden mis dos mares.



Si este país es marinero también tiene mil sabores a mar. Mariscos y pescados para dar y sobre todo tomar. En la taberna del puerto o en el nuevo restaurante con estrella. Siguiendo la tradición o la modernidad. La primavera es en Galicia tiempo de mariscada y todo el paisaje litoral huele a moluscos y a crustáceos recién cocidos, el aperitivo de nuestros tópicos gastronómicos.



También es mágica, por eso resplandece el paisaje que todo cuanto nos rodea tiene un brillo especial. De sus entrañas húmedas surgen misterios de niebla y orvallo caído del cielo, mientras al pié del fuego de la lareira se cuentan hazañas protagonizadas por fantásticos personajes de leyenda. Nos debatimos entre la fiesta de la vida y el culto a la muerte, dialogando con santos y con almas en pena que vienen del más allá. Buscamos tesoros nunca encontrados bajo el mar o en la piedra encantada del valle del oro. Y, sí; haberlas hailas. Las meigas siguen siendo las heroínas de nuestra ficción… ¿O tal vez de nuestra realidad?



En mi Galicia la Fé mueve montañas y nos hace entender el milagro. Por eso es innegable que en los siete Caminos de Santiago hay un hecho espiritual y otro, más de este mundo, que emana del encuentro con el arte y la naturaleza.

Caminar para llegar al Obradoiro y abrazar la imagen del Apóstol, para luego sentir como rebrota la fe ante su sepulcro santo, es lo más común después de mil años cristianos. Es el gran rito que permite al peregrino alcanzar el júbilo. Es el fin de la apasionante aventura del espíritu tras la peregrinación de la cristiandad.

En la senda de los sueños, cantada por tantos poetas, hay quien busca aún la piedra filosofal y la huella de los ancianos alquimistas; mientras otros se reconfortan con los humanos placeres que descubren en el paisaje, en la magia y en los personajes de leyenda del camino.



Los gallegos nos movemos. Vamos de fiesta en romería y de romería en concierto. Hay citas para verbeneros, otras para buscar milagros y también conciertos para jóvenes en los auditorios ya consolidados. Celebramos cuatro mil eventos populares entre marzo y octubre, en pequeñas parroquias, en villas o en las ciudades del país. Con la primavera se inicia la temporada y las hay para todos los gustos y edades.

Las romerías responden a costumbres ancestrales, al espíritu mágico de un país que cree en todo. Otras fiestas tienen mucho sabor, porque sirven para la exaltación gastronómica. También las hay de contenido etnográfico e histórico. En ellas recordamos que nos invadieron los romanos o los vikingos, que el fuego del magosto purifica las almas, que fuimos un reino, y que mantuvimos serias disputas entre moros y cristianos…

Y todas estas fiestas, además, tienen música propia…



… No siempre fue así.

El hombre llegó aquí siguiendo a los animales salvajes. Perseguía manadas de elefantes, rinocerontes, uros y venados que desaparecieron de esta tierra con los diversos cambios climáticos.

Las primeras tribus galaicas y nuestros ancestros se asentaron en este territorio hace 250 mil años. Vivieron entre las sierras de Ancares y O Xistral, en la depresión de Lemos, en la cuenca del Sil y en el Baixo Miño, en las riberas del gran río gallego. Eran cazadores en una Galicia selvática; pero el territorio sufrió cuatro o cinco glaciaciones que interrumpieron épocas muy cálidas, algunas incluso áridas. Fueron tantos los cambios que se produjeron en tan largo período, que las especies que aquí habitaron mutaron tanto como el paisaje…

Luego nos organizamos en tribus, nos invadieron los romanos y los vikingos, también los vándalos y alanos. Fuimos un reino medieval y los creadores de la primera ruta cultural de Europa, el Camino de Santiago. Nuestra historia es la más amplia y singular de toda la Iberia. Algún día te la iré contando despacio, pero sus huellas están a la vista.



Y aunque en nuestras urbes sigue latiendo su corazón de piedra… todas abren sus puertas a la modernidad en nuevos espacios para la enseñanza, la cultura, el ocio, el desarrollo y una nueva concepción del turismo.

Crecen siete campus universitarios más allá de las nuevas rúas. La creatividad de nuestra gente la vemos en la arquitectura y en las artes. El emprendimiento desarrolla por si mismo las nuevas tecnologías de acuerdo con las universidades. Pero… los lindes iniciáticos tienen gran paralelismo con las rúas del crecimiento.

Cuando los poetas llamaron morriña a la nostalgia nació aquel viejo sueño de reencontrarse con la Tierra mas amada. Sin embargo… esta Galicia XXI ya es un mundo global… en el que cabemos todos.



Xerardo Rodríguez



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