—- ¿E quéns son ises?
Fue la respuesta que me dio el paisano que se sentó conmigo en el banco del parque para tomar el sol y escuchar el trepidar del agua, que el Ameneiral aún va lleno.
Le había preguntado por los dos personajes que se han propuesto dominar el mundo. Ya sabes, el rey de los astronautas y el príncipe de Groenlandia que, además, en tan solo unos días será, efectivamente presidente de los Estados Unidos.
—- A min eses tipos non me interesan.
Es que, verás. Anda la gente del periodismo, mis colegas, preocupada por el futuro que se están organizando estos dos pirados, contando con la colaboración de sus amigos Zuckerberg, Bezos y demás plutócratas. Cuentan los cronistas que esta gentuza nos va a mentir ya sin límites y en tiempo real. Por lo visto tienen un ejército de desaprensivos para campar a sus anchas en las redes sin miedo a los gobiernos… que no les frenan.
Cuentan que esas redes de la modernidad, aquellas que iban a servir para informarnos mejor, para aumentar las posibilidades de hacer buena información, se han propuesto matar el periodismo. Muy fuerte, ¿No?
—- ¿E vostede como se informa? -le pregunto al paisano del parque.
—- ¿Eu? ¡Pola radio qué é gratis!
Es decir, a los mayores les importa poco eso de las redes, como no sean aquellas que sirven para conversar sobre el amor y el pasado. Los medianos no tienen tiempo para hacerle caso a los políticos y los jóvenes son lo suficientemente inteligentes para utilizarlas solo para jugar.
Así que no le demos tanta importancia a estos memos poderosos, que no son los primeros en querer imponer la desinformación. No hubo una sola época de la historia en la que quienes detentaban el poder estuviesen interesados en tener bajo su mando mortales bien desinformados.
La ignorancia siempre resultó una buena inversión para los ricos, pero a partir del 20 de este mes ya no necesitan su dinero, que dejarán a buen recaudo: jugarán con el nuestro para mover los hilos de la desinformación pensando que los demás somos tontos.
Así que, si te interesa estar al día y oponerte con tus medios -sobre todo cos tus votos- a chupasangres como Musk y Trump no tienes mas que elegir bien. Ten en cuenta que el buen periodismo bien puede con la mentira.
Ya sabemos que cada minuto que pasa alguien sube a las redes una gran mentira, pero como dijo Marx, Groucho…
—- ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?
En Galicia decimos que hay que ponerle “sentidiño” a nuestros actos.

ENTRE LA MALEZA

Pisando la corredoira próxima me he reencontrado con todos los bichos vivientes, hasta con el señor topo asomando ciego por el montículo de tierra del agujero que abre para que nuestro nordés le refresque la cara como a los humanos. También la esbelta garza llegó volando confundida al regato del Ameneiral, majestuosa, con sus largas patas estiradas haciendo de timón; consiguió una piedra limpia para acomodarse frente al agua y se aquietó a mi paso, sin miedos; y la misteriosa salamandra, reptil bendecido por la magia, posando coqueta en la piedra, su toalla.
Algún caminante perdido por el espacio, sin embargo, te tuerce la cara al paso midiendo de sobra las distancias. Es el tipo ese al que los mirlos le silban en vez de cantarle. No te da ni los buenos días, pero no merece la pena, así que déjalo pasar como a la culebra silenciosa que cruza el camino para meterte el miedo en el cuerpo y luego se esconde tras la maleza, la muy cobarde. Estas cobras gallegas son los únicos seres vivos que me ponen eléctrico cuando se me aparecen.
Decía Manuel que hay que tener cuidado cuando paseas por cerca de la maleza, que es donde se esconden los bichos malignos. En su repertorio incluía –además de las culebras- a “los sapos “peideiros”, a un tipo de lagarto de cuyo nombre no me acuerdo y a las ratas, muy peligrosas cuando pasan hambre”.
El caso es que los senderos por los que camino, excepto los del parque central, están invadidos por la hierba seca que se mete entre las silveiras, los toxos, las xestas y otras plantas que crecen a su libre albedrío. Incluso hay menta para echarle a los mojitos.
Muchas de las leiras donde crece tanta maleza ni siquiera tienen dueño: pertenecen a gente que emigró a América muy joven, las dejaron abandonadas y desde que emprendieron el último viaje ahí están, tan salvajes como algunos de los bichos que tienen en ellas sus refugios.
Entre el concello y la consellería de Medio Ambiente deberían de ocuparse de limpiar esas zonas que no son de nadie, pero sí suponen algunos peligros para la comunidad. A ver si toman nota porque si no lo hacen vendrá un vándalo provisto de mechero y le plantará fuego.

Xerardo Rodríguez