UN MUSEO PARA LA BATALLA DE RANDE


Si navegas hacia Redondela por la Ría de Vigo, una vez traspasada la frontera del puente de Rande, renace el sentido de la historia y crece la leyenda. Porque aquí, donde hoy puedes ver las bateas que dan vida al mejillón, se libró el 23 de octubre de 1702 la mayor de todas las batallas navales.

La historia dice que este es el mar del tesoro arqueológico que permanece oculto bajo estas aguas; porque aquí se hundió la llamada “Flota de la Plata” y yo mismo he visto, con mis propios ojos, los restos de un galeón, cuando Fernando Navarrete rodó “Rande”, una serie documental que duerme entre los archivos de TVG y los del conocido realizador, esperando un mutuo acuerdo y que alguien la rescate y valore.

La leyenda, como podéis suponer, habla de un tesoro oculto en esos galeones; pero ninguno de los numerosos buscadores que por aquí bucearon encontró la plata o el oro de aquella flota hispana, que supuestamente traía ese tesoro fruto del expolio español en la América indígena.

Ahora, desde el ayuntamiento de Redondela se pide la creación de un centro de interpretación del hecho histórico. Yo voy más allá y pido que se rescaten del olvido los valiosos restos arqueológicos que hay bajo las bateas, para reconvertir la Illa de San Simón en un Museo de la Batalla de Rande.

Esta ría, donde la imaginación ve las luces de la ciudad de Neptuno y por la que Julio Verne navegó con el capitán Nemo en su Nautilius, bien merece recuperar su pasado, lo que supondrá un gran atractivo turístico que añadir a su innegable belleza.

¡QUE LEJOS ESTÁ MADRID!


Yo tuve el privilegio de vivir en Madrid un tiempo en el que tenía los valores invertidos. Allá me fui solo a trabajar y a retirarme por las noches entre cuatro paredes para, en mi soledad, conversar con la chica guapa que salía en la tele. No me encantó aquella época de ejecutivo de película con mucho porvenir por delante… y regresé a Galicia tan pronto como pude.

Fue cuando percibí que el Estado nos devoraba. Porque mis amigos ganaban menos por trabajar más; algunos seguían emigrando; las radios y las teles hablaban 18 horas de Madrid, 6 de Cataluña y 1, ¡Miserables!, de Galicia; la clase media era media/baja y había pobres en todas las aldeas; las carreteras del interior eran pistas forestales reconvertidas. Y las empresas… las grandes habían descubierto China y la India para fabricar, mientras las pequeñas estaban en manos de los que llamaban autónomos, pero no eran otra cosa qué empleados del Ministerio de Hacienda, que se quedaba con su escaso beneficio.

Lo peor es que la vida, la nuestra, la de los menos media y la de los pobres, la de los gallegos que no se apellidan Ortega… ¡Sigue igual!

XERARDO RODRÍGUEZ