"...la maldad que el DIABLO había sembrado en el PLANETA..."
EL LEÓN DE FUEGO DE AUSSERT
Zulema era una bruja que tuve el placer de conocer en mis incursiones por el Sáhara. Al contrario de su gente que vivía en “haimas”, ella habitaba una cueva en las montañas negras de Aussert. Una de las muchas que había y en las que por la noche escuchabas como lamentos que partían de entre las piedras negrísimas, últimas huellas de los antiguos ríos que al secarse agrandaron el desierto. La bruja Zulema me habló de aquellas montañas como el origen de la maldad que el diablo había sembrado en el planeta y que transmitía por las noches el aliento de un león de fuego.
No sé si creer a Zulema en esta era de virus mortales, de soldados sembrando la muerte, de asesinatos, de tanta desgracia. No hace falta que los diablos salgan de su escondite, porque ya se multiplican por el planeta cobrando forma de humanos. Si no me crees, fíjate bien en el cabrón de Netanyahu.
Pero algo está pasando para que el mundo se llene de odios y los hombres pisoteen de la manera en que lo hacen a otros hombres. Realmente, hay mucha gente mala haciendo daño a los demás. Puede que sea cosa del diablo y del aliento malicioso del león de fuego de Aussert.
¡QUE MIEDO!
Este Airbús 330 de Air Europa, cuando volaba sobre ese espacio a 25.000 pies, se metió de lleno en la tormenta y fíjate lo que hizo el granizo: destrozó el morro y el parabrisas. Pese a ello fue de los pocos que aterrizó en ese día. El piloto es español y lo bajó con pericia. Un milagro más de los que suceden en el aire.
No sé si creer a Zulema en esta era de virus mortales, de soldados sembrando la muerte, de asesinatos, de tanta desgracia. No hace falta que los diablos salgan de su escondite, porque ya se multiplican por el planeta cobrando forma de humanos. Si no me crees, fíjate bien en el cabrón de Netanyahu.
Pero algo está pasando para que el mundo se llene de odios y los hombres pisoteen de la manera en que lo hacen a otros hombres. Realmente, hay mucha gente mala haciendo daño a los demás. Puede que sea cosa del diablo y del aliento malicioso del león de fuego de Aussert.
¡QUE MIEDO!
Reconozco que, en el aire, volando deportivamente o como pasajero de aviones de línea, me ha pasado de todo. Por eso, cuando vuelo, tengo miedo; sí, a ciertas alturas tengo miedo. Pero dentro de mis miedos, las tormentas me dan pavor desde aquel vuelo de Milán a Niza, en un “Bandeirantes” de la compañía francesa “Air Litoral”. Era de noche y los rayos se asomaban a las ventanillas del aparato a diestro y siniestro, provocando térmicas que te bajaban de golpe hasta 300 pies, cuando nuestro techo era de 4.000. José Ángel Rodero y yo, siempre que nos encontramos, celebramos haber llegado a Niza aquella madrugada en la que es posible sucediese un milagro.
Esta semana pasada hubo tormentas de lluvia y granizo que afectaron grandemente a la navegación aérea en media Europa.
Esta semana pasada hubo tormentas de lluvia y granizo que afectaron grandemente a la navegación aérea en media Europa.
Este Airbús 330 de Air Europa, cuando volaba sobre ese espacio a 25.000 pies, se metió de lleno en la tormenta y fíjate lo que hizo el granizo: destrozó el morro y el parabrisas. Pese a ello fue de los pocos que aterrizó en ese día. El piloto es español y lo bajó con pericia. Un milagro más de los que suceden en el aire.
XERARDO RODRÍGUEZ