LAS RAIOLIÑAS NOS DEVUELVEN LA LUZ -
Se cuela el sol entre las nubes de orvallo, en este sábado del febrero mas caliente de los últimos años; así que uno -optimista por naturaleza- se apunta a la excursión de los que pasean la playa de arena mojada, para contemplar el grandioso espectáculo que provoca el astro rey cuando se baña en el océano. Hemos de aprovechar el tiempo y dar rienda suelta a nuestra imaginación para gozar de esta vida efímera… mientras podamos.
LA ESPERANZA DE VIDA DE LOS GALLEGOS -
¿Sabes lo que me da rabia? Que el Instituto Galego de Estadística (IGE), haga esos estudios sobre la esperanza de vida de los gallegos. Mis amigos, los venerables ancianos de la tribu, no quieren que les pongan límites; y yo hace ya mucho tiempo que no hablo -ni dejo que me hablen- de la llegada de la Parca. Cuando venga esa señora a mis predios le diré con todos mis respetos…
—- ¡Váyase usted con su música a otra parte!
Puede que a lo mejor me haga caso y uno pueda seguir disfrutando de sus achaques, que son todo un disfrute.
El caso es que el INE ha publicado esta semana el dato referido al 2023: la esperanza de vida de los gallegos ya es de casi 84 años de media. El dato referido a las mujeres aumenta hasta los 87, pero los hombres nos quedamos en 81. Como quiera que yo ya los he cumplido con creces les he roto la estadística. A ver si puedo seguir llevándoles la contraria.
LA ABUELA DE BEARIZ-
Mi cuerpo apenas me da para levantarme de la cama, así que no llegaré a los 105 años de Josefina Balado, la abuela de Beariz, que aún conserva el acento mexicano de su aventura migratoria y no perdona su paseo por el campo cada día. Es una matriarca de las de antes de aquella guerra, en cuya biografía hay datos suficientes como para ponerla en un pedestal. Entre otras cosas, por haber sido una buena madre soltera en los difíciles años cuarenta, la década en la que el franquismo perseguía y castigaba los pecados mortales. ¡Joder, lo que debió pasar Josefina!
Menos mal que el tiempo todo lo cura y hoy es feliz en su aldea natal, Alvite. Ahí vive con su única hija, Sara, respirando el aire puro que le manda la Serra do Faro. Hasta hace un lustro viajaba a México todos los años para ver a sus tres nietos y a sus siete biznietos. Y lo mas importante: ¡Nunca tomó una pastilla! Ojalá nos dure más esta abuela encantadora, con carácter y fuerza para haber trabajado sus agros en los tiempos mas difíciles.
XERARDO RODRÍGUEZ