ESTA NOCHE VINO A VERME CHIMO

Lo que ocurre es que, en la realidad o en los sueños, siempre aparece alguien con ganas de hablar y viajar en el tiempo. Esta noche vino a verme aquel gran presentador de radio y televisión, Joaquín Prat, al que recuerdo con especial cariño, el que transmitía él desde su primer plano en pantalla o con su voz, desde el fondo del transistor. Te digo que fue un verdadero obrero de la comunicación.

Ya cumpliera los sesenta y se levantaba a las cinco de la mañana para llegar a tiempo a la Casa de la Radio y hacer su programa; y tras una comida frugal conmigo, cruzaba los jardines hasta el Estudio 1 de Prado del Rey desde el que nos invitaba… ¡A jugaaaar! ¡Trabajaba doce horas diarias!

Le conocí cuando yo era un imberbe… en la SER.  Él hacía Radio Madrid Madrugada. Me había dado un puro de esos que te sacan la tos desde la profundidad de los pulmones, pero yo estaba tan embobado con aquel pedazo de profesional que me lo fumé entero.

Luego, la vida nos juntó en varios actos, festivales, programas y en mis inolvidables días de Radio Nacional de España. Siempre tuve reservada, durante aquel tiempo, media hora de café con Chimo, del que tuve el honor de ser amigo.

Un día entró Pilar en el despacho y me dijo…

—- Tienes ahí a Joaquín, pero no veas como viene. Te aviso para que no te sorprenda.

Y en esto entró él, con la piel estirada y unos ojitos pequeños, rasgados… A mí me salió el chiste fácil.

—- Te van a llamar Chino, Chimo…

—- Es que me di con la puerta del garaje en la cara…

—- La idea fue de tu mujer, ¿No?

—- Sí.

A los sesenta Joaquín Prat, mal aconsejado, se había hecho la cirugía estética y algunos convirtieron el asunto en noticia de papel cuché con intención incluso de ridiculizarle. Pero su enorme personalidad y su bonhomía superaron las estupideces de los estúpidos, aunque, un día, tras una comida en Currito, el de la Casa de Campo, me confesó…

—- No sé qué me pasa, Xerardo. Pero desde que me operé no soy el mismo.

No hay día que no me acuerde de él. Sobre todo viendo la tele. Porque ningún presentador ha logrado superar su estilo y porque en la pantalla sale mucha gente que se opera… porque no sabe envejecer.

Y hacerse viejo es superar el invierno de la vida para llegar otra vez a la primavera.

Joaquín vino a verme esta noche para decirme que toda esa gente que se ahoga en el Mediterráneo y en el Atlántico están con él en el Cielo, que ahí si les han dado cobijo.   

Xerardo Rodríguez