Mis titiriteiros.
Mis titiriteiros.
Quizá haya nacido, como el tango, en Buenos Aires; o tal vez como un sucedáneo postmoderno de aquellos títeres que iban todos los veranos a Cudeiro, para hacernos reír junto a la fuente, frente a la iglesia, en las calurosas noches de nuestra infancia. ¿Te acuerdas, Chicho?
Entonces, ningún periódico hacía editoriales ni tampoco en las radios escuchábamos tertulianos. Los cómicos y los músicos eran la única esperanza satírica de un país bajo censura.
Así que es posible que este teatro gallego de ahora, se lo debamos a aquellos autores de antes, como Lugrís, Blancoamor o el mismísimo Castelao.
Nombres que nos llegaron a los niños de la postguerra en el Turreiro, pronunciados, en secreto, por un titiriteiro.
Ahora la acción poco tiene que ver con la poética aristotélica de antes, pero existe un Teatro galego popular al que debemos una buena parte de la difusión de nuestra cultura.
A veces, incluso, el Teatro vuelve a ser un compromiso de país porque ya se sabe que la escena se ha vuelto hiperreal… por eso me siento orgulloso de que mi hija Betty forme parte de la legión de gente que hace teatro, vivero de nuestro cine, ese que soñamos como industria.
Así que, dejadme presumir hoy de nuestros cómicos que son únicos alegrándonos las penas, esas que hoy en día tienen, casi todas, origen político.
Texto : XERARDO RODRÍGUEZ . Foto : Galicia Única
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Quizá haya nacido, como el tango, en Buenos Aires; o tal vez como un sucedáneo postmoderno de aquellos títeres que iban todos los veranos a Cudeiro, para hacernos reír junto a la fuente, frente a la iglesia, en las calurosas noches de nuestra infancia. ¿Te acuerdas, Chicho?
Entonces, ningún periódico hacía editoriales ni tampoco en las radios escuchábamos tertulianos. Los cómicos y los músicos eran la única esperanza satírica de un país bajo censura.
Así que es posible que este teatro gallego de ahora, se lo debamos a aquellos autores de antes, como Lugrís, Blancoamor o el mismísimo Castelao.
Nombres que nos llegaron a los niños de la postguerra en el Turreiro, pronunciados, en secreto, por un titiriteiro.
Ahora la acción poco tiene que ver con la poética aristotélica de antes, pero existe un Teatro galego popular al que debemos una buena parte de la difusión de nuestra cultura.
A veces, incluso, el Teatro vuelve a ser un compromiso de país porque ya se sabe que la escena se ha vuelto hiperreal… por eso me siento orgulloso de que mi hija Betty forme parte de la legión de gente que hace teatro, vivero de nuestro cine, ese que soñamos como industria.
Así que, dejadme presumir hoy de nuestros cómicos que son únicos alegrándonos las penas, esas que hoy en día tienen, casi todas, origen político.
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