VENEZUELA SUFRE

Qué bonita ciudad, mi gente, esta Caracas que hoy sufre.  En otro tiempo que yo viví era como un paraíso que los humanos habían elegido como un lugar ideal para ver como crecían sus hijos. Para mí era la gran City de América Latina. Rebosaba sonrisas y dulces acentos. La cultura estaba presente en todas partes. Pasear era una delicia. Subirte al metro un placer porque conocías su cosmopolitismo. Ascender al Ávila era como tocar las estrellas. Las de la música te las encontrabas en el pub próximo…

Mucho extraño aquellos días, primo Álvaro que estás en los cielos. Por tus enseñanzas y por todos los amigos que heredé de ti. En la distancia, sufro con ellos ahora lo mismo que disfruté en aquellos tiempos. Y me duelen como al que más esas noticias que nos llegan desde la capital de esa Venezuela de carencias, de odios, de incultura asentada en Miraflores…

Me han contado que la gente está recurriendo a los medicamentos veterinarios, a las medicinas para animales. Es debido a la escasez. Lo hacen los trasplantados para evitar que sus cuerpos rechacen los órganos recibidos. Porque… no hay ni para los tratamientos oncológicos.

Horrible, ¿No?

Lo han denunciado Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana y los médicos del Hospital Luís Razzetti.  Pero en el gobierno no les hacen caso. Lo niegan. Y vuelven a decirle a la gente desesperada, impotente, cansada, incrédula, pobre…

—– Peor era antes de la Revolución Bolivariana, cuando muchos venezolanos comían carne para perros…

Ya hay que ser chavista para decir eso en estas fechas, cuando los supermercados y las farmacias están vacíos de productos y la muerte se pasea a sus anchas por las avenidas.

Ya hay que ser cínicos después de haber hecho trampas en unas elecciones cuyos resultados todo el mundo rechaza por haber sido manipulados.

Por no haber, amigos míos, ya no hay ni vergüenza entre esas personas que han robado el poder para instaurar la locura en las instituciones…

Lo siento, mi gente, lo siento… Estas noticias son como las grandes nubes oscuras que se posan amenazantes sobre mi aldea para luego destrozar las cosechas con lo que nos echan encima.

¿Habrá algún remedio para tanto mal? ¡Dios quiera que reviva Venezuela!

XERARDO RODRÍGUEZ