Texto : XERARDO RODRÍGUEZ . Foto : Galicia Única
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Pisando la corredoira próxima me he reencontrado con todos los bichos vivientes, hasta con el señor topo asomando ciego por el montículo de tierra del agujero que abre para que nuestro nordés le refresque la cara como a los humanos. También la esbelta garza llegó volando confundida al regato del Ameneiral, majestuosa, con sus largas patas estiradas haciendo de timón; consiguió una piedra limpia para acomodarse frente al agua y se aquietó a mi paso, sin miedos; y la misteriosa salamandra, reptil bendecido por la magia, posando coqueta en la piedra, su toalla.

Algún caminante perdido por el espacio, sin embargo, te tuerce la cara al paso midiendo de sobra las distancias. Es el tipo ese al que los mirlos le silban en vez de cantarle. No te da ni los buenos días, pero no merece la pena, así que déjalo pasar como a la culebra silenciosa que cruza el camino para meterte el miedo en el cuerpo y luego se esconde tras la maleza, la muy cobarde. Estas cobras gallegas son los únicos seres vivos que me ponen eléctrico cuando se me aparecen.

Decía Manuel que hay que tener cuidado cuando paseas por cerca de la maleza, que es donde se esconden los bichos malignos. En su repertorio incluía –además de las culebras- a “los sapos “peideiros”, a un tipo de lagarto de cuyo nombre no me acuerdo y a las ratas, muy peligrosas cuando pasan hambre”.

El caso es que los senderos por los que camino, excepto los del parque central, están invadidos por la hierba seca que se mete entre las silveiras, los toxos, las xestas y otras plantas que crecen a su libre albedrío. Incluso hay menta para echarle a los mojitos.

Muchas de las leiras donde crece tanta maleza ni siquiera tienen dueño: pertenecen a gente que emigró a América muy joven, las dejaron abandonadas y desde que emprendieron el último viaje ahí están, tan salvajes como algunos de los bichos que tienen en ellas sus refugios.

Entre el concello y la consellería de Medio Ambiente deberían de ocuparse de limpiar esas zonas que no son de nadie, pero sí suponen algunos peligros para la comunidad. A ver si toman nota porque si no lo hacen vendrá un vándalo provisto de mechero y le plantará fuego.

Xerardo Rodríguez