El cuento de Navidad de Xerardo Rodríguez
CUENTO DE NAVIDAD
Los dos hermanos levantaron la tapa del contenedor para ver las cajas de los juguetes vacías, dobladas, amontonadas y despreciadas… como el resto de la basura. Allí estaban las tapas de cartón del coche de Batman y de la muñeca que ríe. Justo lo que le habían pedido a Papá Nöel que, un año más, pasó de largo por la casa de los más humildes de la aldea.
Tono y Marisa pasaron horas y horas de frío, contemplando las estrellas de la Galaxia por si veían el trineo veloz del gordo de la poblada barba blanca. Pero ni ese pequeño placer les regaló la sublime noche que precede a la Navidad.
Los dos hermanos se preguntaron entonces para qué encendían tantas luces del árbol sus vecinos si Papá Nöel no andaba por aquí, por este lugar en donde se había esfumado otra vez el espíritu navideño… pero hallaron la respuesta viendo como los otros niños de la aldea jugaban con los juguetes que, horas antes, habían estado en aquellas cajas vacías que ellos tenían ahora en sus manos.
Entonces, Tono y Marisa no pudieron evitar verter aún más lágrimas secas… como siempre les ocurre el día de Navidad… desde que nacieron, en el hospital próximo.
No hay nada más conmovedor que el rostro de un niño triste… y no pude menos que contarles a Marisa y a Tono un cuento que me contó un poeta, en un día gris de diciembre, mientras contemplaba las nubes…
—- En el belén del cielo hay un espejo para mirarse el alma navegando por los ríos que terminan su vida en el mar más alto. Insertadas en el paisaje ovejas brillantes como nubes blancas, se nutren en pastizales de amor. Mientras, los pastores beben lágrimas de niños pobres para cauterizar su dolor. Al fondo del prado, hay una posada que tiene siempre la puerta abierta para albergar los sueños infantiles y cumplirlos al amanecer.
Además, las estrellas remedian el frío de tantas noches y prenden en sus hogueras albricias y azúcar para olvidar la pena con mazapán de almendras y aguardiente con fresas, arándanos y guindas.
Hoy solo os pediré que utilicéis vuestros rezos, sean los que sean, para que lleguen al paraíso prometido las buenas gentes que este año se nos fueron… víctimas de las guerras, los atentados, de esos accidentes monstruosos, de la agresividad de la Naturaleza, del mal del hombre malísimo…
¡Rezad por ellos en vuestro idioma religioso! Yo ya he recibido la bendición Urbi et Orbi de Su Santidad, pero con eso solo… parece que no llega. Y si no dirige hoy la mirada a ese lugar, donde, a pesar de las fechas, los malísimos siguen llevándose la vida y hacienda de las personas buenas. Oremos.
Si aún andamos por aquí, volveré a escribirte por el año nuevo, ese en el que tenemos puestas todas las esperanzas de que algo cambie para bien en este Planeta, este mundo que nos han destruido un poco más en el 2025 de nuestras desgracias, que hubo muchas más de las deseadas. Salud y suerte a todos.
XERARDO RODRÍGUEZ



